México D.F. Lunes 8 de septiembre de 2003
Eveline Herfkens* y Nicholas Sern**
Un acuerdo global equitativo
Nos encontramos en una coyuntura crítica en nuestra lucha contra la pobreza global, y llegó la hora de demostrar el liderazgo. Con una escalofriante cifra de mil 200 millones de personas que luchan por subsistir con menos de un dólar por día, los retos de desarrollo que enfrentamos en el nuevo milenio son enormes. No obstante, dentro de la comunidad internacional para el desarrollo tenemos la oportunidad especial de confrontar y lidiar con la pobreza durante la Quinta Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio que se celebrará en Cancún, México, el 10 de septiembre. Las decisiones que tomen los 146 ministros de Comercio determinarán, en parte, si las negociaciones multilaterales sobre comercio de la Ronda de Doha -que comenzó hace dos años- apoyarán verdaderamente el desarrollo y si reducirán la pobreza en el mundo, o si el sistema de comercio continuará polarizando a los países con la marginalización de miles de millones de pobres en los países en desarrollo.
Es mucho lo que está en juego ya que el comercio puede contribuir enormemente en la lucha contra la pobreza global. Millones de granjeros y jornaleros en China, India y otros países asiáticos han vencido la pobreza en la última década mediante la expansión de las exportaciones y del comercio. Las estimaciones sugieren que un acuerdo "pro-pobres" de Doha, que rebaje los picos arancelarios y los promedie con países ricos y en desarrollo, podría sacar a otros 144 millones de personas de la pobreza para el año 2015, además de incrementar el ingreso global hasta en 520 mil millones de dólares.
Para que el Programa de Doha para el Desarrollo alcance su máximo potencial, se requirieren complejas acciones en todos los países. Dentro de nuestras instituciones hablamos a diario con los responsables de políticas de países en desarrollo sobre cómo fomentar reformas y cómo apoyar las inversiones que promuevan el crecimiento sostenido y la reducción de la pobreza. Sin embargo, en momentos clave, también debemos dirigirnos a los países ricos ya que éstos continúan dando forma al entorno global dentro del cual los países en desarrollo deben operar. El mensaje clave aquí es uno y muy simple: si los poderosos grupos de presión en los países desarrollados continúan secuestrando las políticas de comercio, el comercio seguirá distorsionándose en favor de contados intereses a expensas de todos los demás países desarrollados y en desarrollo.
La relación de estas distorsionadas políticas es conocida. Los países ricos gravan con los aranceles más altos a la agricultura y a los bienes de intenso trabajo en los que los países en desarrollo poseen una ventaja competitiva. Inclusive donde los aranceles son bajos, las pesadas barreras proteccionistas no arancelarias penalizan las exportaciones de los países en desarrollo. Los enormes subsidios otorgados por los países ricos a los programas agrícolas de aquellos países en desarrollo -que totalizan más de 330 mil millones de dólares anuales- agotan sus presupuestos, cargan a sus consumidores con mayores precios en los alimentos y distorsionan los precios mundiales para los productos clave, empobreciendo a millones de pequeños agricultores en países en desarrollo quienes ganan menos de un dólar por día. Por último, inclusive cuando se ofrecen accesos privilegiados a mercados "preferenciales", éstos suelen ser difíciles de utilizar debido a complejas normativas de origen y otras reglamentaciones, lo que hace que la mayoría de los productos elegibles dejen de beneficiarse.
Ocuparse de los asuntos relacionados con la agricultura es fundamental para las charlas de comercio en Cancún. Sin embargo, los ministros deben enfrentarse a difíciles decisiones sobre otros asuntos relacionados con el comercio si es que la Ronda de Doha quiere lograr un impacto significativo sobre la pobreza global. Por ejemplo, los países desarrollados, Ƒen cuánto están dispuestos a reducir los aranceles de los textiles, el calzado y los productos agrícolas procesados, aranceles que sofocan los ingresos de los productores pobres en el mundo en desarrollo?; Ƒestán los países desarrollados preparados para requilibrar el acuerdo sobre los aspectos de los Derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (ADPIC) para asegurar que los países en desarrollo tengan acceso a los fármacos de bajo costo para luchar contra el VIH/Sida, inclusive si no poseen la capacidad de fabricar dichos fármacos ellos mismos?; Ƒreducirán los países desarrollados las restricciones que limitan la entrada temporal de trabajadores provenientes de países en desarrollo para trabajar en las industrias de servicio?; Ƒqué compromisos pueden realizar los países desarrollados -sobre todo aquellos más avanzados- para desmantelar sus propias barreras comerciales en bienes y servicios? Y, Ƒcómo pueden los países ricos ayudar de la mejor manera para que los países en desarrollo aprovechen las oportunidades creadas por el comercio con el apoyo de las inversiones en infraestructura y estándares administrativos que resulten necesarios?
