México D.F. Lunes 4 de agosto de 2003
Lamenta que Carlos Salinas haya promovido el retroceso de la civilidad republicana
México, en peligro de perder su laicismo y retroceder hacia la intolerancia, dice el investigador López Austin
México está en riesgo de perder su laicismo y retroceder "de manera peligrosa" hacia la intolerancia y el enfrentamiento grave e innecesario entre la población, advirtió Alfredo López Austin, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al señalar que ser religioso no es sinónimo de poseer una moralidad elevada, como prueban George W. Bush, Ariel Sharon, Condoleezza Rice y tantos personajes que manchan de "horror y sangre" el siglo XXI.
El historiador destacó que las matanzas contra el pueblo de Irak se perpetraron con el pueril argumento de que Bush es brazo armado de una divinidad que no puede obrar en el mundo si no es con el auxilio de "tan distinguido representante".
Por otro lado, indicó que hasta donde existen registros documentales, puede constatarse que las ideas religiosas se han usado en todo el mundo y a lo largo de la historia con fines políticos.
En el caso del México, después de que por más de un siglo el meollo del problema religioso se había resuelto en la vida ciudadana del país, el Poder Ejecutivo, entre 1988 y 1999 (con Carlos Salinas), promovió el retroceso de la civilidad republicana al dar pie para el debilitamiento del laicismo, apuntó.
En su momento, muchos advirtieron sobre los efectos nocivos de contaminar lo religioso con lo político, y los hechos demuestran la razón de tales críticos; asimismo, ponen en guardia contra una acelerada intervención de la jerarquía religiosa en la vida pública, que puede conducir a resultados sumamente negativos, añadió el renombrado académico.
En un comunicado de la UNAM, López Austin señaló: "el crucifijo en las manos del Poder Ejecutivo no son ejercicios de fe, sino argucias publicitarias con fines políticos. Son construcciones de imagen personal a través de los medios de comunicación y una burla a la sinceridad de los creyentes".
En este sentido, destacó, "no deberá permitirse en un régimen laico que la Iglesia ejerza presión política para que se cumplan sus postulados sobre toda la población, pretendiendo sustituir con la fuerza pública su incapacidad de persuasión moral".
López Austin, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas, manifestó que mientras "la defensa de una visión particular del mundo es respetable, la imposición de dicha visión resulta intolerable". Además, añadió, una religión vigorosa es la que no necesita del apoyo estatal, mucho menos de la fuerza pública para instaurar sus verdades.
Recalcó que el laicismo es uno de los grandes triunfos de la civilización contemporánea y otorga al ciudadano común la igualdad plena con total independencia de su pertenencia a un credo o de la ausencia de credo en su concepción del mundo. "Todo individuo debe ser libre de la imposición basada en las diferentes creencias."
Por otro lado, manifestó, el laicismo garantiza al creyente la libertad, la tolerancia y el respeto a su fe, pues lo hace quedar a salvo de las obligaciones que ya desde su propia Iglesia o de las ajenas pretendan interferir en su sano arbitrio y en su criterio personales, bienes indispensables para el ejercicio recto de cualquier credo.
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