México D.F. Lunes 11 de agosto de 2003
Crisis del PRD, ejemplo de la fragmentación
ideológica del país, opina
Querida directora: La crisis del PRD es espejo
de la trágica fragmentación ideológica y política
de nuestro país (no sólo de su clase dirigente).
¿Los demás? La enorme población vive
sin lo imprescindible, sin la justicia y nobleza que se merece.
¿Lo de menos? Las eternas grillas internas por
el poder.
¿Lo peor? El fracaso del partido de la esperanza.
Rosario Robles: qué privilegio la dignidad. Que
la verdad personal y colectiva no nos falten nunca. Que los Caracoles
resuenen en todos nosotros.
Hebe Rosell
La izquierda mexicana se destroza a sí misma
Señora directora: La renuncia de Rosario
Robles no sorprende por inesperada, sino por el resurgimiento de las sectas
y su tendencia a la destrucción de partidos. La misma vieja historia
de la izquierda mexicana. Mientras el país se debate sin rumbo,
la única opción viable se destroza a sí misma impune,
vergonzosa, irresponsablemente.
Las tribus han cobrado su trofeo, México
las observa con azoro y desconcierto. ¿Cuándo llegará
la hora en que los dirigentes de la izquierda brillen por inteligentes
y amorosos de la patria? ¿Qué cuento nos traerán esta
vez? Perdone la expresión, pero ya estamos "hasta la madre" de esta
políticabasura
errática y divisionista. Que no nos falle la memoria. Por lo visto,
los Caracoles son ya el único sonido de esperanza desde el
sureste de México. Gracias.
Jorge Alfonso Gordillo
Los argentinos exigirán mañana la anulación
de las leyes de impunidad
Señora directora: Le pedimos atentamente
publique este texto en El Correo Ilustrado.
A todas esas madres que no llegaron a ver la cara de pánico
con la que entraban a tribunales los asesinos de sus hijos.
Cuando uno de estos genocidas va preso te das cuenta el
peso que significa la posibilidad de encontrártelos en la calle,
en un bar, en el cine, en el supermercado. Es sólo ese particular
alivio que te hace posible saber que la impunidad es ese collar de melones
que te hace andar despacio. O haciendo demasiada fuerza para ir igual de
rápido que los demás. Los escraches, entre otras cosas,
sirven para compartir algo de ese peso. Todos tenemos que indignarnos si
un genocida anda libre. Tal vez no todos sepan de ese miedo animal, de
ese miedo niño a uno mismo ante la posibilidad de verlos cara a
cara. Otra vez esa cara.
Hace ya unos cuantos años decíamos, a modo
de arenga a veces, con la certeza de las grandes pasiones, que lo imposible
sólo tarda un poco más. Y en ese imposible entraba que apresaran
a los militares. Tanto habían dolido las leyes de impunidad, que
a nuestro alrededor todo sabía a fracaso. Ahora, después
de tanto empujar este mueble tan pesado, este mueble sin rueditas, sin
siquiera una frazada para hacerlo deslizar, de pronto este envión
nos toma casi por sorpresa.
Cuántas imágenes se agolpan detrás
de la frente cuando se piensa en la posibilidad de que los genocidas estén
presos. En la memoria de nuestra historia breve (porque qué son
ocho años en la vida de una organización) son miles los recuerdos
que se pueden evocar. Por ejemplo, todos mojados frente a la casa de Magnaco,
médico torturador de la ESMA. Repartíamos volantes ante el
gesto asustado de unos vecinos que nos decían que no podía
ser que ese propietario tan correcto hubiera entregado bebés a militares,
robándoselos a desaparecidas, o controlado el ritmo de las torturas
para que los detenidos no se murieran antes de tiempo. La cara impertérrita
de Astiz cuando le gritamos asesino.
La noche del 23 de marzo de 1996, cuando enfilamos hacia
tribunales con nuestras antorchas encendidas, nos dimos cuenta de que atrás
había tanta gente que era inútil ponerse a contar. También
las veces que fuimos pocos, que nos decepcionamos, las veces que el camino
estuvo lleno de piedras y no hacíamos más que tropezar.
La historia de los últimos 30 años nos ha
acostumbrado tanto a la derrota, a la mecánica de volvernos a levantar,
que miramos torcido cuando metemos un gol. ¿No será que nos
corrieron el arco para que la pelota entrara? No, esto no es un regalo
de nadie, es una victoria. Esto es que las madres dejaron una fosa alrededor
de la pirámide de Plaza de Mayo de tanto rondar. Esto es que los
que estuvieron en los campos de concentración van cosiendo las heridas
en cada denuncia, en cada pelea que vuelven a pelear.
Esto es que nosotros estamos juntos y vamos a los barrios,
buscamos a nuestros hermanos y hermanas (y a veces hasta los encontramos),
levantamos las banderas de nuestros padres y sus compañeros, aprendemos
de sus errores, los amamos hasta la locura. Esto es que hay tantos y tantas
que no se conforman ni se conformaron nunca con la mediocridad de lo posible,
con la crueldad de lo injusto. Esto es nuestro. Nuestros son los muertos
y nuestra es esta victoria.
