México D.F. Jueves 17 de julio de 2003
NO AL MONOPOLIO CARRETERO
Ayer,
en el marco del foro Desarrollo de la Infraestructura del Transporte, Alternativas
del Programa Carretero, el subsecretario de Infraestructura de la Secretaría
de Comunicaciones y Transportes (SCT), Jorge Fernández Varela, sugirió
que el gobierno federal podría limitar la construcción de
vías alternas y libres a fin de no generar competencia a las carreteras
concesionadas de peaje. Tal medida, señaló el funcionario,
sería parte de los incentivos que el sector público estaría
dispuesto a otorgar a la iniciativa privada para que mantenga y amplíe
su inversión en la construcción, operación y mantenimiento
de autopistas de cuota.
Aunque a primera vista la posibilidad planteada por el
funcionario estaría orientada a dar certidumbre y seguridad a la
inversión privada en carreteras --de cumplirse tal supuesto, las
empresas beneficiarias de las concesiones gozarían de un plazo amplio
para recuperar sus aportaciones y obtener ganancias sin preocuparse por
enfrentar competencia--, lo cierto es que la aplicación de medidas
de esa naturaleza podría perjudicar severamente a los usuarios de
la infraestructura de transporte.
Si se limita la coexistencia de opciones libres y de cuota
en el mapa carretero nacional, las segundas se convertirían en un
virtual monopolio, lo que no sólo induciría los frecuentes
abusos que tales entidades propinan a sus usuarios cautivos y encarecería
los vitales sistemas de comunicación terrestre del país,
sino que se estaría obligando a los viajeros y transportistas a
utilizar vías de peaje, convirtiendo lo que debe ser una alternativa
en una acción forzosa e injusta.
Además, tras la amarga y onerosa experiencia del
rescate carretero de la pasada década, resulta por lo menos cuestionable
que el gobierno federal mantenga una política de privilegio a los
concesionarios de autopistas y pretenda generar artificialmente condiciones
de rentabilidad para beneficio exclusivo de los inversionistas. Si por
sí solas las carreteras de peaje no resultan interesantes o redituables
a la iniciativa privada, ¿por qué introducir medidas lesivas
para los usuarios en aras de proteger a unos cuantos?
Por otra parte, queda planteada la duda sobre si, además
de restringir la construcción de vías alternas, se prevé
acotar también los gastos de mantenimiento en las carreteras libres,
circunstancia que, de concretarse, daría la puntilla a los ciudadanos
y entregaría las vías de comunicación del país
a entidades privadas que siempre han priorizado su lucro sobre las necesidades
sociales.
En este contexto, es necesario que la SCT aclare su postura
ante las sugerencias enunciadas por Fernández Varela y anteponga
el interés general a los afanes mercantiles de los concesionarios
carreteros. Si bien es cierto que es necesario, ante las restricciones
presupuestales vigentes, encontrar opciones para el desarrollo de la infraestructura
nacional, las políticas públicas en la materia no deben conducir
en ningún caso a la aprobación oficial de prácticas
monopólicas ni a la limitación o deterioro de las alternativas
de los consumidores.
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