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México D.F. Lunes 22 de septiembre de 2003
TOROS
Apenas aprovechados, los nobles novillos de la debutante
ganadería de La Playa
César Pastor, el nuevo representante de los
matadores, "defenderá" a Ponce
Merecida oreja a Jorge López Silis y Palomo,
sin saber estar Otra pobre entrada
LEONARDO PAEZ
El comienzo del matador en retiro César Pastor,
sustituto de Luis Corona Galván al frente de la bocabajeada Asociación
Nacional de Matadores de Toros y Novillos, ha sido por demás revelador.
Sin disimular las consignas impuestas por el empresario
de la Plaza México a la asociación que ahora encabeza, declaró
que dirigirá su esfuerzo a "proteger y defender a los toreros",
y que en el caso de la suspensión por un año al matador valenciano
Enrique Ponce, "por obligación, por ser un socio", pugnará
ante las autoridades porque le sea disminuida esa sanción.
Lo que ya no juzgó conveniente declarar César
Pastor fue que Ponce, el espada consentido del empresario de la Plaza México,
jamás ha toreado una corrida de la Oreja de Oro en dicho coso, festejo
anual a beneficio de la Asociación de Matadores y, el colmo, que
el diestro español, así como sus paisanos El Juli y
Pablo Hermoso de Mendoza, quienes tampoco han querido actuar en dicho festejo
benéfico porque los matadores mexicanos son incapaces de estipularlo
como requisito laboral, adeudan varias cuotas de actuación a dicha
agrupación, mientras ésta amenaza a modestos novilleros del
país con suspenderlos de sus derechos si no cubren cuotas atrasadas.
De no creerse.
Cuatro festejos, tres hierros debutantes
Con
la errónea política de sólo cubrir el expediente con
una minitemporada en vez de hacer fiesta y promover coordinadamente con
otras empresas a nuevos valores, el promotor de la Plaza México
dio la cuarta novillada. Si bien las combinaciones han sido menos ociosas
que en años anteriores, sigue anunciando a ganaderías de
poca garantía o debutantes, por aquello de reducir costos ante su
pobre oferta de espectáculo y la exigua asistencia de público,
harto de voluntarismos empresariales.
Sin embargo, en el caso de la debutante ganadería
neoleonesa de La Playa, fundada en 1936, pero que ayer vino en busca de
cartel, cuatro de los seis ejemplares lidiados -es mera frase hecha- mostraron
las cualidades más apetecidas por la tauromaquia moderna: claridad,
recorrido y repetitividad, es decir, una bravura virtual o, si se prefiere,
discreta en varas, pero por demás toreable para los de a pie.
Dispareja de presentación, pero sin encornaduras
ni tonelajes de relumbrón, la novillada, salvo los corridos en quinto
y sexto lugar, dio muy buen juego, por lo que más que una oreja
debieron cortarse cuatro.
¡Vaya prospecto!
Asegundó Jorge López, sobrino de El Zotoluco,
pero que por órdenes superiores o por decisión propia
decidió quitarse el hoy cotizado apodo, al cortar una merecida oreja
de su primero, Tortolito (432 kilos y dos varas sin recargar), pésimamente
lidiado por una cuadrilla que no supo impedir que saltara hasta en dos
ocasiones al callejón, lo que lo hizo llegar mermado de facultades
y resabiado al tercio final.
Sin embargo, López, además de buena planta,
clase y valor sereno, posee una cabeza torera de privilegio, lo que le
permitió, con base en colocación, aguante y mando, meter
al astado en su muleta y estructurar un trasteo derechista de muy altos
vuelos. En el primer viaje la espada resbaló en una banderilla,
pero al segundo dejó una estocada en todo lo alto, vaciando muy
bien, por lo que la escasa asistencia reclamó unánime la
oreja, otorgada por el juez Balderas.
Con su segundo, uno de los dos menos propicios, Jorge
se prodigó en largas cambiadas deslucidas y un fallido quite por
fregolinas, así como en acertados doblones y en tandas por ambos
lados, echando la muleta al hocico y tirando muy bien del toro. Si no se
pone pesado con el acero hasta escuchar un aviso, otra oreja hubiese cortado.
Los otros dos
Juan Luis Silis, primer espada, toreó muy bien
a la verónica al que abrió plaza, pero con la muleta desperdició
lastimosamente una embestida de dulce por el derecho, levantando el engaño
en el último tiempo del muletazo, hasta escuchar gritos de ¡toro!
Con su segundo volvió a homenajear el toreo de capa, jugando parsimonioso
los brazos e inclusive hizo abrigar esperanzas con alguna tanda, pero a
la postre su labor no alcanzó el tono debido. Tras tres cuartos
y una entera, escuchó leve petición.
José Gómez Palomo se presentó,
clavó unos pares saltarines, efectistas, a toro pasado y llevando
los palos juntos, y con la muleta acusó un toreo encimista, dejando
ir al tercero de la tarde, que tenía un claro lado izquierdo. Con
el que cerró plaza, débil por el exceso de kilos, Palomo
derrochó valor y buenos deseos hasta acabar con el terno ensangrentado,
pero sin convencer.
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