México D.F. Lunes 29 de septiembre de 2003
La fotógrafa muestra en la estación
Pino Suárez su incursión en escuelas del norte
Olivia Vivanco capta la marginación en que se
hallan los niños jornaleros
Se trata de una docena de imágenes acompañadas
de testimoniales de maestros y niños; la explotación laboral,
los riesgos para la salud y la insalubridad, entre los temas reflejados
ARTURO JIMENEZ
Pierden su infancia, y con ella, tres derechos universales:
jugar, estudiar y escuchar historias imaginarias. Para sobrevivir, cada
año se desplazan durante varios meses dentro de su país en
busca de trabajo, en el que pierden derechos básicos, ahora laborales.
Son los niños jornaleros agrícolas que,
con sus familias, migran sobre todo de estados como Oaxaca y Guerrero a
los campos de cultivo del norte de México y que, según cifras
conservadoras, suman unos 370 mil pequeños entre 6 y 14 años.
Sin embargo, hay investigaciones que hablan de 900 mil
niños de un total de 3.6 millones de jornaleros (La infancia
vulnerable de México en un mundo globalizado. Unicef-UAM). De
cualquier modo, es un problema cuantitativamente mayor al de los niños
de la calle.
Por su confinamiento en remotos campos de trabajo ubicados
en Sinaloa, Sonora, las dos Baja Californias y otras entidades, diversos
sectores se han referido a la situación de los pequeños jornaleros
agrícolas como un problema invisible que debe darse a conocer.
El más reciente esfuerzo de visibilidad toca ahora
a la fotógrafa Olivia Vivanco Torres, quien acaba de inaugurar en
las entrañas del Centro de la ciudad, la estación Pino Suárez
del Metro, la exposición Los niños y las niñas
migrantes en nuestro país: escuela y realidad, un trabajo hecho
en parte con apoyo de la Secretaría de Educación Pública
(SEP).
Son más de un docena de imágenes de mediano
formato que, acompañadas de textos testimoniales de maestros y niños,
hacen visibles problemas como la explotación laboral, los riesgos
para la salud por insolación o intoxicación con agroquímicos,
la insalubridad o las precarias condiciones de estudio de los pequeños
-cuando logran asistir a las aulas.
Francisco, de 10 años, originario de Guerrero y
contratado en un campo tabacalero de Nayarit, comparte en su testimonio:
"Trabajar con tabaco es cansado y pesado, además
de que pica cuando lo hueles. Cuando me acuesto me duelen mis ojos y mis
manos. Casi siempre en las mañanas llegan las maestras a la casa,
que es una ramada entre el tabaco, y despiertan a mis hermanos para ir
a la escuela. La maestra siempre me pregunta si voy a ir a la escuela.
Yo sólo me río y no digo nada, porque no puedo ir. Es que
mis papás me dicen que aquí nada más vengo a trabajar
y que en mi pueblo sí puedo estudiar."
El juego es trabajar
Lo
que más impresionó a Olivia Vivanco en los campos agrícolas
de Nayarit y Sinaloa, que visitó durante dos viajes en diciembre
pasado, fue la fortaleza de los infantes:
"Son niños que se ven enfrentados a una realidad
que no cuestionan. Es decir, para ellos el perder la infancia, el no vivirla,
es algo cotidiano. Los niños ya están predispuestos al trabajo.
Ya es parte de su vida y de su cotidianidad pasar del juego al trabajo.
Hacer del trabajo, al principio, un juego, y de ahí olvidarse del
juego e integrarse a la vida productiva y ser parte del sustento de la
familia.
"Realmente la infancia casi no existe en ellos, es muy
corta. Y la adolescencia también es casi inexistente. Todo eso es
un lujo de las ciudades. Hay niñas de 13 años ya casadas
y con otros niños que, en cuanto tengan el tamaño, ni siquiera
la edad, se tendrán que integrar al trabajo."
