México D.F. Viernes 1 de agosto de 2003
Gilberto López y Rivas
El virreinato de la Nueva España
El pueblo vasco tiene una continuidad histórica multisecular y su idioma, navarrorum o euskara, es un sobreviviente de la época del imperio romano. Siglos de avatares en busca de su liberación nacional y social dan testimonio de la férrea voluntad de constituirse en una entidad política no sólo autónoma, sino independiente, lo cual plantea un complejo reto sin soluciones plausibles en el corto plazo. En el fondo del problema vasco siempre estará el derecho a la autodeterminación que dio origen a los procesos nacionalitarios de los dos últimos siglos y que conformó la actual comunidad de estados nacionales.
El feroz bombardeo nazi de Gernika, la ciudad en donde se encuentra el árbol que simboliza la identidad y la lucha de los vascos, quedó plasmado para la posteridad en todo su dramatismo en la célebre obra de Pablo Picasso. Los vascos contribuyeron con 50 mil muertos y 200 mil exiliados a la lucha mundial contra el fascismo. Este pueblo de resistentes y libertarios provocó el odio del dictador Francisco Franco, quien en represalia declaró a Biskaia y Gipuzcoa "provincias traidoras".
Hoy en nuestro país se redita la historia colonial en cuanto a los vascos se refiere. El virrey en turno de la Nueva España, don Vicente Fox Quesada, acata dócilmente las órdenes de la metrópoli española para hostigar y perseguir a hombres y mujeres de origen vasco que viven pacífica y legalmente en México. El gobierno foxista ha continuado con la política de colaboracionismo con los servicios policiales y de inteligencia españoles, iniciada por Ernesto Zedillo, que ha dejado un saldo de 26 ciudadanos vascos entregados al gobierno de Madrid. Esta política ha significado una ruptura evidente con la tradición de asilo del Estado mexicano, una violación a la Constitución, a la soberanía nacional y la sumisión a los dictados de la internacional imperialista del eje Bush-Blair-Aznar que se ha gestado a partir de la "guerra contra el terrorismo".
Durante el gobierno de Fox los actos ilegales dieron inicio con la expulsión al vapor de Juan Miguel Etxendia, a quien no le fueron garantizados sus derechos a un juicio imparcial en territorio mexicano. De acuerdo con la apreciación de un destacado jurista, a Etxendia le fue aplicado un procedimiento de expulsión que hubiera significado enviarlo fuera del territorio nacional sin perder su libertad. En cambio, fue entregado a las autoridades españolas cual si fuera una extradición, sin mediar el juicio correspondiente. Ya en Madrid fue torturado. Con esto, el gobierno foxista violentó no sólo las leyes mexicanas, sino también los tratados internacionales sobre tortura y derechos humanos. La ambigua y facciosa política de derechos humanos del presidente Fox es puesta en entredicho una vez más.
La infamia continúa hoy con Lorenzo Llona. A este afable ciudadano mexicano de origen vasco se le han violado sus derechos amparados en la Constitución. El y su familia (integrada por mexicanos de nacimiento) han sido acosados por policías y agentes de inteligencia extranjeros en suelo patrio. Estos le han ofrecido, a cambio de convertirse en delator de vascos residentes en México, todo tipo de garantías para su seguridad, además de bienes materiales. La negativa digna por parte de Llona determinó su posterior detención. El endeble procedimiento judicial en su contra es evidente: lo acusan de cometer un supuesto delito en España, en el mismo día que en tierras mexicanas tramitaba la forma migratoria que le permitía estar legalmente en el país, como se ha demostrado fehacientemente ante los tribunales.
Esta ofensiva policial y judicial no ha sido exclusiva contra Llona. Forma parte de un plan más ambicioso, que hasta el momento mantiene en la cárcel a seis vascos y en arraigo a tres mexicanos solidarios a quienes se les acusa con delitos fabricados, que han servido como cortina de humo mediática para justificar la campaña represiva.
Es tiempo de que el Congreso de la Unión, las fuerzas políticas y la sociedad civil llame a cuentas a Fox por el quebrantamiento de la legalidad, pero también por pretender borrar una de las tradiciones más nobles de la historia mexicana: aquella que se nutre de lazos entrañables como el cimentado por el patriota vasco Francisco Xavier Mina, quien fue fusilado combatiendo contra la tiranía española, por la libertad y la independencia del pueblo mexicano.
Retomando la tradición cardenista, auténtica defensora de los derechos humanos y del derecho a la libre autodeterminación de los pueblos, exigimos hoy la libertad inmediata de Llona y de todos los presos políticos, vascos y mexicanos, así como el cese a la persecución de la comunidad vasca en nuestro país.
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