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México D.F. Jueves 17 de julio de 2003
Orlando Delgado
Las propuestas de 2006
Concluidas las elecciones intermedias, los contendientes parecen arrancar; lo hacen en posiciones diferenciadas que divergen de lo que hubiera resultado previsible hace apenas tres años. Con la derrota priísta y el inicio de la alternancia, se pensó que el régimen anterior moriría, pero no sólo no fue así, sino que hoy cuenta con la bancada más amplia en la Cámara de Diputados y en la de Senadores. Ello prueba que la tesis de privilegiar las alianzas con el pasado resultará cara al panismo y al país en su conjunto. No son ellos los únicos que piensan que para avanzar debe mantenerse en el mismo lugar. En el PRD existe, y tiene peso en el aparato partidario, una corriente que propone pactos con el pasado. Son los que firmaron la ley indígena y quienes hoy sostienen la necesidad de la unidad y de que la crítica a los resultados electorales no arriesgue el futuro del partido.
Así, en la punta aparecerá la representación de un régimen caduco, impulsor de las reformas neoliberales cuando fue gobierno, crítico actual de lo que practicó. No importa si su candidato proviene de Tabasco, del caciquismo magisterial o de algún gobierno estatal, supuestamente exitoso. Su propuesta de gobierno será hacer lo que Fox no ha podido: una reforma fiscal que grave esencialmente a los asalariados y a los consumidores con impuestos generalizados, una reforma eléctrica que ahora, impulsada por ellos, será indispensable, una reforma laboral que mantenga vivo el corporativismo sindical, controle los incrementos salariales y castigue los derechos de los trabajadores. Seguirán planteando las bondades del TLC y mantendrán subordinada nuestra economía a la dinámica de los vecinos del norte para gritar eufóricos que cuando arranque la locomotora yanqui seremos los mejor preparados para seguirlos.
Atrás estará el partido que prometió cambiar al país y que lo mantuvo sin cambios, los que llegaron para consolidar la democracia y se aliaron con el charrismo sindical, los que propusieron la segunda oleada de reformas neoliberales y fracasaron, los que lo hicieron todo bien sin lograr nada. Su único activo será haber mantenido al país funcionando, aunque con una economía estancada, pero eso sí con una inflación similar a la de nuestros principales socios comerciales. Su consigna central será "la segunda parte es la buena". El voto útil no se podrá plantear, aunque algunos dirán que de los males, el menor.
Lejos, pero con una opción convincente, arrancará la otra concepción de país. Su propuesta fundamental se alineará con lo que ocurre en la izquierda internacional, con la idea de que otro mundo es posible, con la incorporación programática de los avances de la izquierda brasileña y, por supuesto, de los errores que han cometido, con la crítica a los valores promovidos por el pensamiento único. Una tesis central será la construcción de nuevos mecanismos que garanticen un comercio justo entre naciones junto con la creación de un sistema financiero en el que el objetivo de la Declaración del Milenio de Naciones Unidas se convierta en el ordenador real de las decisiones económicas. La lucha contra la insuficiencia de ingresos, el hambre generalizada, la desigualdad entre sexos, el deterioro del medio ambiente, la falta de educación y salud, tienen que convertirse en las principales áreas de inversión.
Los aparatos partidarios que competirán tendrán diferentes grados de preparación. Los tricolores probaron exitosamente sus viejas armas. Las tácticas de coacción estarán aceitadas por los gobernadores que mantengan, aportando votos de verdad y de mentira, como los que se dieron en diversas entidades del país. El aparato blanquiazul no contará con amigos, lo cual los obligará a participar con sus propias y debilitadas fuerzas. El resquebrajado aparato negro y amarillo tendrá capacidad de respuesta si, y sólo si, logra eliminar de su seno a los grupos de interés que lo han dominado, recuperando a militantes que huyeron para no ser arrastrados al fango de la lucha de corrientes y del reparto de cuotas. Estos serán los contendientes principales, aunque habrá otros que consuman recursos sociales sin tener una verdadera propuesta de nación.
La carrera ha comenzado, pero la historia no está escrita aún. Lo que se haga, lo que se corrija, lo que se acredite en beneficio de la población, tendrá enorme importancia. Llegó el momento de las decisiones trascendentes. Lo que no se consiga ahora pesará en tres años. [email protected]
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