En el municipio de La Cruz, Sinaloa, Vivanco visitó
los campos agrícolas de San Juan, El Naranjo y Cachanilla. En Nayarit
fue a la zona cañera y a la costa, donde se cultiva el tabaco.
"No siempre hay acceso a los campos agrícolas porque
existe mucha renuencia de los productores, sobre todo en Sinaloa. El acceso
se dio gracias a los maestros, que se han ganado la confianza de los productores.
En Nayarit no hay tanto problema para entrar a las zonas de trabajo."
Para esta labor de documentación visual Olivia
Vivanco, quien ya ha trabajado el problema de los niños de la calle
y realizado exposiciones individuales y colectivas sobre el tema, se puso
en contacto con Rigoberto González, coordinador del Programa de
Educación Primaria para Niñas y Niños Migrantes de
la Secretaría de Educación Pública, y recibió
un apoyo parcial para viajar a Sinaloa y Nayarit.
Ella dice que apenas es el comienzo del proyecto y que
le falta visitar otros estados. "La intención es seguir la documentación
porque varían mucho las condiciones de un estado a otro. En el norte
se puede ver más o menos la infraestructura de salones, pero hay
zonas en las que ni siquiera a eso llegan. Existen lugares donde los productores
tienen un poquito más de conciencia y apoyan el programa (de Educación
Primaria para Niñas y Niños Migrantes) y otros donde no".
El objetivo principal de la exposición, dice, es
que las fotos se vean. "Y sí, la intención es que documentemos
la realidad de esos niños, pues debía buscarse un espacio
en el que la gente se encontrara con esa realidad al paso. Y que mejor
que aquí en el Metro", comenta Vivanco sobre la muestra, la cual
es parte de la temporada de Fotoseptiembre y concluye este mes.
Willy en el campo agrícola
El problema de los niños jornaleros migrantes se
agrava, dice Sylvia Schmelkes, coordinadora general de Educación
Intercultural Bilingüe de la SEP y quien inauguró la exposición
de Vivanco, porque antes las familias regresaban a sus lugares de origen
a cosechar lo que habían cultivado antes de partir, pero ahora,
con la crisis del campo, muchas ya no lo hacen.
Se ha calculado que entre 40 y 60 por ciento de la población
migrante total es de origen indígena. "Muchos de ellos son monolingües,
sobre todo los niños. Muy a menudo la población infantil
en las aulas de los campamentos agrícolas es multilingüe, lo
que hace sumamente complejo el trabajo educativo de los maestros.''
El área de la SEP en la que labora Schmelkes participa
en un proyecto interinstitucional para trabajar con niños migrantes.
"No se pretende hacer otra cosa diferente a lo que hacen
las instituciones que ya trabajan ahí, sino más bien coordinarlas
de tal manera que pueda haber un mismo proyecto educativo con una misma
orientación que asegure la continuidad educativa de los alumnos",
dice.
"La idea es que cuando los alumnos migren y se muevan,
sientan que están recibiendo una educación con una misma
orientación. Estamos comenzando con Nayarit como estado de atracción
y con Oaxaca como estado de expulsión. Se trabaja con varias instancias
de la SEP y con el Programa Nacional de Jornaleros Agricolas de la Sedeso."
Entre las diversas acciones educativas realizadas Rigoberto
González menciona la dotación de unos 85 títulos de
libros infantiles por cada campo agrícola, los cuales cuentan con
dos o tres espacios habilitados como salones.
Reconoce que hay quienes critican que esos libros están
"fuera del contexto" de los pequeños, pero argumenta que más
bien es una manera de "acercar a los niños a su infancia" y que
a ellos les gustan volúmenes como los del escritor y dibujante inglés
Anthony Browne, creador de personajes como el chimpancé Willy.
En realidad, instituciones como la SEP y la Sedesol han
creado diversos proyectos educativos y de atención social: bibliotecas,
ludotecas, capacitación de maestros, atención social a niños
desde los 45 días de nacidos hasta los 5 años, pero por la
enorme cantidad de pequeños el problema rebasa con mucho los esfuerzos
oficiales.
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