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México D.F. Sábado 11 de octubre de 2003

El director de la compañía Volksbuhne habla en entrevista para La Jornada

Deplora Castorf que los artistas soslayen los problemas sociales

Los medios de comunicación de Alemania y EU tienen mucho poder, pero no son solidarios

Mañana estrena su montaje Un tranvía llamado América, en el teatro Julio Castillo

PABLO ESPINOSA/ I

El maestro Frank Castorf es contundente: ''El teatro alemán actual muestra una sensibilidad en alto nivel, se limita por lo general a una visión aburguesada del arte del teatro, se ocupa de dramas familiares y deja de lado la reflexión sobre la sociedad. Eso me parece lamentable. Podríamos entender que los políticos no se ocupen de estos temas, que se desentiendan, pero si los artistas no reflexionan sobre los problemas que aquejan a la sociedad, es porque algo está muy mal en el arte".

Con Michael Thalheimer, quien también visita nuestro país para mostrar su detonadora versión al clásico de Lessing, Emilia Galotti, Frank Castorf goza de prestigios varios y trofeos insólitos como el no haber sido tomado en cuenta durante 10 años en la antigua Alemania socialista como artista, pues en ese lapso no se publicó una sola línea ágata a propósito de su arte que alcanza la genialidad. Hoy es una luminaria respetada y admirada. Sus funciones, con una duración promedio de siete horas, se ven atiborradas de un público joven, azorado, en pleno delirio frente a sus impresionantes puestas en escena, dos de las cuales documentamos en estas páginas el pasado mayo, cuando fueron celebradas en Berlín.

Vivir al margen de la celebridad

En entrevista con La Jornada a su llegada a México, la máxima figura del teatro en Alemania disecciona con bisturí el corpus de su trabajo artístico que lo ha convertido en una referencia ineludible. Se encuentra en nuestro país para presentar su montaje titulado Un tranvía llamado América, a partir de Tennessee Williams, que será estrenado este domingo en el teatro Julio Castillo, con lo cual se inicia una histórica Semana de Teatro Alemán y, también como parte de CulturALE2003, al mismo tiempo la actividad de la versión 31 del Festival Internacional Cervantino, cuya sede en Guanajuato verá acción apenas el 15 de octubre.

Rodeado de una leyenda que incluye cierto hermanamiento con el flamante Nobel John Mawell Coetzee, en el sentido de disfrutar del arte de vivir sin interferencia de los inconvenientes de ser una celebridad, Castorf hace a un lado su fama de renuente a las entrevistas y concede en cambio, a los lectores de La Jornada, la primicia.

Conciencia de privilegio

-Luego de 10 años de dirigir la más importante institución teatral de Alemania, la compañía Volksbuhne, usted se ha manifestado irónicamente como una reliquia, un fósil que debería disolver la Volksbuhne y crear algo nuevo, más revolucionario aún. ¿Nos puede decir cómo va a proceder para dinamitar en esta ocasión?

-Una biografía puede ser bastante bonita o bastante peculiar. En mi caso lo importante es que uno puede llegar a conocer lo que uno no quisiera fuera una sociedad: una dictadura. Y a pesar de eso uno se percata de qué manera eso ha marcado a mucha gente y a otro tanto le ha servido de protección. Ese es el pensamiento de alguien que viene del Este. Y eso confirma que aún subsisten en Alemania territorios diferentes: el Este y el Oeste, así sea en la manera de pensar. Desde luego que yo resulto más ruso que estadunidense y mi experiencia me conduce a una conciencia de privilegio, porque puedo apreciar, gracias a mi pasado, lo que tengo ahora. Entonces para mí que provengo del Este y que ahora vivo como privilegiado considero que se trata de una porción de libertad. Pero la libertad también se define en términos comerciales. Me puedo mover libremente porque tengo independencia económica. Y no hay tantos en Alemania que estén en situación similar.

''Así, mi felicidad resulta subjetiva y eso no me hace feliz. ¿Que cómo le voy a hacer?, ¿qué sigue? Uno se inmiscuye en cosas que no le atañen. Uno ve por ejemplo el gran poder que tiene la prensa y los medios de comunicación en Alemania y en Estados Unidos, pero al mismo tiempo se sorprende de ver el poco poder que tienen esos medios para reclamar situaciones de solidaridad, a pesar de que a muchos no les va bien en esos dos países, que son ricos. Eso representa la infelicidad a un nivel muy alto. Uno viaja y no se siente feliz de ser privilegiado mientras que a otros no les va bien. Me parece que es algo acerca de lo cual los políticos no necesitan reflexionar mucho, pero si los artistas no reflexionan sobre este tipo de cosas, entonces algo anda muy mal en el arte.

''Por esa razón, cuando hago teatro trato de encontrar una respuesta y también de manejar la operación del Volksbuhne para crear solidaridad social. Que se sepa que la gente también pasa hambre en casa. Estoy convencido de que con el teatro uno debe inmiscuirse en temas sociales directos. Me gusta pensarlo a la manera de la vieja historia de David y Goliath, por supuesto desde la perspectiva y la posición de David, sabiendo que es posible la victoria.''

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