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México D.F. Miércoles 10 de septiembre de 2003
Nuevo asalto para incorporar al capital la naturaleza y el trabajo, alerta el historiador
La ocupación de Irak por la Casa Blanca, respaldo a la OMC, sostiene Adolfo Gilly
La globalización no es posible sin una permanente violencia desde arriba, afirma
JOSE GALAN
La globalización es un nuevo asalto de los señores del dinero para incorporar al mundo del capital la naturaleza y el trabajo humano, sostuvo Adolfo Gilly en la conferencia Globalización, violencia, revoluciones, y sostuvo que en Estados Unidos el Pentágono mantiene el nuevo monopolio de la violencia física a nivel planetario.
En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Gilly sostuvo ayer que la Organización Mundial del Comercio recibe un "respaldo lejano", que es la ocupación de Irak por la Casa Blanca, y que la disputa actual de Estados Unidos es contra la "Europa sólida", China y Rusia, no contra Saddam Hussein "o los inasibles terroristas", y que el mundo está "ante una guerra tradicional en ciernes, no de clases o de civilizaciones".
Si la revolución es violencia desde abajo para derribar una forma de dominación política, sea social o nacional, la globalización, bajo la apariencia de inversiones, el libre comercio y los múltiples cambios, "no es posible sin una permanente violencia desde arriba, real o potencial, para reestructurar naciones, mercados, pueblos y costumbres", aseguró el politólogo e historiador al retomar una de las líneas de reflexión de su ensayo, editado bajo el mismo título que la conferencia, en el volumen El siglo de relámpago, coeditado por La Jornada y Ediciones Itaca.
Y agregó que ambas tienen en común la violencia para imponer el cambio, "una violencia cuya amplitud, dado el presente nivel de las tecnologías, no tiene comparación posible con el pasado". Cada revolución, reflexionó, es una ruptura violenta de la relación de dominación/subordinación desde abajo, por parte de los dominados. Un golpe de Estado, en cambio, es una ruptura ilegal, muchas veces violenta, en el ejercicio de esa relación por parte de los dominadores, efectuada dentro de la elite gobernante.
En el curso del siglo XX ocurrieron dos grandes guerras mundiales y una cantidad de guerras y revoluciones, nacionales y sociales, continuó. Por un lado, la Organización de Naciones Unidas surgió de esa enorme cantidad de violencia, que también vino a ser, "como siempre ha ocurrido en la historia, el impulso fundamental para el cambio y la innovación en las tecnologías".
La globalización no supone una abolición o disolución de las relaciones de dominio entre las naciones, sino una nueva definición de sus reglas. La dominación, y no el mero petróleo, es lo que está en juego. "En otras palabras, la actual forma de globalización es impensable sin la existencia del Pentágono, sus bases militares, su industria de guerra, sus sistemas de información y comunicación y su arsenal planetario, como pivote de la violencia global".
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