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México D.F. Lunes 29 de septiembre de 2003
Iván Restrepo
Sólo promesas para el medio ambiente
Ƒen verdad nuestros gobernantes están interesados en cuidar el ambiente y enriquecer los recursos naturales? ƑRealmente desean cumplir lo que prometen en programas relacionados con el tema y en los discursos que pronuncian los días consagrados al árbol, a la tierra o al agua? Si nos atenemos a la historia reciente, la respuesta es negativa y una prueba son las recientes designaciones de los responsables de la agenda ambiental.
Así, por ejemplo, el presidente Salinas de Gortari encargó esta tarea a un amigo cercano, Patricio Chirinos, quien destinó la mayor parte de su tiempo a aconsejarlo en asuntos políticos. Luego de dejar el ambiente en paz se fue a gobernar Veracruz, lo que nunca agradecieron sus paisanos. Hoy reposa en lo más profundo del tiradero político priísta. Lo remplazó Luis Donaldo Colosio, convencido de la importancia de los asuntos ambientales y urgido de hacer bien su trabajo: quería ser Presidente. Elegido candidato del PRI por el dedo elector, fue remplazado en el último tramo del sexenio salinista por Carlos Rojas, quien siguió los programas previamente establecidos. En ese entonces los asuntos ambientales eran manejados por la Secretaría de Desarrollo Social, aparato oficial para combatir la pobreza.
El ascenso no programado del doctor Ernesto Zedillo a la Presidencia significó la llegada de un destacado grupo de investigadores a las más altas esferas de la burocracia ambiental. Eso hizo pensar que el compromiso de combatir la contaminación, conservar los recursos naturales, y demás temas afines, tendría mejor destino por estar en manos de especialistas, no de políticos, y porque se creó una enorme secretaría, encargada además de cuidar el agua, la pesca y los bosques. No fue así, y desde un principio el doctor Zedillo mostró el aprecio que le merecía la nueva dependencia privándola de recursos y faltándole al respeto varias veces en público a la secretaría del ramo. En una de esas la calificó de "lambiscona".
Durante su campaña a la Presidencia, Vicente Fox presumió que su programa ambiental respondía a las inquietudes ciudadanas por tener de aliado electoral al Partido Verde. Hubo temor de que el nuevo secretario fuera el dueño de esa agrupación política, pero la responsabilidad recayó en Víctor Lichtinger, quien venía de dos años de ostracismo oficial luego de haber sido seis secretario de la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte. Tuvo que dejar ese cargo por las presiones del gobierno estadunidense y el nulo apoyo del mexicano.
Si bien Lichtinger conocía la agenda de pendientes, seguramente pronto supo que cuidar el medio no era la prioridad anunciada por Fox, sino una parte de la incontinencia verbal instalada en Los Pinos, y que en su equipo de trabajo tendría enemigos poderosos que le crearían serios problemas. El subsecretario Raúl Arriaga, antiguo colaborador en Guanajuato del actual primer mandatario, echaba a perder con sus decisiones, permisos y apoyos a proyectos absurdos, el capital político y social de Lichtinger (los que Aguirre autorizó en Quintana Roo fueron muestra evidente de incompetencia y, se rumora, de corrupción) con el final ya conocido.
Su cese, sugerido meses antes en los medios, y la forma en que se hizo, mostró otra vez el sello del sexenio, refrendado con los funcionarios designados para ocupar la secretaría del ramo y la Procuraduría Federal del Medio Ambiente. A la primera llega un ex gobernador de Jalisco, responsable reciente de cuidar los bosques del país. En sus casi tres años de trabajo en esta última tarea no logró disminuir en una hectárea la pérdida de bosques y selvas, mientras afloran denuncias de negocios poco claros en la silvicultura. En la agonía anticipada del sexenio, le da trabajo a su equipo de confianza, es decir, de incondicionales, que ahora intentarán aprender sobre el tema ambiental. Lo acompañan dos que tres con extenso currículum, pero probada incompetencia. Malos tiempos para los bosques y el agua, asuntos -dice el gobierno- de seguridad nacional, y para el resto de la agenda ecológica y los compromisos internacionales de México en este campo.
Del nuevo procurador, mejor silencio. Su nombramiento ofende a una ciudadanía que no sale de su asombro ante cada traspié que da el Presidente. Si los asuntos ambientales no son prioritarios para el gobierno, debemos exigir que lo sean si no queremos que los problemas sigan agravándose.
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