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México D.F. Sábado 26 de julio de 2003
ARGENTINA: UNA DECISION HISTORICA
Después
de la concesión al juez español Baltasar Garzón del
pedido de extradición desde México del capitán de
navío, genocida y torturador Ricardo Cavallo, el presidente argentino
Néstor Kirchner acaba de adoptar una decisión histórica
que sienta nuevamente las bases de una justicia penal universal para la
violación de los derechos humanos, las torturas y los crímenes
de lesa humanidad. Con su resolución, Kirchner ordena la detención
de 46 altos jefes y oficiales de la última dictadura militar (1976-1983),
requeridos por diversos tribunales internacionales por su terribles crímenes,
cometidos inclusive contra ciudadanos extranjeros (suecos, italianos, franceses
y españoles, entre otros). Los tribunales nacionales deberán
estudiar cada caso antes de conceder la extradición (lo cual podría
exigir meses de trámites), pero los militares permanecerán
durante ese lapso detenidos (algunos de ellos ya lo están, respondiendo
a procesos anteriores).
Entre los presos y los que serán arrestados figuran
todos los miembros de las sucesivas juntas formadas por los jefes del ejército,
la marina y la aeronáutica (por ejemplo, Jorge R. Videla, el hombre
del Opus Dei; el almirante Emilio E, Massera, monstruo responsable de los
asesinatos en la Escuela de Mecánica de la Armada, que se enriquecía
con los haberes de sus víctimas; Omar Graffigna; Armando Lambruschini;
Jorge I. Araya; Basilio Lami Dozo, además del procónsul de
la ciudad de Rosario, Carlos Guillermo Suárez Mason, o el otro carnicero,
éste de la de Tucumán, Antonio Domingo Bussi (recientemente
elegido alcalde de la misma por sólo 17 votos de diferencia), o
el dictador de Córdoba e incinerador de libros Luciano Benjamín
Menéndez, experto en asesinar a civiles desarmados pero que se rindió
sin combatir en la guerra de las Malvinas, al igual que otro marino, infiltrado
en los grupos de derechos humanos y asesino de monjas francesas, Alfredo
Astiz, quien tampoco disparó un solo tiro contra las tropas inglesas.
Entre los 46 que ahora están detrás de los barrotes figuran
además los torturadores de la Escuela de Mecánica de la Armada,
superiores, compañeros y cómplices de Cavallo, y también
algunos de los "peces chicos", como el suboficial de la Prefectura Marítima,
Juan Antonio Azic, quien intentó suicidarse para no ser detenido
y enviado a España. La medida hará pensar dos veces a los
militares en actividad sobre lo que puede costarles violar la Constitución
dando un golpe de Estado y, sobre todo, ponerse por encima de las leyes
en su actividad política o represiva. Esta lección es particularmente
oportuna cuando el presidente Kirchner encuentra una sorda resistencia
castrense en su condena a la barbarie de la dictadura, como se expresó
en el elocuente silencio con que los militares acogieron su discurso al
respecto el pasado 9 de julio, aniversario de la independencia argentina.
Además, al suprimir la flagrante desigualdad ante la ley, consistente
en dar a los militares el derecho a prescindir del Código Penal,
Kirchner refuerza la independencia de la justicia (y abre el camino para
una depuración de la misma).
El indudable apoyo popular que con esta medida logrará
el presidente Néstor Kirchner le permitirá, sin duda, depurar
mejor el aparato judicial y el represivo y, sobre todo, derogar las anticonstitucionales
leyes de Obediencia Debida y de Punto Final, firmadas y respetadas por
los gobiernos posteriores a la dictadura, leyes que amnistiaron a los torturadores
y asesinos. Ahora -¡por fin!- éstos estarán presos
y la amenaza que para el poder civil representaba su peso relativo en el
sector castrense disminuirá. La ultraderecha argentina, que apoyó
a la dictadura, lucró con ella y mantiene fuertes lazos con el sector
castrense, retirado o en actividad, ve con disgusto estos esfuerzos por
renovar la justicia y establecer el imperio de la ley, pero aunque es fuerte,
es minoritaria y, sobre todo, nada puede hacer sin el apoyo de Washington.
Ahora bien, Kirchner acaba de lograr en Estados Unidos
luz verde para su decisión histórica porque, por ahora, para
el gobierno de Bush los genocidas y dictadores en América Latina
no son funcionales. Este es, pues, un gran día para la democracia
en Argentina y en el mundo, y sus repercusiones -incluso en lo referente
a los crímenes de guerra cometidos por estadunidenses- no se harán
esperar.
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