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México D.F. Viernes 1 de agosto de 2003
Leonardo García Tsao
Los verdaderos replicantes
En una temporada plagada por segundas partes decepcionantes
(Matrix recargado) o francamente desechables (Los ángeles
de Charlie al límite, Legalmente rubia 2), no sorprende comprobar
que los responsables de Terminator 3. La rebelión de las máquinas
hayan optado por una aplicada reproducción de las cualidades de
sus antecesoras, debidas a James Cameron antes de autoproclamarse "rey
del mundo", a causa del éxito de Titanic.
Si bien Cameron se desentendió de la tercera secuela
de su creación más imaginativa a la fecha, los productores
no cometieron el error de confiarle la franquicia a algún novato
presuntuoso -como David Fincher cuando se hizo cargo de Alien 3,
por ejemplo-, sino a alguien consciente de fungir de mano de obra. En lo
que va de su carrera, al realizador Jonathan Mostow se le podría
comparar con esos mecánicos especializados en reparar autos clásicos
y hacerlos andar. No ha mostrado la imaginación para inventar algo
nuevo, pero al menos conoce los mecanismos que hacen funcionar a los viejos
modelos.
En
ese sentido, Terminator 3 es, a la vez, una réplica de y
una réplica a las películas anteriores. El guión de
John D. Brancato y Michael Ferris relabora el mismo argumento de las otras
con una variante: esta vez es un cyborg con forma femenina el enviado
desde el futuro para eliminar a John Connor (no a su madre Sarah, quien
ya ha muerto). Sin embargo, el orden de los factores ha sido alterado.
Por ejemplo, si Cameron concluía las dos anteriores con una feroz
persecución en la cual los héroes viajan en una camioneta
endeble mientras el robot asesino los acosa con un vehículo pesado,
esta vez la secuencia ocurre apenas iniciadas las hostilidades, para abrir
boca con un excesivo derby de demolición. Igualmente, las imágenes
de devastación nuclear que iniciaban Terminator 2 y se revelaban
como una pesadilla de Sarah, se vuelven ahora realidad en el inevitable
cumplimiento del Día del Juicio Final, enunciada por aquella cinta.
Ahora la compañera involuntaria de acción
será Kate Brewster (Clare Danes), una veterinaria de Los Angeles,
quien descubre estar predestinada a formar pareja y luchar con John (Nick
Stahl) contra las máquinas. En un apropiado apunte edípico,
Kate empezará a atraerle a John cuando adopta la actitud combativa
de Sarah: "Me recuerdas a mi madre", le dice en tono admirativo.
Para revolcar a la misma gata con gracia, Mostow usa con
frecuencia un tono humorístico que casi parodia a la franquicia,
centrado en la presencia autoburlona de Arnold Schwarzenegger. La primera
aparición pública del viejo Terminator, "un modelo
obsoleto" según él mismo, subraya esa intención: en
lugar del bar poblado de motociclistas rudos de la película anterior,
ahora entra a una especie de Chippendale de cuarta, donde un afeminado
desnudista es despojado de su traje de cuero. La canción alusiva
no es el blues Bad to the bone, sino Macho Man, el himno
gay popularizado por The Village People.
A pesar de los chascarrillos, centrados sobre todo en
la mente literal del robot, Schwarzenegger logra salir de su habitual inexpresividad
para el momento más dramático de Terminator 3: una
vez que la villana ha corrompido su programa, el T-800 se debate con su
mandato existencial de no matar a sus protegidos. Esta es una de las contadas
instancias en que la secuela aborda el juego de paradojas desarrolladas
por Cameron (quien no pudo evitar huecos de lógica en los cambios
de tiempo. Si las máquinas del futuro tienen la ventaja de enmendar
el pasado, ¿por qué sus envíos de asesinos son tan
espaciados? ¿O por qué no han tratado de impedir que Sarah
Connor nazca?).
Por cierto, la caracterización del T-X, la llamada
Terminatrix (Kristanna Loken) no está a la altura de su herencia.
Con el aspecto de una malencarada actriz porno, el personaje no
consigue esa aura de tenaz malevolencia y amenaza permanente de sus predecesores,
a pesar de estar planteada como un modelo más dañino e indestructible.
Eso sí, los efectos digitales han progresado mucho en 12 años,
y las diferentes mutaciones de la cyborg son espectaculares, sin
tener la apariencia de dibujo animado.
El principal mérito de Mostow fue no dejarse avasallar
por la tecnología, valga la ironía. Al margen del presupuesto
millonario, el cineasta ha trabajado con la intuición de un afanoso
artesano de serie B, reconociendo que el cine de géneros no debe
depender de los efectos especiales para dejar satisfecha a la clientela
de verano, sino de una acertada combinación de buenos personajes,
humor, eficacia narrativa, acción violenta y un tema de relevancia
actual.
TERMINATOR 3. LA REBELION DE LAS MAQUINAS
(Terminator 3. Rise of the Machines)
D: Jonathan Mostow/ G: John D. Brancato, Michael Ferris,
sobre un argumento de Brancato, Ferris y Tedi Sarafian, a su vez basado
en personajes creados por James Cameron y Gale Ann Hurd/ F. en C: Don Burgess/
M: Marco Beltrami/ Ed: Neil Travis, Nicholas de Toth/ I: Arnold Schwarzenegger,
Nick Stahl, Clare Danes, Kristanna Loken, David Andrews/ P: C2 Pictures,
IMF Pictures, Mostow-Lieberman Productions. EU, 2003.
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