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México D.F. Sábado 2 de agosto de 2003
DESFILADERO
Jaime Avilés
Halliburton en Chiapas
Se fue la Lele Sañudo
Marcos reaparece en medio de una crisis general,
marcada por el retorno de Salinas
ADIOS, LELE. TENIAMOS 15
o 16 años. Ibamos en primero o segundo de prepa. Estábamos
estudiando una tarde en la casona que don Tarcisio Sañudo, el mero
mero de las Salas Chopin, había construido para su numerosa familia
en la coyoacanense colonia Del Carmen cuando de pronto una voz metálica
nos dejó helados: "Terrícolas... Terrícolas..." ¿De
dónde venía eso? No lo sabíamos, pero ahí estaba
de nuevo. "Terrícolas, entréguense o serán eliminados
con el rayo negro". Como decía Cabrera Infante, parodiando a Neruda,
"nosotros, los de entonces, siempre éramos los mismos", es decir,
Gavaldón, Padruno, Mendizábal, Arrieta y, desde luego, Xavier
Sañudo, el anfitrión, pero en ese momento, en lugar de la
voz aterradora, irrumpió una mezcla de ruidos siderales y una carcajada
estrepitosa nos llenó de alivio y ganas de salir al patio a mentar
madres porque en aquella residencia atiborrada invariablemente de los más
avanzados aparatos electrónicos, Tarcisio chico, el hermano mayor
de nuestro amigo, había instalado una bocina oculta y se había
escondido en la azotea con un micrófono y una pequeña consola
para divertirse a nuestras costillas. Las vagas imágenes de ese
recuerdo antiquísimo saltaron entre una oscura sensación
de dolor cuando hace unos días, en este diario, leí las esquelas
que anunciaban la repentina muerte de María Elena Sañudo
y expresaban condolencias a su esposo y a sus cuatro hijos, el menor de
los cuales se llama precisamente Tarcisio. Fue al ver el nombre de este
muchachito, de apenas 11 años de edad, cuando la memoria hizo clic
y desencadenó las recordaciones.
Porque
todos le decíamos la Lele. Era una niña morena, discreta
y silenciosa, de carácter apacible y de buen humor, que pocos años
después se hizo novia de un güerito más bien tímido
al que Susana, mi hermana, le dio el apodo de El muchas gracias, quizá
porque ésa era la expresión que Manuel Angel Núñez
Soto repetía, a la menor provocación, con mayor frecuencia.
Cuando se acabó la prepa y dejé de
ver a los Sañudo, cada vez por periodos más largos, al igual
que a los amigos de esa pandilla, a cuyas bodas por ejemplo no asistí,
supe que la Lele se había casado con El muchas gracias,
y luego se acumularon las décadas y se revolvieron los olvidos
hasta que en una reunión del año pasado conocí, o
más bien reconocí con dificultad, porque había poca
luz en la sala, a Manuel Angel, ahora convertido en gobernador de Hidalgo,
quien aprovechó el momento para invitarme a Pachuca a visitar el
hospital siquiátrico Villas de Ocaranza, que no era sino el famoso
Modelo Hidalgo, del que tanto se ha hablado en este espacio en las semanas
recientes y que sin duda es uno de los motivos de orgullo de su administración.
La visita se llevó a efecto algunas semanas después,
en el contexto de una gira de la Cámara de Diputados, y durante
la comida que el gobernador ofreció a los legisladores más
tarde, en un aparte le pregunté por su esposa y quedamos imprecisamente
en volver a vernos, "pero en otro plan", para cenar con ella y con mi hermana,
algo que nunca sucedió, y así continuaron transcurriendo
los meses hasta la noche del pasado lunes, cuando me avisaron que la Lele
acababa de morir, víctima de una enfermedad que en un abrir
y cerrar de ojos se apoderó de ella para destruirla casi instantáneamente.
Esta página celebra la fecunda memoria de María
Elena Sañudo y abraza a Manuel Angel, a Claudia, Sofía, Herminio
y Tarcisio, así como a Xavier y a todas y todos los que en esta
hora tan triste con toda razón la lloran.
Mensaje desde Nueva York
Luego de un muy prolongado silencio, interrumpido por
la polémica iniciativa de provocar un debate con el juez Baltasar
Garzón y por la serie de reportajes acerca del PRD en los estados
de la República, el vocero del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional regresa a los medios con el propósito de restablecer vínculos
con la sociedad civil de aquí, de allá y de acullá,
en una coyuntura dominada por la incertidumbre que reúne no pocos
ingredientes.
El subcomandante Marcos vuelve a la escena en momentos
en que la figura pública de Vicente Fox se desvanece a pasos agigantados,
al tiempo que el fantasma de Carlos Salinas de Gortari adquiere una forma
cada día más sólida, ocupando el inmenso vacío
de poder en que se encuentra aislado el gobierno federal.
