México D.F. Domingo 20 de julio de 2003
Greg Thielmann*
EU: inteligencia y errores
Desde mi punto de vista, como ex funcionario de mediano
rango dentro de la comunidad de los servicios de inteligencia del go-bierno
estadunidense y trabajador del Departamento de Estado, creo que el gobierno
del presidente George W. Bush no logró dar al pueblo una imagen
detallada de la amenaza militar que representaba Irak. La culpa por esto
recae parcialmente en el desempeño de la comunidad de los servicios
de inteligencia, pero la mayor parte de la responsabilidad le co-rresponde
a los funcionarios de alto rango de la administración porque hicieron
un mal uso de la información que se les estaba proporcionando.
Después de tres meses de intensa búsqueda
en el terreno, aún no se han encontrado las armas de destrucción
masiva. Si bien la búsqueda todavía no concluye, yo tengo
la plena convicción de que en marzo de 2003, cuando comenzaron las
operaciones militares, Irak no era una amenaza in-minente ni para sus vecinos
ni para Estados Unidos. Su ejército se había agotado después
de la larga guerra con Irán, también quedó severamente
desgastado tras la operación Tormenta del Desierto y las
sanciones económicas seguían minándolo. Por todo ello,
la capacidad de estas fuerzas era mucho menor que la que tenían
cuando Irak invadió primero Irán y después Kuwait.
El programa de desarrollo de armas nu-cleares de Irak,
desmantelado en buena parte por la ONU durante la década de los
90, se encontraba inactivo. Sus programas de armamento químico y
biológico, si bien eran ilegales y potencialmente peligrosos, aparentemente
estaban dirigidos a desarrollar capacidades de producción de contingencia
rápida y no tenían la intención de mantener reservas
de armamento listas pa-ra ser usadas.
Probablemente Irak no contaba con misiles balísticos
con capacidad de alcance suficiente para amenazar a centros poblacionales
de Israel, Arabia Saudita o Irán.
No existe ningún patrón significativo que
apunte a que Irak cooperaba de alguna forma con las operaciones terroristas
de Al Qaeda, agrupación que atacó a Estados Unidos el 11
de septiembre.
Por tanto, surge la pregunta: ¿estas realidades
eran comprendidas por la comunidad de los servicios de inteligencia? Mi
respuesta es que algunas sí fueron entendidas. Por la debilidad
que caracterizaba a los elementos militares iraquíes convencionales,
el estado en que se encontraban los programas de desarrollo de misiles,
la falta de una conexión significativa con Al Qaeda, todas estas
áreas eran entendidas por los servicios de inteligencia y sus apreciaciones
fueron transmitidas de manera detallada a las ramas Ejecutiva y Legislativa
del gobierno.
Había otros temas que fueron objeto de controversia
en la comunidad de los servicios de inteligencia, y esto se reflejaba en
informaciones inadecuadas y en la dificultad de develar secretos muy celosamente
ocultos. Ejemplo de esto era la falta de certeza respecto de si el programa
de armas nucleares estaba siendo reconstituido, si Saddam aún conservaba
un número reducido de misiles de amplio alcance Scud o si
tenía armas de químicas o biológicas disponibles para
su empleo inmediato.
Ahora
bien, la ambigüedad en estos temas no fue transmitida de forma escrupulosa
por los servicios de inteligencia. ¿Por qué dentro de la
comunidad de los servicios de inteligencia no fuimos capaces de entender
la realidad en su totalidad? Porque algunas de las características
que describimos hoy hubieran sido descritas de manera un poco distintas
antes de la guerra.
A veces cometemos errores honestos; basamos nuestras conclusiones
en la lógica razonable, en suposiciones prudentes en torno al peor
escenario posible, y también en información proveniente de
fuentes que en otras ocasiones han sido confiables. A veces nuestro trabajo
se ha visto influenciado por aquello que queríamos. Ocasionalmente
han ocurrido errores por descuido. Pero quiero ser muy cuidadoso al separar
el error de la mala intención, recordándoles que el análisis
de inteligencia es un asunto muy tramposo.
Nunca se tiene toda la información que uno quiere;
con frecuencia ésta es contradictoria. Como analista, es un reto
muy serio traducir la información y volverla digerible para quienes
no son especialistas, o inclusive, para que sea entendida por expertos
reconocidos que tienen un tiempo limitado para absorber dicha información.
Por supuesto, también debe esperarse que ocasionalmente haya errores.
Una organización que no quiere sufrir el riesgo de cometer errores
no provee un buen análisis de inteligencia y no está haciendo
su trabajo.
Ahora, la razón principal por la que los estadunidenses
no entendieron la naturaleza de la amenaza que Irak representaba, en mi
opinión, fue el fracaso de los más altos funcionarios de
la administración por hablar honestamente de los datos de inteligencia
que les habían mostrado. La actitud fue: "nosotros ya tenemos las
respuestas, dennos la informacion de inteligencia que respalde a esas respuestas".
