México D.F. Lunes 4 de agosto de 2003
INFONAVIT: UN LARGO SAQUEO
De
acuerdo con Víctor Manuel Borrás Setién, actual director
del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit),
la mayor parte de las incontables aportaciones que asalariados y patrones
realizaron a esa institución entre 1972 y 1992 -es decir en 20 años-"se
perdió", ya fuera por los errores financieros de los directivos
del instituto en los años de gran inflación, por la corrupción
corporativa mediante la cual los gobiernos priístas pagaban a los
caciques de la CTM su lealtad política con concesiones de créditos
para vivienda, por "falta de control" de las aportaciones patronales o
porque las administraciones de la institución diluyeron los fondos
en caóticas actividades inmobiliarias, de construcción, fabricación
de materiales y otras tareas impropias del Infonavit.
De esta forma, la entidad, concebida y fundada como instrumento
de justicia social y de beneficio para los sectores más desfavorecidos,
terminó siendo un instrumento de saqueo de los asalariados, una
caja chica para pagar favores electorales y un sistema de redistribución
de la riqueza en detrimento de los trabajadores y en favor de líderes
sindicales corruptos y de funcionarios inescrupulosos. Frente a los cientos
de miles de beneficiados por el Infonavit -de manera legal o ilegal- en
tres décadas de existencia del organismo, hay que contabilizar a
millones de asalariados defraudados y desposeídos de su dinero.
La descapitalización del Infonavit y la virtual
desaparición de las aportaciones salariales y patronales se inscribe
en una serie de atentados financieros contra el país, el más
grave de los cuales fue el "rescate bancario" emprendido por Ernesto Zedillo
con cargo al erario y posteriormente legitimado por legisladores de los
partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional.
Junto con ese monumental desfalco y con las privatizaciones
irregulares e inmorales perpetradas por Carlos Salinas en el sexenio anterior,
la desaparición del dinero de los trabajadores en el Infonavit ha
sido una de las formas por las que los tecnócratas neoliberales
han succionado el patrimonio público y privado del grueso de la
población para concentrarlo en unas cuantas manos, intensificando
de esa manera la desigualdad ancestral y oprobiosa que caracteriza al país,
independientemente de que pertenezca formalmente a la OCDE y que desde
hace 12 años impere la manía discursiva, entre los gobernantes
en turno, de situar la economía mexicana entre las más grandes
y más prósperas del mundo.
Es evidente que el enorme agujero financiero del Infonavit
exige una investigación penal y el castigo de los responsables por
semejante descalabro. Para el gobierno actual esa obligación representa,
además, una nueva oportunidad de deslindarse de sus predecesores
y de demostrar -así sea tardíamente- una mínima determinación
de cambio.
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