Pero al mismo tiempo, el estratega de las comunidades
indígenas rebeldes torna a la palestra ante el desconcierto total
de la sociedad política, que no parece tener ninguna respuesta a
los urgentes problemas que nos afligen: la recesión que se prolonga
por tercer año consecutivo, el desempleo galopante, el fracaso del
modelo maquilador, la crisis de todas las estructuras del campo, las notorias
carencias del sector salud, la invasión comercial de importaciones
chinas, la silenciosa pero acelerada privatización de Pemex, y antes
y después de todo eso nuestra insoportable dependencia de la economía
de Estados Unidos que, por si fuera poco, está en quiebra y navega
sin rumbo hacia una nueva caída, esperada por los expertos financieros
para antes de fin de año.
La reaparición de Marcos se produce en medio
del escepticismo y el desencanto de las fuerzas productivas, mayoritariamente
en receso, hoy por hoy desvinculadas de toda forma de proyecto político
y con escasos deseos de escuchar nuevas propuestas ni ganas de sumarse
a nuevas luchas de largo aliento sin objetivos claros, pero ávidas
de encontrar soluciones que nadie busca porque -tal como lo documenta Jesusa
Rodríguez en su más reciente espectáculo de cabaret,
Foximiliano y Martota, que congrega multitudes cada fin de semana
en El Hábito- el país no está leyendo y, por lo tanto,
no reflexiona y, por lo tanto -como bien lo señaló José
Emilio Pacheco durante la recepción del Premio Octavio Paz de poesía-,
vive de espaldas al mundo de las ideas.
En este contexto, una fuente confiable de esta página
ha decidido romper también su silencio para deslizar un comentario
a propósito de los informes que la semana pasada fueron publicados
aquí acerca del más reciente movimiento clandestino de Vicente
Fox, quien el 17 de julio, por medio de Pemex, inició la licitación
de contratos de servicios múltiples entre las principales compañías
trasnacionales de la industria petrolera.
De acuerdo con la fuente en cuestión, que desde
luego no puede ser identificada, en la Bolsa de Valores de Nueva York está
circulando la especie de que la supuesta licitación es una mera
formalidad, porque en los hechos Fox ha concesionado ya a la firma Halliburton
la exploración de los yacimientos de Chiapas.
La CIA y el Mossad
Halliburton, como todos sabemos, es la empresa de Dick
Cheney, vicepresidente de Estados Unidos, que tiene sus oficinas centrales
en Houston, Texas, desde donde atiende sus negocios en todo el planeta,
aunque por ahora está particularmente atareada en Irak. Lejos de
estar confirmado, ni mucho menos, el rumor que entretiene a los especuladores
bursátiles de Nueva York incita en cierta medida a reinterpretar
algunos de los reportajes que Hermann Bellinghausen envió hace algunos
meses desde Chiapas.
En ellos, el enviado permanente de La Jornada a
esa conflictiva región del sureste mexicano describió la
extraña presencia de un grupo de estadunidenses que montó
un negocio de "turismo ecológico" en un rancho a las afueras de
Ocosingo. Tales individuos se metieron en problemas con los zapatistas
de la zona y decidieron irse de allí en forma intempestiva, ahondando
las sospechas de que en realidad eran una avanzada de la CIA.
Por la misma época, Bellinghausen reportó
que en otros ámbitos de la selva Lacandona había indicios
de que otro grupo de estadunidenses e israelíes, aparentemente ligados
con el Mossad, realizaban inspecciones con propósitos no declarados.
Ahora todo ello cobra sentido potencialmente si pudiera
confirmarse que el gobierno de Fox ha dado vía libre a Halliburton
para que esta empresa explore lo que, por otra parte, ya fue explorado
a principios de la década anterior, por una petrolera francesa comisionada
para ello por la administración de Salinas de Gortari.
A lo largo de los años transcurridos desde entonces,
los conocedores del movimiento iniciado por el EZLN dieron por buena la
existencia de esas reservas de crudo y gas -en proporciones que ahora se
dice son "fabulosas"-, así como de pequeños depósitos
de uranio. El propio subcomandante Marcos se refirió a ellos
en más de una ocasión. En 1994 dijo: "Los que anduvieron
explorando por aquí, taparon los pozos después de encontrarlos.
Ahora sólo ellos y nosotros sabemos dónde están" (El
Financiero, 26 de mayo de 1994).
Dentro de una semana, cuando los zapatistas de los Altos
reciban a las personas y organizaciones convocadas por Marcos en
el Aguascalientes de Oventic, zona donde los paramilitares rondan
de nuevo, el tema de la presencia de Halliburton en Chiapas será,
tal vez, motivo de especial curiosidad de los periodistas.
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