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México D.F. Lunes 29 de septiembre de 2003
Jorge Santibáñez Romellón*
Comentando al canciller
El canciller mexicano Luis Ernesto Derbez publicó un artículo titulado "Estrategias de la nueva política exterior de México" (Reforma, 19/9/03) en el cual formula lo que denomina "los seis pilares en que se fundamenta la política exterior del actual gobierno de México".
Sin duda es objeto de reconocimiento que un documento con las características mencionadas exista; bien harían todos los miembros del gabinete en emitir en dos cuartillas cuáles son sus prioridades, ello permitiría que la sociedad evaluara su desempeño con base en cuestiones concretas, formuladas de antemano y no en cifras tomadas, según la conveniencia del momento. Del mismo modo debe entenderse que el artículo del canciller es propuesto para su análisis y crítica, ejercicio básico en cualquier democracia.
La exposición pública del documento, que debemos retener y analizar en algunos aspectos básicos tanto de forma como de fondo, evidencia que Derbez es cada vez más el canciller mexicano. Recordemos que su llegada a la cancillería no fue fácil. Ocupar el cargo que dejó Jorge G. Castañeda, por su voluntad, en medio de elogios y reconocimientos de amigos y enemigos, a quien la prensa nacional e internacional se refiere aún como el ex canciller mexicano, sin la conformación de un equipo, sin ser especialista del tema, jugando un papel clave en el Consejo de Seguridad de la ONU, y en un momento difícil para las relaciones con nuestro principal socio no es tarea fácil para nadie y a Luis Ernesto Derbez le tomó tiempo asumir realmente la cancillería, conformar su equipo y hacer los cambios que juzgó necesarios. Todo ello sin que el contexto internacional detuviera su dinamismo, es decir, la tarea fue triple: dejar la Secretaría de Economía en la que se sentía muy a gusto, asumir un nuevo cargo en las condiciones descritas y sin perder el ritmo y la presencia en el contexto internacional.
A pesar del título, en el texto no se encuentran, de manera concreta, las estrategias anunciadas, cuando mucho se distinguen algunos esbozos de lo que se piensa hacer para cumplir cabalmente con los llamados seis pilares de la política exterior mexicana. Creo que sería deseable contar con un documento que hiciera explícitas la serie de acciones que piensan desarrollarse en los próximos años en torno a esos seis pilares.
En particular me referiré al capítulo que el canciller llama "Atención y defensa de los mexicanos en el extranjero". El título del apartado y su contenido se alejan de lo que se ha dado en llamar un acuerdo migratorio. Puede haber muchas explicaciones para ello, incluso puede reflejar un realismo que hace bastante falta; sin embargo, no hablar explícitamente del acuerdo migratorio es contradictorio con lo que el propio canciller ha declarado en varias ocasiones y con lo que menciona en la introducción de su artículo al decir que la política exterior mexicana de este gobierno la diseñó el presidente Fox. Si es cierto, debemos entonces recordar que el mismo Vicente Fox estableció al inicio de su administración que un acuerdo migratorio con Estados Unidos era una de sus prioridades y que en esa lógica debería aparecer de manera explícita como uno de los pilares, o bien esperaríamos una explicación del cambio.
No obstante, el título del apartado y la serie de acciones que la cancillería ha desarrollado (por ejemplo la matrícula consular y el Instituto de Mexicanos en el Exterior) muestran que efectivamente hay un cambio y se buscará ampliar el espacio de poder de los mexicanos en Estados Unidos más que el gran acuerdo migratorio, poco probable en las condiciones actuales. Si ese es el caso, es importante ser claros y decirlo explícitamente, pero aún más importante es actuar en consecuencia.
El canciller menciona cuatro incisos en torno a la atención y defensa de los mexicanos en el extranjero: regularización de mexicanos indocumentados, seguridad fronteriza, incremento en el número de visas para trabajadores temporales y desarrollo económico regional.
De este enunciado llaman la atención varios aspectos. En general se parece mu-cho a lo que se llamó la enchilada completa. En los enunciados mencionados no figura un acuerdo de empleo (muy diferente de la ampliación de visas para trabajadores temporales) y se aborda la problemática fronteriza sin mencionar su desarrollo o la creación de un modelo de gestión que combine flexibilidad y seguridad, conceptos ambos vitales para la región. Si solamente se habla de seguridad fronteriza, las lecturas que nuestros vecinos, al norte y al sur, pueden tener de este enunciado son alejadas de principios básicos de la política exterior e interior mexicanas.
Por último, se habla de desarrollo económico regional. Al respecto la referencia a "lo regional" es confusa. No queda claro si el canciller se refiere a la región de América del Norte o a las regiones de México, que son zonas de salida de los migrantes y que habría que desarrollar para ofrecerles condiciones de arraigo. Si se refiere a América del Norte, resulta claro que el país a desarrollar de esa región es México y entonces habría que formular estrategias para que los socios "ricos" entiendan que, en su propio beneficio, tienen que asumir nuestro desarrollo como un reto común a los tres países. Si por el contrario, la referencia es a las regiones de México, lo mencionado por el canciller debe interpretarse como un llamado a que las dependencias involucradas (Sedesol, Secretaría del Trabajo y Previsión Social, gobiernos estatales y locales, etcétera), entre las que no figura la Secretaría de Relaciones Exteriores, instrumenten políticas y programas de desarrollo regional en torno al proceso migratorio, algo que hasta la fecha no se ha hecho, pero que, en todo caso, en mi opinión, no es del ámbito de competencia de la SRE. *Presidente de El Colegio de la Frontera Norte
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