México D.F. Lunes 29 de septiembre de 2003
Carlos Montemayor
Excomunión y socialismo
En las últimas semanas la Iglesia católica ha sido tema recurrente en los medios periodísticos de México por diversas razones, tanto judiciales y políticas como históricas. La investigación que la Procuraduría General de la República (PGR) intenta llevar a cabo sobre ciertas personas cercanas al cardenal de Guadalajara por posible lavado de dinero, la excomunión a Miguel Hidalgo y Costilla durante la lucha de independencia y la postura del cardenal chileno Raúl Silva Henríquez a la caída de Salvador Allende en Chile son algunos casos concretos. Poco antes también fue un caso notorio el activismo político de prelados católicos en favor de un solo partido en el pasado proceso electoral. Me parece oportuno agregar un caso más al tema.
He comentado que durante las últimas semanas de junio y las primeras de julio el Partito de la Rifundazione Comunista celebró en varias ciudades italianas el Festival de Liberazione. Después de haber estado en el Festival de Milán, viajé a Florencia para participar en otro más. Ahí conocí a Guiliano Cusi, quien me obsequió diversos documentos políticos e históricos de la Italia de la posguerra. Como tenaz anarquista, me repetía varias veces con rápido y exhaltado italiano: "recuerda, hacia la anarquía va la historia". El documento más singular, e ignoro por qué decidió que yo debía tenerlo, fue la copia de un largo texto que tiene como encabezado en grandes letras Disposiciones del Santo Oficio contra los adherentes al comunismo y al socialismo marxista.
El documento afirma que la Suprema Santa Congregación del Santo Oficio había establecido diversas sanciones a través de los decretos emitidos el 1Ɔ y 11 de agosto de 1949 y el 28 de julio de 1950. Las sanciones se enlistan en tres apartados. El primero y el segundo se refieren a los casos de adhesión a la doctrina o de participación en acciones del comunismo y del socialismo marxista. El tercer apartado se refiere a la privación de ciertos sacramentos.
El primer apartado contiene dos incisos que, a la letra, dicen lo siguiente: "a) Está excomulgado quien, inscrito o no inscrito en los partidos comunista o socialista marxista, hace profesión o defiende y propaga la doctrina materialista y anticristiana de los comunistas. b) Está excomulgado quien con la palabra y con la obra enseña a los niños o a los jóvenes cualquier cosa contra la fe y las buenas costumbres".
Como puede verse, el segundo inciso está mal redactado; no necesariamente es aplicable a comunistas o a socialistas, sino a "cualquiera" que no se conduzca conforme a la fe, y en este caso la misma comunidad eclesiástica puede proporcionar ejemplos cuestionables numerosos.
En el segundo apartado, el inciso a) afirma: "Comete pecado mortal y no puede ser absuelto quien consciente y voluntariamente da su nombre a los partidos comunista o socialista marxista o presta apoyo a los mismos."
El inciso b) precisa que tampoco podrán ser absueltos de su pecado mortal si "consciente y voluntariamente" pertenecen a las asociaciones de los comunistas o de los socialistas. Menciona a la Cámara del Trabajo, la Fedeterra, el Frente de la Juventud Italiana y "organizaciones similares". El inciso c) sanciona en los mismos términos "a quien vote a favor de planillas o representaciones del comunismo y socialismo marxista en las elecciones políticas, administrativas o internas de una fábrica; a quien participe en comicios o manifestaciones comunistas; a quien ofrece dinero o medios para suscripciones comunistas, etcétera". El inciso d) aclara que comete pecado mortal y no podrá ser absuelto quien "escribe, publica, difunde o lee libros, periódicos, diarios u hojas que propagan la doctrina o las iniciativas del comunisno y del socialismo marxista".
Ponen como ejemplo de esas publicaciones a L'Unitá, el diario fundado por Antonio Gramsci, L'Avanti, Voce Comunista y Milano Sera (y con un "etcétera", otras que se parezcan).
Finalmente, también cometen pecado mortal y no podrán ser absueltos los padres que envíen a sus hijos a las Asociaciones Pioneras Italianas y las muchachas y muchachos que se inscribieran o frecuentaran escuelas o lugares de recreo sostenidos por comunistas o social comunistas.
La sección concluye con esta declaración en letras mayúsculas: "Quien en confesión calle o niegue las culpas enlistadas arriba comete sacrilegio. En cambio, quien sinceramente arrepentido renuncie a las falsas doctrinas y a la membresía o inscripción, podrá ser absuelto, celebrar la Sagrada Comunión y, con la pública reparación de su pasado, será reintegrado al ejercicio de sus derechos de buen cristiano."
En el último apartado, respecto a los Sacramentos, el inciso a) establece que están "excluidos del oficio de padrinos y madrinas de Bautismo los inscritos en partidos comunistas y socialistas marxistas". El inciso b) establece que el matrimonio con un comunista excomulgado deberá contar con una dispensa como si se tratara de una persona de otra religión y que será celebrado sin ninguna solemnidad exterior y no en una iglesia. Finalmente, el inciso c) establece, a la letra, que "el funeral religioso no puede concederse a un inscrito o militante en el comunismo o en el socialismo marxista o del que no se pueda probar el arrepentimiento anterior a la muerte. Del acompañamiento fúnebre están absolutamente excluidas las banderas de los comunistas y de los socialistas marxistas".
Hasta aquí el documento. Tal pasión y celo de la Iglesia italiana, apenas hace medio siglo, es relevante por el modus operandi de los núcleos piadosos y ultrarreligiosos de los militantes mexicanos del Opus Dei y sus numerosas ramificaciones; también por el comportamiento insistente de prelados en su nuevo activismo electoral. Veinte años después de estas sanciones de la Iglesia italiana podemos contrastar, igualmente, la visión de un cardenal de América Latina.
El 3 de septiembre de este año, Ximena Ortúzar escribió para La Jornada desde Santiago, capital de Chile, que el sacerdote Baldo Santi fue testigo de un singular comentario del cardenal Raúl Silva Henríquez. El cardenal había tratado de mediar entre el gobierno de la Unidad Popular y el Partido Demócrata Cristiano (PDC). El ex presidente Eduardo Frei, del PDC, había sido un acérrimo opositor del presidente Salvador Allende. A la caída del presidente socialista elegido democráticamente en Chile, el cardenal le dijo a Frei en una conversación que recuerda Baldo Santi: "El gobierno de Allende ha sido más cristiano que el suyo". ƑCuántos cardenales y obispos mexicanos podrán compartir, o al menos comprender ahora, una afirmación como ésta?
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