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México D.F. Martes 5 de agosto de 2003
Marco Rascón
Golpe técnico contra el PRD
Durante el salinato la idea era destruir al PRD; hoy decidieron tomarlo por dentro y subordinarlo. El despojo es contra los movimientos sociales y económicos en resistencia contra el neoliberalismo y la globalización, y de ello dan cuenta el pragmatismo, la corrupción acelerada de dirigentes, la soberbia y el desprecio frente a la crítica.
La crisis del PRD va más allá de la disputa interna: es un golpe de Estado técnico desde adentro, un charrazo, un despojo, meditado y calculado, de su independencia para desarmar la resistencia social y política. En lo ideológico, busca romper la alianza de 1988 entre la izquierda y el cardenismo para acabarlos como la primera fuerza política latente. El golpe viene de adentro, no es momentáneo, sino estratégico y profundo, pues la transa no avanza si hay contrapesos de referencia histórica.
Antes de propinarlo hubo compromisos de toda índole con las corrientes dominantes, seudointelectuales, supuestos propietarios de la izquierda marxista, operadores y burócratas, que ocuparon el congreso y el consejo nacional. El Comité Ejecutivo Nacional se convirtió así en una instancia de reparto y servicio doméstico, desligado de la base perredista. Fue un golpe técnico ante el que la dirección nacional y la mayoría de las estatales sucumbieron y se volvieron cómplices. Por eso la "institucionalidad" es falsa.
A lo largo de los 70 años de viejo régimen, el sistema corporativo de control social y político mantuvo como uso y costumbre arrebatar los organismos que nacían con cierta independencia. La idea del control, obsesión gubernamental, era la vía de legitimación del régimen, subordinando a sus intereses oligárquicos a los movimientos que lograban reconocimiento por ser opositores; no pocos izquierdistas sucumbieron a estas maniobras gubernamentales. Cual vampiro, el corporativismo prefería el control y la subordinación antes que la destrucción; convertir y sumar a su aparato, más que acabar con identidades. "Lo que resiste apoya", diría Jesús Reyes Heroles, y esto resume la manera de cobrar legitimidad: aplastando por razones de Estado.
Fue así que desde la cúpula del poder político y económico se decidió el golpe en la CTM contra los comunistas y la expulsión de Valentín Campa y Lombardo Toledano, tras un largo periodo de "pactos" y de "unidad a toda costa" en la posguerra. La guerra fría, igual que hoy la lucha contra el terrorismo, fue el marco para el despojo de la central obrera, influida por los comunistas. De un golpe el régimen se quedó con las siglas, estructura y aparato de la CTM e inició la política de subordinación sindical mediante contratos-ley, corrupción y garrote.
En 1964 el régimen corporativo coopta a una parte de la Central Campesina Independiente, de inspiración comunista. Mediante un golpe interno de Alfonso Garzón en contra de Ramón Danzos Palomino se divide el movimiento campesino independiente. En 1968, los intentos gubernamentales por controlar el Consejo Nacional de Huelga se frustran reiteradamente, lo que alentó la salida represiva del 2 de octubre, del 10 de junio y la guerra sucia. Lo mismo hizo el régimen priísta contra los electricistas democráticos y nacionalistas dirigidos por Rafael Galván, así como tras el "pacto de unidad" que creó el SUTERM, promovido por Luis Echeverría, que en semanas acabó en golpe de Estado en el sindicato en favor de Pérez Ríos y con la expulsión de Galván.
El fondo de la crisis del PRD es que vive en estado de charrificación por el priísmo decadente, el salinismo y grupos económicos que en complicidad con las principales corrientes y grupos, como el de Jesús Ortega, Amalia García, Rosario Robles, y otros que satelitean en torno a ellos, entregaron al PRD. Por eso la reforma "profunda" que propone la dirección burocrática es parte de ese golpe y una simulación más para acabar con cualquier expectativa y para apresurar la salida diezmada y en desbandada de todas las fuerzas que construyeron al PRD.
La situación del país es incierta, más aún con miras a 2006. Falta mucho para saber quién deberá ser el candidato del PRD a la Presidencia de la República. En cambio, no puede postergarse la recuperación de la independencia del partido, su democratización y la rearticulación de su militancia, así como la defensa del registro y sus recursos financieros. Se requiere definir un programa preciso: hoy no basta ganar las elecciones, sino definir los compromisos de ese gobierno electo. El golpe de la institucionalización rompe al partido, ya que cierra todas las posibilidades unitarias. En el consejo nacional que se celebrará el próximo fin de semana, el objetivo de los grupos no es otro que institucionalizar el golpe y promover la ruptura, ratificando todos los vicios. [email protected]
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