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México D.F. Lunes 28 de julio de 2003
Iván Restrepo
Viaje ahora, legisle después
Cada año diversos grupos de legisladores acostumbran visitar otros países con el objeto, dicen, de intercambiar ideas con sus colegas de otros lados para mejorar las tareas legislativas en México. Si son los integrantes de alguna de las comisiones responsables de asuntos como transporte, energéticos, ciencia, educación o ecología advierten que las visitas también se hacen para conocer la manera en que otras naciones han resuelto problemas que son un lastre en nuestro país. Durante y después del viaje aparecen boletines en los que se informa sobre la importancia de los temas abordados en las reuniones con sus homólogos europeos, asiáticos o latinoamericanos. Después, no volvemos a saber la suerte que tuvieron los reportes y propuestas, si es que las hubo, de los legisladores viajeros a las instancias correspondientes de ambas cámaras o de la asamblea de la ciudad.
La más reciente gira fue de los cinco integrantes de la comisión del Senado de la República encargada de ver los asuntos del Distrito Federal. Se fueron a Italia y Alemania a entrevistarse con los presidentes de las comisiones de Medio Ambiente y Transporte de las cámaras de diputados y de senadores de esos países. Y vaya que descubrieron cosas importantes: entre otras, que los programas y acciones del gobierno para reducir la contaminación de la ciudad de México son insuficientes, por lo que se debe aprovechar la experiencia de otras grandes urbes para adecuar las normatividades existentes y contribuir a resolver los problemas derivados del deterioro ambiental.
Resulta que esto es archisabido por autoridades, legisladores y especialistas. Desde hace por lo menos 40 años, delegaciones de funcionarios y técnicos van al exterior cada vez que hay oportunidad de averiguar cómo lograr el desarrollo sustentable de la ciudad. También nos visitan expertos, legisladores y funcionarios de las grandes potencias para firmar convenios de cooperación, tratar de vender tecnología o asegurar créditos bajo condiciones favorables e irse luego a Xochimilco, Acapulco y Teotihuacán. En fin, se conocen muy bien las herramientas más adecuadas para bajar la contaminación y conservar los recursos naturales en la metrópoli, pero no se establecen porque falla la legislación, las autoridades no aplican la existente, se olvidan los programas aprobados y anunciados con gran despliegue publicitario. O las cosas no marchan por falta de recursos y apoyo de la población. Así ocurre con el transporte y el agua potable, asuntos que conocen muy bien los senadores viajeros.
El primero contribuye enormemente a la contaminación de la zona metropolitana porque es obsoleto. Van nueve sexenios en los que se repite esto, pese a que está en manos de las autoridades y legisladores modernizarlo, dando preferencia al transporte público y no al privado: más apoyo al Metro, al tren ligero, a tranvías y a trolebuses que a micros, combis y coches particulares. Es lo que hacen en las grandes ciudades, donde sí han logrado reducir la contaminación y tener un transporte eficiente y limpio con choferes que hasta hablan dos idiomas.
En cuanto al agua, cada sexenio aparecen estadísticas sobre el uso irracional (se pierde por fugas la tercera parte del agua que entra a la red de distribución), servicio súper subsidiado y decenas de empresas que no pagan un centavo por el líquido que consumen, además de sobreexplotación de los mantos freáticos con todo lo negativo que esto significa para la cuenca. Paralelamente, el agua de lluvia, que cae con tanta abundancia cada año en esta época, se escapa contaminada y sin utilizarse.
Hay otros problemas que a nuestros legisladores les gusta salir a conocer: la basura, el ruido, los centros de abasto, la conservación de áreas verdes, bosques y selvas, las políticas metropolitanas. Pero con el transporte y el agua basta por hoy para insistir en que lo que falta es voluntad política, no soluciones técnicas.
En momentos en que la ciudadanía expresa su insatisfacción por el pobre desempeño del gobierno del cambio, los partidos políticos y el Poder Legislativo siguen los viajes para descubrir el hilo negro. Y con cargo al bolsillo de la ciudadanía.
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