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México D.F. Viernes 19 de septiembre de 2003
IRAK: TERMINAR CON LA OCUPACION YA
Reunidos
ayer en Berlín, el presidente francés, Jacques Chirac, y
el canciller alemán, Gerhard Schroeder, señalaron la necesidad
de que los gobiernos estadunidense e inglés pongan fin a la usurpación
colonial del poder en Irak y transfieran a los iraquíes, "en cuestión
de meses y no de años", el gobierno de esa sufrida nación
árabe.
La restauración de la soberanía iraquí
se convierte, pues, en una condición para que París, Berlín
y otros estados europeos participen en la reconstrucción y normalización
de Irak y accedan a ayudar al gobierno de George W. Bush. Este y su aliado
Tony Blair, después de destruir el país invadido, asesinar
a miles de sus habitantes y emprender el pillaje de sus recursos naturales,
se encuentran empantanados en una nación ocupada que no sólo
no recibió a los agresores con vítores y guirnaldas, como
Bush y Blair pretendieron hacer creer que ocurriría, sino que día
a día se enfrenta valerosamente al enemigo y le causa bajas, a pesar
de la abrumadora superioridad angloestadunidense.
Los gobiernos invasores no encuentran otra salida posible
a la trampa en la que se metieron que pasar el fardo de las bajas militares
y de los costos de la guerra a terceras naciones. Pero, más allá
de la abyección inicial de los gobiernos español, italiano,
polaco y otros aún menos significativos, que desde el primer momento
respaldaron la injustificable acción de guerra contra Irak, a Washington
y Londres no les ha sido fácil hallar nuevos socios para el dudoso
negocio del sometimiento de Irak. El senador Edward Kennedy acusó
ayer al gobierno de Bush de estar gastando la mayor parte de los fondos
de guerra en "sobornar a líderes políticos en todo el mundo
para que envíen soldados" al país ocupado. Por lo que respecta
a la ONU, no es fácil que ese organismo internacional empeñe
en Irak lo que le queda de credibilidad y legitimidad luego de que Bush
y su escudero inglés pasaron por encima de ella en el afán
de derrocar a Saddam Hussein.
Para colmo de males, el descubrimiento del gran fraude
que fueron las razones esgrimidas por la Casa Blanca y el gobierno británico
para atacar a Irak -como señaló Kennedy-, así como
la intensa resistencia nacional de los ocupados contra sus invasores, han
dejado "a la deriva" a Bush y a Blair en el país árabe, al
grado que, en el afán de combatir la amenaza imaginaria de Saddam,
"el terrorismo ha sido dejado de lado en los últimos 12 meses".
En suma, las condiciones políticas, diplomáticas,
militares y económicas de la ocupación de Irak se complican
día con día. En su insistencia de restaurar lo antes posible
la soberanía iraquí los gobernantes de Francia y Alemania
cuentan con el respaldo de Rusia y China, así como de una clara
mayoría de gobiernos de la comunidad internacional. Mientras tanto,
el gabinete de Blair se descompone en medio de escándalos directa
o indirectamente relacionados con la guerra, y la Casa Blanca encuentra
cada vez más difícil ser convincente en sus peticiones de
presupuestos "de posguerra" astronómicos y de destinos inciertos.
Y los iraquíes, con o sin Saddam -que eso, a estas alturas, es lo
de menos- prosiguen su resistencia armada. En tales circunstancias parece
inevitable que, más temprano que tarde, los ocupantes de Irak abandonen
ese país, como dice el habla popular, con la cola entre las patas.
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