El 12 de agosto se trata en el Congreso la nulidad de
las leyes de impunidad. Vamos a quedarnos ahí hasta que salga, hasta
que esos "representantes" levanten la manita de una vez por todas. Vamos
a salir todos a tomar la calle, a tomar lo que nos pertenece. Después
seguiremos con la Corte Suprema, para que las declare inconstitucionales.
Después iremos a cada juicio para que vayan presos de verdad, en
una cárcel común, cadena perpetua. Luego pelearemos para
que sufran su castigo los cómplices, los ideólogos, los beneficiarios.
Después y mientras tanto seguiremos luchando para que las desigualdades
que indignaron a nuestros padres y sus compañeros no existan y nuestro
pueblo sea feliz.
En tanta oscuridad algunas luces pequeñas empiezan
a encenderse. No sabemos si esto es la claridad, pero de lo que sí
estamos seguros es que siempre, después de la noche, amanece.
Compañeros, compañeras, a levantar la copa,
a dejarse embriagar un poco por las burbujas. Hagamos algunas locuras.
Nos lo merecemos. Mañana, con el pecho abierto y los brazos tatuados
de tanto amor, miremos de frente a nuestros hijos, a los que tenemos, a
los que vendrán, a los que todavía son el sueño que
nuestros padres no sueñan, y volvamos a empezar. Volvamos a luchar
por más imposibles. Porque, recordemos, lo imposible sólo
tarda un poco más.
HIJOS, Regional Capital Federal en la Red Nacional
Niega que en la AFI se inflija tortura
Señora directora: El viernes 8 de agosto
fue publicada la nota "La AFI está involucrada en casos de tortura,
señala ACAT", sin firma alguna, que se refiere a las declaraciones
del señor Javier Enríquez Sam, miembro de ACAT, quien alude
a "...la denuncia presentada en mayo ante la detención arbitraria
y maltrato de siete campesinos de la Costa Chica, llevadas a cabo por la
AFI, acusados de pertenecer a grupos armados". Al respecto, es menester
puntualizar que:
1. Los señores Eudoxio Suastegui García,
Inés Jiménez Silva, Doroteo Martín Cartagena, Guadalupe
Hernández Arismendi, Concepción Ramírez Hernández,
Efigenio Gallardo Ramírez y Bardomiano Ríos Espinoza fueron
detenidos no por pertenecer a grupos armados, sino por estar involucrados
en un presunto secuestro. Los incrimina, entre otras pruebas, la declaración
de una víctima que permaneció 113 días en cautiverio.
Por ende, la detención obedeció al cumplimiento de mandamientos
ministeriales expedidos conforme a derecho.
2. El área de derechos humanos de la PGR realizó
las siguientes acciones a favor de las anteriores personas: verificó
su integridad física, corroboró que estuvieran asistidos
y asesorados por un abogado al momento de su declaración, se les
prescribió y administró medicamentos a quienes los requirieron
y se comprobó que tuvieran alimentos. Incluso, al ser entrevistados
por personal de derechos humanos, manifestaron no haber sido objeto de
maltrato alguno, lo cual se corroboró con los dictámenes
médicos correspondientes. No obstante el señalamiento expreso
de las personas referidas, el relator especial para cuestión de
tortura de la ONU, a través de la SRE, emitió un llamamiento
al gobierno de México en relación con el caso del señor
Guadalupe Hernández Arismendi, a quien para clarificar aún
más su estado sicofísico se le practicó el dictamen
médico especializado para casos de posible tortura y/o maltrato,
el cual se basa en la normatividad internacional que rige al respecto,
mejor conocido como Protocolo de Estambul. El resultado de dicho peritaje
no arrojó indicio alguno de tortura y/o maltrato. No consta en la
nota que el señor Enríquez Sam haya afirmado que la AFI esté
involucrada en casos de tortura. Bajo cualquier circunstancia es una afirmación
grave e irresponsable si no se sustenta en pruebas y evidencias fehacientes.
Esta institución no encubrirá ni tolerará abusos o
violaciones a derechos humanos de sus servidores públicos.
Cuando existan elementos y pruebas de acciones de este
tipo se aplicará, como siempre se ha aplicado, todo el peso de ley.
Sin embargo, no caeremos en actitudes irresponsables ni aceptaremos señalamientos
sin fundamento dirigidos a desprestigiar instituciones que están
trabajando con seriedad para combatir la criminalidad. El camino de la
defensa de los derechos humanos no acepta este tipo de conductas que en
nada ayudan a la construcción de una cultura de la legalidad y del
respeto irrestricto a los derechos humanos.
Dr. Mario Alvarez Ledesma, subprocurador de Derechos
Humanos, Atención a Víctimas y Servicios a la Comunidad
El
Correo Ilustrado
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