Al revisar la lista de las deficiencias de la administración
Bush, o de las distorsiones que ésta promovió, uno tiene
que decir, en primer lugar y sobre todo, que se infló la
amenaza nuclear. Como ya lo dije antes, no creo que hubiera una reconstitución
o actualización activa del programa de armas nucleares. Las historias
que se di-fundieron de esto son bien conocidas: el uranio de Níger
y los informes sobre los tubos de aluminio.
Me limitaré a recordarles que muchas de las críticas
a estos informes ocurrieron desde meses antes de que estos temas fueran
del conocimiento público.
En el caso de Níger, es un hecho que tanto en el
Departamento de Estado como en el Instituto de Investigación para
la Energía Nuclear (en Moscú) se dijo desde antes de la guerra
que la información era mala, y que no valía la pena invertir
más tiempo en analizarla.
En el caso de los tubos de aluminio, existía una
verdadera controversia, y aun así no fue descrita de manera honesta
para el público por los funcionarios del gobierno. Condoleezza Rice
aseguró que ese aluminio sólo podía ser usado en centrifugadoras
(para enriquecer uranio). Ningún participante en los debates al
interior de la comunidad de inteligencia hubiera podido jamás hacer
una aseveración como esa. Medios de prensa estadunidenses citaron
a un funcionario, a quien no identificaron, que dijo: "¿Pero de
qué camión de nabos creen que nos hemos caído? No
hay duda alguna de que esos tubos de alumnio pueden usarse en centrifugadoras
de gas".
Bueno, pues sí había dudas sobre ello y
fueron aumentando con el tiempo, y quienes pensaban así eran personas
serias que tenían conocimientos especializados sobre ese tema.
Antes intenté diferenciar el error de la mala intención,
pero también debo distinguir el error sin consecuencias de la distorsión
que sí las tuvo. Y me temo que tendría que citar algunos
pronunciamientos que hizo el presidente al hablar de los más flagrantes
ejemplos de distorsiones que tuvieron consecuencias muy graves.
Bush dijo en un discurso a la nación, el 17 de
marzo, que "datos de inteligencia recabados por éste y otros gobiernos
no dejan duda de que el régimen iraquí aún posee y
oculta algunas de las más letales armas jamás concebidas".
"No dejan duda". Obviamente el presidente se refería,
y con toda probabilidad, al continuo interés de Irak en las armas
químicas y biológicas. Asumió que existían
estas armas. Pero esto no era dado por hecho al interior de la comunidad
de los servicios de inteligencia.
"¿Las más letales armas jamás concebidas?"
Bueno, las armas nucleares son las armas más letales jamás
concebidas. Irak no tenía armas nucleares, sólo un programa
nuclear que no había sido activamente rehabilitado. Yo creo que
inclusive se puede argumentar que si se habla de un avión B-29
cargado con una bomba incendiaria, o de una flotilla de ellos, se habla
de un arma mucho más letal que las armas biológicas y químicas
de los programas iraquíes.
Está también el nexo con Al Qaeda, y sólo
para darles una muestra de esto les recordaré lo dicho por el presidente
Bush: "Las células terroristas y los regímenes ilegales que
construyen armas de destrucción son dos caras de la misma maldad".
El presidente aseguró: "Saddam Hussein ayuda y
protege a terroristas, incluidos miembros de Al Qaeda. Imagínense
a esos 19 aeropiratas (del 11 de septiembre de 2001) con otras armas y
otros planes, esta vez armados por Saddam Hussein".
Después, en el discurso en que puso fin a las operaciones
en Irak, a bordo del portaviones Abraham Lincoln, aseguró:
"La li-beración de Irak es un avance crucial en la campaña
contra el terror. Hemos eliminado a un aliado de Al Qaeda".
Saddam y Osama Bin Laden como aliados, como las dos caras
de la misma maldad. Esto no es verdad, según todos los expertos
en terrorismo en Medio Oriente con los que he hablado. Admito que no he
realizado una encuesta, pero debido a que no he logrado encontrar a un
solo analista que comparta el punto de vista del presidente Bush, no dudo
en afirmar que ningún experto piensa así.
Y concluyo rescatando una cita del congresista Tom DeLay,
quien recientemente defendió la postura del presidente haciendo
notar que "es muy fácil encontrar una pequeña falla aquí
y otra allá".
Bueno, pues mi respuesta a esto es que una pequeña
falla de presentación aquí y otra pequeña falla allá
han promovido una visión fundamentalmente errónea de la realidad,
y que ha erosionado muy seriamente la credibilidad del gobierno de Estados
Unidos en el mundo.
(Extractos del discurso de Greg Thielmann en la conferencia
de prensa de la Arms Control Association en el National Press Club, Washington,
el 9 de julio de 2003)
* Thielmann, recientemente retirado, es un ve-terano funcionario
que trabajó durante 25 años en el Departamento de Estado.
Fue director de la Oficina de Proliferación y Asuntos Militares
y en la Oficina de Inteligencia e Investigación de dicha dependencia.
Esta división está encargada de monitorear, reportar y analizar
todo dato de inteligencia referente a una amplia gama de temas políticos
y militares, y remitirlos a la más alta dirigencia del Departamento
de Estado.
Traducción: Gabriela Fonseca
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