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México D.F. Jueves 17 de julio de 2003
El propietario ordenó borrar el mural
sin avisar a la pintora
Diferendo entre Lucía Maya y la cantina La Fuente
por La batalla de las flores
CESAR GÜEMES
Punto de reunión en el Centro Histórico
de Guadalajara, la cantina La Fuente, cuya existencia data de 1921, albergó
hasta hace un par de semanas el mural La batalla de las flores,
pintado hace siete años por Lucía Maya.
De un tiempo a la fecha el actual inmueble de La Fuente,
que se trasladó en 1950 de la calle Hidalgo a Pino Suárez,
ha sufrido transformaciones debido a la salinidad de los muros. La más
radical de ellas fue, justamente, la pintura de color amarillo que fue
aplicada sobre 70 por ciento de la pared donde estaba el mural.
Ante esa circunstancia Maya ha manifestado su desacuerdo
no porque en La Fuente hayan ''borrado" gran parte de su mural, sino porque
no fue notificada. Las posturas tanto del dueño del sitio que vio
pasar, entre otros célebres parroquianos a Juan Rulfo, y de la artista,
son hasta el momento contrarias aunque ofrecen al menos dos puntos de coincidencia
que pueden ser el principio del término del conflicto. En efecto,
la artista no fue avisada de la pintura que cubriría su mural ni
de los motivos de la decisión, pero también acepta que La
batalla de las flores estaba destinado a ser efímero y que en
su caso repintaría sobre la misma superficie.
Maya, a su vez, señala: ''La Fuente siempre será
La Fuente con mis pinturas y sin ellas. La cantina posee un carisma singular
y no creo que lo pierda. Mi trabajo duró allí más
años de lo que esperaba. Habría sido maravilloso que el mural
caducara por deterioro natural o por otra propuesta plástica de
alguien que hubiera deseado pintar allí, pues esa fue mi idea inicial
y mi propósito".
No se borró un ''espectacular''
Rogelio Ignacio Corona, propietario de La Fuente, dice
a La Jornada: ''No tengo nada contra Lucía Maya. Fue necesario
aplicar pintura sobre parte del espacio donde estaba el mural, porque la
salinidad de la pared prácticamente lo había destruido por
completo, un hecho que en los medios no se apunta. El mural ya había
cumplido el ciclo que se esperaba, aunque acepto la equivocación
de no haberle avisado a la autora de la medida que era indispensable tomar.
Aún así, Lucía nos dijo hace años que llegada
la circunstancia pintaría ahí mismo otro mural".
Maya difiere: ''Comprendo que siete años y medio
después, mis supuestos cuates Chuy y Rogelio hayan cambiado
de opinión y decidieran hacer más moderna la cantina, tal
vez 'minimalista' desde su punto de vista. Es su cantina, pero el
arte es propiedad del género humano, y lo que borraron no fue un
'espectacular' de cerveza, mi trabajo tenía un simbolismo que podía
ser leído y discutido de diversas formas, un lenguaje colectivo
al alcance de todos los niveles sociales".
El conflicto puede encaminarse a una solución,
toda vez que Rogelio Ignacio Corona señala que es posible que Maya
pinte otro mural donde estuvo La batalla de las flores, sólo
que ''primero debemos conversar, porque si se afirma que no tenemos sensibilidad
ni entendimos la propuesta, el diálogo previo es indispensable.
Insisto en que Lucía debió buscarnos cuando el mural estaba
ya muy dañado".
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