Sergio Zermeño

Sin rumbo

ƑCómo podemos guiarnos los ciudadanos ante un panorama como el que está viviendo México? En lo económico, el dato de la ausencia total de crecimiento en los últimos tres meses corrobora sin piedad el estancamiento del producto per cápita de los pasados tres años. Ante tal adversidad, y el medio millón de plazas de trabajo recortadas, que son su reflejo, la respuesta de los actores encargados de este asunto ha sido lamentable: si te quedas sin empleo, empléate a ti mismo sin pena, propone el secretario de Economía, mientras el Presidente de la República no se cansa de repetir, sin ninguna precisión ni fundamento estadístico, que los changarros y las microempresas son la solución. El panorama a este respecto lo completa el incumplimiento puro y simple de los acuerdos para proteger a los campesinos y al sector agrario ante la apertura arancelaria, pactados al inicio del presente año, así como la decisión de los tribunales en favor de Fox y los banqueros para no revisar los préstamos ilegales hechos por el Fobaproa y denunciados por el Congreso y la Auditoría Superior de la Federación.

ƑQué vamos a hacer cuando un régimen a la mitad del río ya perdió completamente el rumbo? No queda de otra que comenzar a buscar propuestas alternativas. Pero es aquí donde los grados de angustia se elevan, pues el resto de los actores políticos parece desempeñarse como los piratas en un abordaje. El Jefe Diego, con el cuchillo entre los dientes, no afloja el costal de doblones que se agandalló del arcón agrario: "Eso no se vale, coyota", le gritan los de su propio galeón. En otra fragata arrojan a los tiburones a Rosario, medio tasajeada, y sin interrumpir la lucha fratricida gritan aquí y allá que todo es por la unidad. Mientras, se aproxima el bergantín tricolor a recoger la pedacería, con ese bucanero que le conocemos como capitán, falso hasta en lo del parche, haciendo como que no ve la insurrección que rodea a su contramaestre, ni al nutrido grupo que prepara las barcazas por si hay que abandonar apresuradamente del navío.

Entonces trata uno de buscar rumbo más allá de las tres carabelas, pero el panorama tampoco es alentador. Los viejos comunistas le reclaman a Cuauhté-moc y a una parte del PRD haber abandonado el socialismo en aras de un neopopulismo personalista y caudillesco, pero sin explicarnos tampoco cómo se podría, en los hechos, en un país como el nuestro, ahora, instrumentar proyectos, de corto o largo plazos, para orientarnos hacia el ideal socialista.

Por su parte, el zapatismo se coloca a gran distancia con respecto de las manifestaciones anteriores, generando deliberadamente un gran vacío e incomunicación, y nos propone el ejercicio, en los hechos, de la autonomía indígena, proclamando el nacimiento de los Caracoles en las cinco regiones en que se divide el territorio que controla ese movimiento.

La asociación regional de varios municipios ha sido desde hace mucho tiempo la fórmula que los pueblos indígenas han utilizado para mantener vivos sus sistemas normativos, tradiciones e identidad cultural. Los zapatistas llaman a promover las formas de autogestión en todo el territorio nacional y proclaman, en consecuencia, el Plan La Realidad-Tijuana como respuesta al Plan Puebla-Panamá, que anunció el foxismo desde su inicio en la Presidencia.

No es fácil para los 50 millones de miserables en este país, sin tradiciones y sin arraigo, en medio de esta movilidad y desordenamiento salvajes a que los ha sometido el neoliberalismo, identificarse con la propuesta de autonomía indígena proclamada por el EZLN, pero cada vez es más claro que lo que está en el fondo de tal proclama, que debería comenzar a ser discutida en serio, es la reconstrucción local-regional de nuestro país en espacios con tradiciones como los indígenas y en espacios rotos como los de las periferias urbanas.

Sea como sea, no hay duda de que las propuestas que está recibiendo la opinión pública y la ciudadanía, venidas del gobierno, de los partidos y del resto de las fuerzas sociales y políticas de nuestro país, están resultando sumamente nebulosas y enrarecidas. Da la impresión de que arrancamos, en la segunda parte de este sexenio, en medio de una gran fragilidad provocada por la ausencia de rumbos consensuados.