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México D.F. Lunes 22 de septiembre de 2003
En su prosa expresó las sensaciones que
lo ahogaban, comenta la hija del autor
Rulfo abordó la muerte sólo en su escritura
Canetti consideró a Diles que no me maten
el cuento más perfecto, revela Gutiérrez Vega
CESAR GÜEMES
La presencia y la lectura de Claudia Rulfo consiguieron
colmar más allá de su capacidad la Sala Manuel M. Ponce del
Palacio de Bellas Artes. En su voz, cuya modulación pausada evoca
en mucho a la de su padre, el público asistente fue testigo de cómo
el misterio de la creación del escritor se mantiene, sobre todo,
en el silenció que el prosista guardó en torno a los años
de su infancia. A las palabras de Claudia, su hija, se sumaron los testimonios
y reflexiones de Sari Bermúdez, Hugo Gutiérrez Vega, Eduardo
Antonio Parra, Alberto Vital y Víctor Hugo Rascón Banda,
quienes dieron inicio el mediodía de ayer a las actividades que
en el país se llevarán a cabo para conmemorar los 50 años
de la primera edición de El llano en llamas. Entre las revelaciones
hechas en el encuentro, el titular de La Jornada semanal, Hugo Gutiérrez
Vega, señaló que Elías Canetti (Premio Nobel de Literatura
en 1981) le contó hacia el final de su vida no haber conocido un
"cuento más perfectamente construido, más conmovedor y más
entrañable" que Diles que no me maten, de Rulfo.
En presencia de la señora Clara Aparicio, quien
fue esposa del autor de Pedro Páramo, y de Víctor
Jiménez, presidente de la Fundación Juan Rulfo, la presidenta
del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sari Bermúdez,
afirmó que en El llano en llamas ''hay una denuncia de las
condiciones históricamente deplorables del campo mexicano, y las
condiciones y la calidad de vida de sus habitantes, mestizos e indígenas.
En este sentido, Rulfo es un escritor plenamente moderno y a la vez comprometido
con su momento".
Claudia
Rulfo recordó con aplomo, en su turno: "Mi padre se fue hace 17
años. En ese momento no estaba cerca de él; sin embargo,
llegó a despedirse de mí. Sentí su presencia. Creerán
que es mi imaginación. Cuando esto sucedió nos encontrábamos
con los médicos tratando de buscar una pequeña esperanza
para que permaneciera con nosotros. Pero se quedó dormido y ya no
despertó. Han pasado 17 años de la ausencia física
de mi padre a quien recuerdo con cariño y extraño profundamente".
Si bien, comentó Claudia Rulfo, el tema de la muerte
existe en la mayoría de los cuentos escritos por su padre, en la
vida de Juan Rulfo hubo una parte relacionada con la muerte que no quiso
abordar: "Se fue apagando poco a poco, sin reprochar nada, sin protesta
alguna, sin mencionarnos la muerte de su padre ni cómo fue su infancia,
esa etapa que lo atormentó siempre y que únicamente mostró
a través de sus escritos de manera muy velada, siendo a veces el
perseguidor y a veces el perseguido, tratando de explicarse de alguna forma
la desaparición o destrucción de esa figura fundamental para
todo niño, su padre, como en Diles que no me maten. El asesinato
del padre es un hecho fundamental que lesionó profundamente a ese
pequeño de seis años, al que le cambió la vida, llevándolo
de tener todo a no tener nada, al desmoronamiento de toda una familia con
la pronta muerte, también, de su madre; al ir y venir de un lado
a otro, a encerrarse en la lectura, a tratar de que los libros fueran su
apoyo y le ayudaran a construir por cuenta propia gran parte de sus conocimientos,
a tratar de entender su vida y al ser humano, a expresar ese mar de sensaciones
que lo ahogaban y que quizá pudo canalizar escribiendo de la forma
en que lo hizo".
El escritor Eduardo Antonio Parra propuso por su parte
un ejercicio de "lectura ingenua" de El llano en llamas, para explicarse
cómo lo entendieron en 1953 sus primeros lectores. Alberto Vital,
autor de Noticias sobre Juan Rulfo, de inminente aparición
en ediciones RM, aseguró que por su cuento "El hombre", Rulfo inició
en 1953 el apartado neopoliciaco de la literatura mexicana, mientras Víctor
Hugo Rascón Banda, presidente de la Sogem, realizó un recuento
de las apariciones de la obra de Rulfo en el cine y el teatro.
El poeta y periodista Hugo Gutiérrez Vega reveló
que Elías Canetti tuvo tiempo, en los últimos años
de su vida, de investigar datos sobre ''un escritor mexicano que le interesaba
mucho''. Canetti, informó Gutiérrez Vega, tenía una
lista de grandes relatos que habían sido fundamentales para su desempeño
como escritor, textos de Bocaccio, Cervantes, Gógol, Chejov, Maupassant,
Carver, Virginia Woolf, y una copia de Diles que no me maten, del
cual le dijo: "No he conocido cuento más perfectamente construido,
más conmovedor y más entrañable. Es difícil
encontrar un cuento en donde la emoción, la inteligencia y la expresión
se junten y constituyan un heroísmo literario".
En torno a la importancia de Rulfo continuó el
autor de Las peregrinaciones del deseo: "Las palabras recuperan
a través de la estética ese pasado perdido e identifican
aquello que en la vida de una colectividad tiene un carácter permanente.
Por esta razón la prosa de Rulfo tiene la enorme virtud de fijar
en el tiempo y en el espacio la atmósfera espiritual de un país
en un momento de su historia, y simultáneamente logra por medio
de su esencia lírica garantizar la intemporalidad, la validez permanente
de esas formas de expresión y de esas criaturas de ficción
eminentemente subjetivas y no por eso menos capaces de reflejar los datos
objetivos de la realidad".
Los trabajos del encuentro El llano en llamas, cincuenta
años se extenderá a la primera semana de diciembre, cuando
se realice la mesa redonda en homenaje a Rulfo dentro de la Feria Internacional
del Libro de Guadalajara.
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