México D.F. Lunes 28 de julio de 2003
EDUCACION: BOMBA DE TIEMPO
Las
cifras de estudiantes rechazados o desplazados a opciones no deseadas en
los exámenes de ingreso a bachillerato y licenciatura en la capital
del país constituyen una radiografía alarmante sobre las
deficiencias del sistema educativo nacional y sobre los peligros de no
corregirlas a tiempo. Según la Coalición Trinacional en Defensa
de la Educación Pública, el Comité Estudiantil Metropolitano
y diversos investigadores de la UNAM y la UAM, el examen único de
ingreso a bachillerato desplazará a opciones no deseadas a unos
130 mil jóvenes y otros 6 mil, al menos, quedarán excluidos
de ese ciclo. En el próximo ciclo lectivo otros 100 mil estudiantes
de preparatoria dejarán de serlo. Habida cuenta de la incapacidad
oficial para generar empleos, esos muchachos habrán de buscarse
un futuro, en el mejor de los casos, en la economía informal, en
tanto que parte de ellos acabará en la sentina de las adicciones
o en los callejones de la delincuencia.
En primer término, esta realidad atroz revela las
inconsecuencias de un sistema educativo que distribuye certificados de
secundaria a jóvenes a los que posteriormente cierra el ingreso
a la educación media superior. Ante esta contradicción sólo
puede concluirse que la certificación de la educación secundaria
por la SEP es una simulación y un fraude, o bien que los procesos
de selección para el siguiente ciclo resultan demasiado estrictos.
En otro sentido, tanto las deficiencias de la enseñanza
pública primaria y secundaria como la presión demográfica
sobre los centros de educación superior vienen como anillo al dedo
a los ideólogos de la privatización a ultranza que sueñan
con trasladar el centro de gravedad del sistema educativo público
a planteles privados en todos los ciclos de enseñanza.
Esta presión resulta especialmente grave en el
caso de la UNAM, la cual no puede, por lógica, expandirse para dar
cabida a más de 130 mil aspirantes que cada año buscan matricularse
en alguna de las licenciaturas que imparte la máxima casa de estudios.
La solución a la demanda de educación superior en la zona
metropolitana es diversificar la oferta creando nuevas instituciones universitarias.
Sin embargo, desde la constitución de la UAM en los primeros años
setenta hasta la fundación de planteles universitarios por la administración
capitalina actual -es decir, en treinta años-, no se generó
ninguna alternativa importante de educación superior pública
en el valle de México. De esa forma se propició la presión
periódica de los movimientos de rechazados sobre la UNAM y se abonó
el terreno para el surgimiento de incontables universidades patito que
son, en realidad, negocios que basan su rentabilidad en las altas colegiaturas
y los ínfimos niveles educativos.
Cuando ha transcurrido la mitad de su mandato, el actual
Ejecutivo federal no ha sido capaz de articular propuestas claras -y mejor
no hablar de acciones concretas- orientadas a resolver las miserias, los
cuellos de botella y las inconsistencias del sistema educativo. El grupo
en el poder se ha limitado a dejar que sigan desarrollándose las
tendencias privatizadoras en la educación -que vienen desde el salinato
y el zedillato- y a contemplar cómo las escuelas oficiales y las
universidades públicas se acercan a la ruina. En aras de la viabilidad
nacional, la sociedad debe exigir al poder público que revierta
esas tendencias, antes que sea demasiado tarde.
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