.. |
México D.F. Viernes 1 de agosto de 2003
BASTA DE DOGMATISMO ECONOMICO
Al
presentar al presidente Vicente Fox el Programa de Generación de
Empleos para el Segundo Semestre de 2003, el jefe del gobierno capitalino,
Andrés Manuel López Obrador, señaló, una vez
más, la urgente necesidad de cambiar la estrategia económica
vigente y reactivar la inversión pública, fortalecer el mercado
interno, intensificar la construcción de obras públicas y
fortalecer la economía popular. El gobernante capitalino defendió
el "modelo de desarrollo económico con dimensión social"
que aplica su administración en el Distrito Federal y argumentó,
a favor de ese modelo, el hecho de que, a pesar del estancamiento económico
del último trienio, el desempleo en la entidad no se ha incrementado.
Los señalamientos del gobernante capitalino ponen
en cuestión los propósitos iniciales del presidente Fox,
quien en su toma de posesión ofreció distanciarse de las
políticas neoliberales que llevaban, ya para entonces, 18 años
-es decir, tres sexenios seguidos- de causar estragos en la economía
nacional. A contrapelo de tales promesas, el régimen actual ha proseguido
fielmente las recetas macroeconómicas introducidas por Miguel de
la Madrid, profundizadas por Carlos Salinas y llevadas hasta la tragedia
y el absurdo por Ernesto Zedillo: feroz disciplina fiscal, contención
antinflacionaria, privatización de todos los bienes y servicios
públicos imaginables, apertura comercial indiscriminada, concesiones
a la especulación en detrimento de la producción y canalización
de ríos de dinero a los empresarios que malbarataron las empresas
públicas privatizadas: bancos, carreteras, ingenios.
La clave del empecinamiento en dogmas liberales que ya
no defienden ni siquiera el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
parece encontrarse en la persistencia, dentro de la administración
pública, de tecnócratas como Francisco Gil Díaz, Guillermo
Ortiz Martínez, Santiago Levy y muchos otros fundamentalistas económicos
que escalaron posiciones de poder en los últimos tres sexenios priístas.
Ciertamente, en el espíritu tecnocrático
y neoliberal confluyen tránsfugas del priísmo con panistas
como el secretario de Economía, Fernando Canales Clariond, quien
ayer, ante integrantes de la Comisión Permanente del Senado, tuvo
la ocurrencia de culpar al Congreso de la Unión por el mal desempeño
económico del foxismo y por la incapacidad de superar un estancamiento
que ya parece más bien empantanamiento.
Los signos siguen siendo desalentadores e incluso alarmantes.
La semana pasada el propio Fox hubo de echar marcha atrás en su
optimismo en materia de empleo y se vio obligado a pedir ayuda, consejo
y colaboración a las otras instancias del poder público y
del sector privado. Anteayer el Banco de México redujo, por enésima
ocasión, una previsión gubernamental de crecimiento económico
-la más reciente del Ejecutivo federal para este año era
de 3 por ciento- y la situó en 2 por ciento. Para el grueso de la
población, eso significa, entre otras realidades amargas, que el
desempleo seguirá al alza y que los salarios continuarán
constreñidos, en el mejor de los casos, a sus niveles actuales.
En tales circunstancias, sería deseable que los operadores políticos
del gobierno federal hicieran ver al Presidente los riesgos a la gobernabilidad
que implican el desempleo y las expectativas frustradas -de remuneración,
consumo, vivienda, educación, salud y alimentación-, la necesidad
de cambiar la estrategia y la pertinencia de dar la espalda a quienes,
tras dos décadas de cosechar fracasos, siguen dictándola.
|