A medida que lleguen a un acuerdo sobre estos asuntos complejos y frecuentemente técnicos, los ministros en Cancún deberán guíarse por una premisa fundamental: para que la Ronda de Doha tenga éxito, el comercio debe servir al desarrollo y reducir la pobreza. Esto también ayudará a asegurar que los acuerdos a los que se llegue apoyen la consecución de los objetivos de desarrollo del Milenio (ODM). Estos objetivos comprometieron a los países desarrollados y en desarrollo a esfuerzos aunados para combatir la pobreza y el hambre, la inequidad de género y la degradación medioambiental y a mejorar el acceso a la educación, a los servicios de salud y agua potable limpia, con objetivos específicos a cumplirse para el año 2015.
Los ODM explícitamente reconocen que la erradicación de la pobreza puede lograrse sólo a través de la "asociación global para el desarrollo", siendo todos los países mutuamente responsables por responsabilidades específicas. Los dirigentes de los países en desarrollo prometieron conducir a sus países hacia estos objetivos mediante el fortalecimiento de la gobernabilidad, las instituciones y las políticas. Los dirigentes de los países desarrollados se comprometieron a incrementar la ayuda, entregar una rendición de la deuda más efectiva y a aumentar el acceso de los países pobres al comercio y tecnología. Sin embargo, este pacto no vinculó a los gobiernos de los países desarrollados a objetivos y plazos específicos en los que cumplir su parte de la negociación. De los ocho objetivos dentro de los ODM, los primeros siete se refieren a los resultados relacionados con los plazos en países en desarrollo. El objetivo ocho se centra en lo que los países ricos deberían hacer y, por ende, es éste nuestro principal enfoque aquí.
Lo que Cancún ofrece es una oportunidad para que todas las naciones empiecen a cumplir con estos compromisos mutuos que se forjaron en la Cumbre del Milenio y que vayan juntos hacia objetivos y plazos específicos para llevar a cabo los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015. Por el hecho de ser los actores principales dentro la economía mundial, los países ricos deben demostrar su liderazgo al romper el empantamiento que existe en áreas clave.
Las negociaciones efectivas y existosas requieren de premisas guía y objetivos claros. Para este objetivo, podríamos propugnar un número de metas más específicas que deberían ser parte del compromiso de los ministros de los países ricos presentes en Cancún:
1. Dentro de la agricultura, convertir todos los impuestos específicos en aranceles ad valorem y reducir los picos arancelarios (el arancel máximo) a 10 por ciento en los países ricos.
2. Eliminar los subsidios a las exportaciones agrícolas y desvincular el apoyo agrícola interno de la producción.
3. Reducir los aranceles de manufactura al recortar los picos a un máximo de 5 por ciento en los países ricos.
4. Asegurar que los países pobres que carecen de la suficiente capacidad de manufactura puedan importar fármacos asequibles sobre la misma base de los países que sí poseen esa capacidad.
5. Aumentar el acceso a trabajadores temporarios de países en desarrollo a naciones desarrolladas.
Convertir estos objetivos en metas concretas para 2010 (con una acción inmediata en lo referente a los fármacos) podría constituir el empuje necesario a estas negociaciones tan críticas y a la economía global, contribuyendo, además a asegurar que el resultado de la Ronda de Doha sea, de hecho, un acuerdo equitativo para todos.
* Coordinadora ejecutiva de la campaña del secretario general de las Naciones Unidas en pro de los objetivos de desarrollo del Milenio
** Economista-jefe del Banco Mundial
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