México D.F. Lunes 29 de septiembre de 2003
El gobierno no tiene el menor interés
en resolver los problemas del instituto, sostiene
Privatizar la medicina social, objeto de las reformas
al ISSSTE: García Sainz
RENATO DAVALOS
La iniciativa para reformar el sistema de pensiones de
la burocracia nacional que elaboró la secretaría de Hacienda
atendiendo las recomendaciones del Banco Mundial y que el presidente Vicente
Fox enviará en los próximos días al Congreso, no tiene
otro propósito que la "privatización de la medicina social"
y revela la la falta de interés del gobierno por atender los problemas
del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del
Estado (ISSSTE) y sus derechohabientes, dijo Ricardo García Sainz,
ex director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Paralelamente, análisis del Centro de Estudios
de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados y de la
empresa de consultoría Lavista establecen que la pretensión
gubernamental es cristalizar una "reforma espejo" de la que se hizo en
el zedillismo con el IMSS, que sustituye la seguridad social por un "contrato
entre particulares" en el que el trabajador carga con desventajas y riesgos.
Hace
algunas semanas se conocieron los detalles de la propuesta foxista para
reformar al ISSSTE, que responde a recomendaciones y condicionamientos
que el Banco Mundial externó desde mayo de 2001 en el documento
México, una estrategia de desarrollo integral para la nueva era,
en el que se sugirió al gobierno foxista "aplicar la reforma de
pensiones a los empleados públicos, para el cambio a un sistema
que ya está en vigor para los trabajadores del sector privado".
Se cumpliría también con el condicionamiento
del Banco Mundial, que recientemente decidió canalizar 5 mil millones
de dólares al país en el próximo trienio como "respaldo
a las reformas en el ámbito de impuestos y mercados laborales",
entre otros.
El gobierno no ha mostrado el mínimo interés
por resolver los problemas fundamentales del instituto y menos la seguridad
social, estableció García Sainz. La única constante
es la desatención del seguro de enfermedades y la inanición
a que se ve sujeto este sector con la disminución creciente de recursos.
El gobierno porfía en su empeño de privatizar y el valor
real de las pensiones se reduce a la mitad, puntualizó.
No hay protección contra los riesgos del mercado,
como tampoco lo existe en el sistema de Afores, señaló, por
su parte, el análisis de Lavista. En el ISSSSTE, la pensión
promedio es de tres salarios mínimos. Con la enmienda propuesta
los empleados del gobierno recibirán, al igual que en el IMSS, una
pensión mínima garantizada por el Estado, es decir, un solo
salario mínimo.
Ahora, añade, en la iniciativa elaborada por el
secretario de Hacienda, Francisco Gil, se propone un "bono de reconocimiento"
que sólo implicará más endeudamiento para el gobierno.
Se trata sólo de un "gancho" para hacer realidad la propuesta. Así,
a todos los trabajadores que han cotizado un determinado número
de años y que aún no tienen derecho a la pensión,
se les reconocerían sus cotizaciones mediante una indemnización
o bono del gobierno.
En la actual ley que rige al ISSSTE el trabajador sabe
que si cumple la edad y los años de cotización tendrá
derecho a una pensión prácticamente igual a su último
salario. En el artículo 57 se prevé que los jubilados recibirán
año con año un incremento igual a la inflación y/o
el equivalente al aumento que reporten los activos del instituto. En promedio,
la edad de jubilación es a los 55 años o con 28 años
de servicio, mientras que en el IMSS la edad requerida es de 65 años
cumplidos.
En el análisis de Lavista se indica que a partir
de la incapacidad para ofrecer servicios eficientes, las contribuciones
no tocan el tema del seguro de enfermedades y no hay ninguna previsión
presupuestal en la reforma planteada. Bajo la iniciativa del gobierno foxista
no se prevé el costo de atención médica para los jubilados.
El bono no representa una mejoría en las pensiones.
Se precisa que bajo las nuevas directrices no se defiende
el principio de solidaridad. Los sistemas de cuentas individualizadas -como
el del IMSS, que se pretende ahora desarrollar en el ISSSTE- dejan al trabajador
vulnerable ante el mercado, los fraudes y los avatares de los rendimientos
financieros.
En un recuento de cifras en este ámbito, la consultora
Lavista plantea que tan sólo el déficit para medicinas en
2002 fue de 500 millones de pesos el año pasado, antes de los recortes
presupuestales. De 1980 a la fecha, la población derechohabiente
del ISSSTE se duplicó, mientras las camas censables apenas crecieron
26.6 por ciento.
De una cobertura óptima, que los organismos como
la Organización Mundial de la Salud fijan en una cama por cada mil
derechohabientes, ahora se cuenta con un porcentaje de 0.65. Para regresar
a los niveles de 1980 se tendrían que incorporar 3 mil 469 nuevas
camas. El costo por cada una de ellas es de 1.5 millones de pesos. El monto
requerido es de al menos 5 mil 300 millones de pesos.
El estudio de Lavista refiere que, conforme a cifras oficiales,
aproximadamente 33 por ciento del rendimiento real de las Afores es sustraído
por el concepto de comisión. Se estima que tres de cada cinco cuentas
no alcanzarán en 30 años por lo menos un salario mínimo
de pensión.
En las condiciones semejantes que adoptaría el
sistema en el ISSSTE bajo el nuevo esquema no habría posibilidad
de que los trabajadores tuvieran una representación grupal. Según
el patrón adoptado en el IMSS, las cuotas cobrables no estarían
ligadas a la capacidad de obtener más rendimientos a un menor riesgo.
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