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México D.F. Lunes 4 de agosto de 2003
ASTILLERO
Julio Hernández López
La sublimación del yo por qué
Confesión y definición: "mi fracaso somos todos"
NORMALMENTE NO SE necesita más que el paso de unos días para que sea demolida cualquier esperanza de mejoría que hubiese sido generada por el presidente Fox respecto de sí mismo y su gobierno. Aún no termina la catarata de profundas especulaciones que provocó la presunta entronización de Alfonso Durazo como supersecretario particular de Los Pinos cuando ya el guanajuatense ha demostrado que no hay jefe de prensa o estratega palaciego que pueda con sus ocurrencias y desatinos, como ha sucedido ahora que ha tratado de explicar en Puebla (sin necesidad alguna, sólo por el placer de hablar sin sentido ni mesura) su famosísima frase del "ƑY yo por qué?", o cuando ha anunciado endeudamientos públicos "sanos y serios", o cuando ha exhortado a los mexicanos a confiar en las bondades de los créditos bancarios, tan abundantes como poco solicitados.
SESENTA PALABRAS DE exégesis que sólo acabaron por demostrar la incapacidad foxista de entender la responsabilidad buscada y recibida un 2 de julio histórico: "Este gobierno también comprende muy claramente que el presidencialismo autoritario se acabó. Quizá en esa frase que se me salió espontáneamente -el 'yo por qué'- lo que yo quería decir es: Ƒpor qué sólo el Presidente es al que se le pide, se le exige que saque al país adelante?, Ƒqué no somos cien millones de mexicanos y mexicanas?" Democratización extemporánea de culpas y responsabilidades: el voto por el cambio un presidente de la República en cada hijo te dio. Confesión extemporánea de que él creía que el asunto del Chiquihuite no le correspondía atenderlo a él, sino a cien millones de mexicanos. El estribillo zapatista traducido a la conveniencia abúlica de quien quiso ser caudillo y apenas ha quedado en burócrata: "Todos somos (o deberíamos ser) Fox". Luchador a sueldo por la democracia que ahora no halla a quién entregarle las llaves del changarro nacional para que ahi le entregue a quien llegue, ahora o en 2006.
HUBO QUIEN NI siquiera alcanzó a preguntar que él por qué. Fue el presunto narcotraficante de cinco estrellas llamado Manuel Campas Medina, peligrosísimo y muy avezado delincuente que, según las novelas de color rojo de un afamado taller literario del gobierno federal, estaba el lunes recién pasado comiendo tacos en un changarrito sin mayor fortuna de Zapopan, Jalisco, llamado El Pelón (que nada tiene que ver con reposicionamiento de ex presidente alguno, se apresura a precisar este tecleador harto del linchamiento contra un honesto y trabajador ciudadano que a casa ha vuelto para seguir trabajando špor México, sí señor!), cuando de pronto, habiéndole dejado terminar sus sagradas pizzas mexicanas de carne asada, un amable señor (también pelón, según las crónicas periodísticas), acompañado de una discreta señora, preguntó: "Disculpe, Ƒusted es el señor Manuel Campas Medina?", e igual cortés planteamiento hizo a los otros dos comedores de tacos. Emocionados, tal vez creyendo que hasta autógrafo les iban a pedir, los pesadísimos narcotraficantes (que andaban a salto de taco) contestaron afirmativamente y extendieron su diestra al señor pelón y a la señora con pelo, con tan mala suerte que en ese momento los indagadores confesaron que en realidad eran agentes federales y, auxiliados por otros seis u ocho policías encubiertos, iban a proceder a detenerlos. Eso sí, educadísimos, los susodichos agentes preguntaron si los engullidores habían pagado la cuenta.
ENCARRERADO EN UNA madrugada neolaredense de viernes, el coordinador de agentes del Ministerio Público Federal en aquella fronteriza ciudad tamaulipeca, Juan Manuel Muñoz Morales, llamó a soldados y agentes federales de investigación para que le ayudaran a resolver la grave pregunta que podría ser a partir de ahora el lema del gobierno foxista, abajo del águila mocha: ƑY a mí por qué?, podría haber pensado el cumplidísimo funcionario federal al ver que le perseguían narcotraficantes adscritos a un bando contrario al que él protegía, y trataban de horadar la protección oficial comprometida con los famosos Zetas de Osiel Cárdenas. Guerra de charolas y armas, en la que cada corporación defendió el interés previamente pagado: unos, a los tales Zetas, otros, a los Negros del famoso Chapo Guzmán. Tres narcos muertos y seis detenidos, en un enfrentamiento en el que una bazuca derritió camionetas presuntamente blindadas, en cuyo interior acabaron calcinados algunos personajes por identificar (šAh, perdón, que siempre no fueron bazucazos, según corrección oficial dada a pesar de que a unos minutos de los sucesos un jefe policiaco local había hablado de las famosas bazucas! Que siempre no, que lo que pasó fue que algún disparo pegó en el tanque de la gasolina de las camionetas y se incendiaron con todo y ocupantes que se negaban a salir a pesar del muy explicable fuego). Y un par de horas más tarde, dos cuerpos aparecieron desnudos, golpeados y con tiro de gracia. Duro, difícil el pretendido rediseño del mercado nacional, en el que sufren las compañías que pretenden expandirse (abriendo nuevas rutas, estableciendo más puntos de venta, diversificando la oferta, abatiendo costos, pagando más impuestos...), pero también las presuntamente hechas a un lado, que creían tener segura la plaza, con arreglos ya hechos y con inversiones que no aceptan riesgos ni traición.
LA MISMA TESIS del yo por qué permea otros espacios políticos. Rosario Robles se prepara a lanzar en consejo nacional esa fortísima pregunta a quienes quieren que cumpla la promesa que ella por sí misma hizo en arrebatos de campañas electorales respecto a renunciar si el partido que dirige no alcanzaba 20 por ciento de la votación nacional. Ya los jefes de las principales corrientes del sol azteca están de acuerdo en que Robles siga adelante, porque sería grave el costo político a pagar con una renuncia por causas de fuerza menor. Pero de cualquier manera, la pregunta emblemática del foxismo podría servir en un momento de apuro para desmarcarse de esas promesas incumplidas. También está bajo amenaza del yo por qué la antes muy celebrada intimidad panista que permitía designar candidatos sólo entre miembros distinguidos de ese que fue club de la decencia hasta en cuanto llegó al poder: que sean los ciudadanos, en elección abierta, los que se responsabilicen de elegir candidatos. Es una propuesta con muchas probabilidades de ser aceptada, que están haciendo los genios del blanquiazul comisionados para tratar de entender por qué los ciudadanos los hicieron a un lado el 6 de julio pasado.
Y YA AL FINAL de este texto, luego de saber que el obispo del campo de golf, Onésimo Cepeda, desea ser el presidente de la conferencia mexicana de obispos, al grito inverso del "ƑY yo por qué no?" y sabiendo que el presidente de México felicitó ayer a bolichistas y en la semana recibirá en Los Pinos a pilotos de la serie Cart, no queda a esta columna criticona y ojéis sino preguntarse, cuando ve venir reclamos y una que otra ofensa por fax e Internet: ƑY yo por qué?, digo, es un decir. Fax: 5605-2099 [email protected]
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