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México D.F. Miércoles 20 de agosto de 2003
Para los estados promover la lectura sería
igual a estimular las disidencias, afirma
El libro, suerte de arma que todos los gobiernos evitan
fomentar: Herralde
El editor, animal bifronte dedicado por una parte a
la cultura y por otra a los negocios
MONICA MATEOS-VEGA
Al
igual que Fernando Savater, el editor Jorge Herralde afirma que su pasión
por los libros nació de su encuentro con Las aventuras de Guillermo
y sus proscritos, saga británica que logró enorme éxito
en la España de los años 50. Ni Aristóteles ni Goethe,
sino la lectura de aquellos libros de colores chillones que lograron burlar
la censura franquista, incapaz de advertir su carga subversiva, consiguieron
forjar el carácter rebelde del fundador de Anagrama.
Los libros, aseguró Herralde en entrevista con
La Jornada, son una suerte de "arma", que los gobiernos de todos
los países evitan fomentar, "porque sería como estimular
las disidencias".
El editor recalcó que quien lee tiende a ser una
persona "díscola, y entonces es mejor evitar los libros y no propiciarlos",
bromeó cuando se le preguntó su opinión acerca de
la poca atención que los políticos prestan al fomento a la
lectura.
Parafraseando a Savater, señaló, le da horror
la gente que no lee, pues "sus cabezas deben de ser como desvanes vacíos.
La lectura es un doble viaje, uno hacia fuera, al mundo, para entender
a éste, y un viaje al interior, para entenderse a sí mismo;
esta dialéctica entre el mundo y la conciencia es el gran placer
de la lectura. Por eso, tengo la suerte de que me sigue gustando mucho
leer".
Convencido de que en México existen lectores anagramos,
como alguna vez le dijo un periodista, Herralde explica que existen verdaderos
fanáticos de los autores de esa casa editora, como Paul Auster,
Charles Bukowski y Antonio Tabucchi.
Por eso las colecciones que los incluyen "están
bien implantadas en México, a diferencia de Narrativas Hispánicas,
colección que ha sido difícil de vender aquí. Pero
lo mismo pasa en España, los lectores primero leen a los autores
del país, luego a los estadunidenses o europeos. Aunque Enrique
Vila-Matas es la excepción, es de los escasos escritores españoles
que se leen mucho en México".
Dos
fenómenos literarios
Herralde considera que, a la par del boom latinoamericano,
"la gran explosión" de la literatura angloindia ocurrida en los
años 90 es uno de los fenómenos más imaginativos y
de mayor valor literario que han aparecido en escena. En este rubro, mencionó
el relato El dios de las pequeñas cosas, de la escritora
Arundhati Roy, el cual ha sido uno de los best sellers de Anagrama
de los pasados 10 años, que lleva vendidos más de 200 mil
ejemplares.
El libro cuenta la historia de tres generaciones de una
familia de Kerala, en el sur de la India, desparramadas por el orbe, hasta
rencontrarse en su pueblo nativo. Es narrada en una prosa personalísima
que combina lo cotidiano con lo mitológico, el tono directamente
narrativo con la fantasía onírica, con un mérito adicional:
de no caer en el pintoresquismo ni el uso repetido del color local.
Roy es además "una muy lúcida y bravía
ensayista política, como lo demuestra en su libro El álgebra
de la justicia infinita, muy volcada a su militancia política,
antiglobalización y antineoliberalismo".
Herralde también destacó la obra de Vikram
Seth, Un buen partido, "novelón de mil 300 páginas,
pero de una lectura deliciosa, que al final hace exclamar: ¡qué
lástima que se acabó! Y tiene otra novela muy buena, que
se llama Una música constante. Es decir, en Anagrama es donde
quizá esté más representada la literatura angloindia,
con autores como Ardashir Vakil y su novela El chico de la playa;
Pankaj Mishra, autor de Los románticos, y Gita Mehta, con
Un sutra del río.
"Se trata de un listado bastante interesante, un tipo
de literatura un poco convulsionada, porque no utilizan su lengua materna,
sino el inglés, con el cual tienen una relación estimulante
y conflictiva a la vez, y de amor-odio con la metrópoli que los
hace plantear cómo se encajan en las sociedades occidentales a partir
de una problemática muy puntiaguda y muy viva."
Acerca de la sobreproducción editorial que padece
España, explicó que los grandes grupos editoriales, por su
lógica interna, "están abocados a la carrera de intentar
conservar su espacio en las librerías, a buscar o inventar best
sellers para soportar sus costos de estructura. Y es que el editor,
por definición, es un animal bifronte: una parte está dedicada
a la cultura y otra a los negocios. Es clarísimo que unos privilegian
un aspecto que otro. En un gran grupo están obligados a ganar dinero,
a publicar de todo. Son como un enorme supermercado, donde se encuentran
cosas muy buenas, pero otras absolutamente prescindibles. De cuando en
cuando a estos grandes grupos les va bien una pátina de cultura,
pero son aderezos ocasionales.
"En Anagrama el énfasis está en lo cultural,
pero potenciándolo al máximo para que sean, además
de los libros los más atractivos, los más leídos y
los más vendidos."
El libro Flashes sobre escritores y otros textos editoriales,
de Jorge Herralde, se presentará mañana en la sala Manuel
M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, a las 19 horas. Participarán
Margo Glantz, Sergio González Rodríguez, Carlos Monsiváis,
Sergio Pitol y Alejandro Zenker.
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