México D.F. Domingo 27 de julio de 2003
Emprende lucha contra Bital y exige el respeto a sus derechos humanos
Despiden y niegan atención médica a empleado bancario por tener sida
ANGELES CRUZ
Víctor trabajó como ejecutivo de cuentas durante cinco años en el banco Bital y era considerado un buen empleado. Su estabilidad laboral se puso en entredicho cuando los directivos de la institución financiera se enteraron de que tiene sida. Aun cuando mantiene su capacidad productiva, en mayo de 2002 lo despidieron. Simplemente "me dijeron que mi puesto desaparecía".
Lo peor de la situación que vive este joven ha sido la discriminación y el mal trato por parte de sus antiguos jefes e inclusive de médicos de clínicas privadas. Al grado de que el policía que vigila el acceso a las oficinas administrativas de Bital, ubicadas en Paseo de la Reforma, le arrebató la credencial que lo acreditaba como empleado del banco. Asimismo, Homero Vale, del área de relaciones laborales, pretendió obligarlo a firmar una renuncia voluntaria, le negó el derecho a utilizar los servicios de un abogado laboral y le dijo: "entiende, esto es entre tú y el banco, nada más".
En un principio, Víctor, de 36 años, quería que lo reintegraran en su puesto, pero a más de un año de haber salido, lo que le interesa es lograr el respeto a sus derechos humanos, porque no sólo fue privado de manera injustificada de su empleo, sino que el banco también le niega su derecho a la salud y a la vida.
Desde principios de 2003 dejó de tomar los medicamentos antirretrovirales que le ayudaron a recobrar su salud a mediados del año anterior. "No he encontrado otro trabajo y ya no tengo dinero", comenta. Mientras pudo asistió a consulta con médicos privados e inclusive pagó las terapias, pero ya no puede.
El vía crucis de Víctor comenzó en febrero de 2000 cuando enfermó de herpes, el cual fue mal atendido por el servicio médico que el banco Bital tenía contratado en Satélite. Por esa razón estuvo dos meses incapacitado. En esa época perdió 20 kilos de peso.
Al año siguiente, en febrero, sufrió una parálisis facial del lado derecho. También estuvo inhabilitado para trabajar durante varias semanas y luego, en noviembre de 2001, sufrió de peritonitis. Entonces acudió a la clínica San José, localizada en la zona de Satélite, pero debido a que no se encontraba el médico responsable de la atención de los trabajadores del banco, tuvo que trasladarse a otro hospital, donde finalmente lo operaron.
Durante todo este tiempo Víctor desconocía el origen de sus males. "Algo me imaginaba, pero ya sabes, me negaba a aceptar que pudiera ser sida", admite. Para febrero de 2002 nuevamente vio mermada su salud. Estaba cansado, sin apetito. De 80 kilogramos que pesaba bajó a 60. En ese momento un médico privado -que no pertenecía al servicio que proporciona el banco- le recomendó practicarse la prueba de detección del VIH.
A los pocos días y ya con el resultado del análisis sanguíneo, Víctor tuvo que trasladarse de urgencia al Centro Médico Dalinde, situado en la colonia Roma, por un intenso dolor abdominal. Tenía dañada la vesícula y nuevamente requería de una operación quirúrgica. Los médicos de turno, enterados de que era portador del VIH, se negaron a realizar la cirugía, e inclusive señalaron a su familia que "de cualquier manera se iba a morir".
Para buena suerte del enfermo, Manuel Feregrino, especialista en el tratamiento de enfermos de sida, le proporcionó la atención que necesitaba. Después de la operación, Víctor permaneció durante cinco días inconsciente y en terapia intensiva. "Estuviste a punto de morir", le dijo el doctor.
Además de extraerle la vesícula, los médicos le destaparon las arterias y detectaron otra afectación que tenía en el pulmón. Para entonces Víctor llegó a pesar 38 kilogramos.
Luego de tres meses se recuperó. Hasta entonces logró ingerir alimentos y ponerse de pie. Había empezado la terapia antirretroviral, por recomendación de Feregrino, quien también rechazó la pretensión de Bital de dar de alta a Víctor cuando apenas había transcurrido un mes y medio de la operación.
Víctor se recuperó y estaba listo para reincorporarse a su empleo en mayo de 2002, cuando los directivos del banco le notificaron que estaba despedido. Comenzó entonces una demanda laboral que a la fecha no ha avanzado. Se han realizado tres audiencias y la próxima está programada para el 25 de agosto. Espera que antes de esta cita el banco le envíe una propuesta de conciliación, la cual necesariamente tendrá que incluir los gastos médicos.
Actualmente está bien, pero "en cualquier momento me puede pasar algo, sobre todo porque ya no estoy tomando las medicinas", comenta Víctor, y también recuerda que a pesar de todo lo malo que ha vivido y sufrido, tiene el apoyo de su familia, principalmente de su padre, quien a pesar de ser una persona conservadora, acepta y apoya a su hijo de manera incondicional.
|