México D.F. Lunes 13 de octubre de 2003
ENTREVISTA /JOSÉ ANTONIO DE LA PEÑA, ASPIRANTE A LA RECTORIA DE LA UNAM
La universidad ha caído en una especie de letargo
EL CARACTER PUBLICO Y GRATUITO DE LA ENSEÑANZA ES IRRENUNCIABLE
Aunque en 1999 votó en favor del alza de cuotas en la maxima casa de estudios del país, el director del Instituto de Matemáticas dice ahora que "es perfectamente válido que uno modifique sus puntos de vista". Además, se manifiesta partidario de un crecimiento "ordenado" y "cuidadoso" de la institución
KARINA AVILES
José Antonio de la Peña, aspirante a la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se pronuncia en defensa de la universidad pública y gratuita, aunque en 1999 votó por el alza de cuotas: "es perfectamente válido que uno modifique sus puntos de vista". Afirma que le da "un poco de risa" que lo identifiquen como representante de la derecha universitaria, porque "toda la vida me he sentido y me considero de izquierda".
En una plática con este diario, el director del Instituto de Matemáticas y presidente de la Academia Mexicana de Ciencias traza los caminos que tomaría la máxima casa de estudios en caso de que él fuera el próximo rector en el periodo 2003-2007: está en contra de que "todas las reformas universitarias deban efectuarse en una gran asamblea", de que la elección del rector pudiera darse mediante el voto universal. En cambio, se muestra partidario de un crecimiento de la institución, pero "ordenado", "planeado" y "cuidadoso", de fortalecer la integración del bachillerato y de las unidades multidisciplinariasde la universidad, así como modificar la ley orgánica "sólo" si es necesario.
La relación con el Estado
-De llegar a la rectoría, Ƒllevaría a la UNAM a tener una mejor relación con el Estado?
-Tendríamos, por supuesto, la intención. La relación con el Estado no sólo se refleja en la consecución del presupuesto, sino en poder realizar trabajo conjunto con los diferentes gobiernos en la discusión de temas importantes para la sociedad: asuntos de la ciudad, contaminación, problemas de agua, problemas sociales.
-ƑConcibe a la universidad apostando al juego de un gobierno neoliberal?
-Creo que la universidad no debe jugar el juego de nadie, sino que debe de trazar su propia ruta orientada por los principios universitarios; uno fundamental es la autonomía.
-Sin embargo, diferentes gestiones han llevado a la universidad a ajustarse a políticas estatales e internacionales.
-La universidad tiene que definir su propio rumbo, no tiene por qué dejarse conducir por factores políticos externos. Por supuesto, tiene que estar muy pendiente de las condiciones políticas, sociales a escala nacional e internacional. Estar consciente de ellas, actuar críticamente, pero hay principios a los que no puede renunciar, como los de la universidad pública y gratuita. Es muy importante reivindicar la obligación del Estado de sostener a la universidad pública.
-Usted habla de la gratuidad, pero votó en 1999 por el llamado plan Barnés, que trataba de romper claramente con este principio.
-En ese momento las condiciones parecían propicias para que, manteniendo el principio de equidad, se pudiera pensar en cuotas diferenciadas y en una serie de cuestiones que mantuvieran la gratuidad para todos los estudiantes que lo requiriesen. Creo que el principio que debe estar en la base de todo es que ningún estudiante carezca de estudios por culpa de problemas económicos. Ese principio es insustituible y debe defenderse.
-ƑPero por qué en 1999 sí era momento para las cuotas y ahora no?
-Hay dos factores que han cambiado: la situación no ha mejorado, hay clases sociales cercanas a la universidad que se han depauperizado. Por otra parte, la discusión en la sociedad a raíz del intento de subir cuotas hace que esté uno muy consciente de una serie de problemas de los que, sin duda, no se estaba consciente cuando se inició el proyecto del doctor Barnés.
-ƑNo se estaba consciente de la situación social del país?
-No, no. No se había dado esa discusión previa respecto a las cuotas.
-El hecho irrefutable fue la imposición de cuotas y romper la gratuidad. ƑO cree que no?
-De alguna forma. Entonces, dada toda la discusión posterior que indujo este proyecto, creo que es perfectamente válido que uno modifique sus puntos de vista.
Las definiciones
De la Peña cree que lo que "no es correcto" es pensar en que "todas las reformas universitarias y cambios académicos deban efectuarse en una gran asamblea". Para el científico, los cambios deben realizarse por los cauces de los órganos de gobierno y académicos existentes: "la universidad nacioanl ha caído parcialmente en un letargo de cambios importantes ocasionados por la espera de un gran evento, como un congreso".
En tanto, las transformaciones de carácter estructural "requieren más de la participación, al menos mediante representaciones, de toda la comunidad universitaria". El matemático establece también que no pensaría "en una separación, sino en una integración mucho más rica" del bachillerato y las unidades de multidisciplinarias a la UNAM.
En materia de crecimiento, indica que éste puede darse en dos sentidos: en tamaño y en calidad, pero como el "problema de la universidad de masas" tiene que ver más que nada con dificultades administrativas, la "alternativa real es una mejor planeación". Debe darse un crecimiento "ordenado" y "cuidadoso": "si con las instalaciones actuales no podemos tener más estudiantes, no los tengamos; pero si la sociedad requiere de crecimiento en número de alumnos, pensemos en conseguir recursos para crecer".
Por otro lado, De la Peña considera que no hay que precipitarse en modificar la ley orgánica, norma que define los órganos de gobierno de la institución. Dice que ésta puede reformarse "sólo" si es necesario y sin olvidar que serán los diputados quienes la aprobarían.
Sobre el proceso vigente para designar al rector, señala que debe mantenerse en sus "líneas generales", aunque puede considerarse "la posibilidad" de algunos cambios en la forma de funcionamiento de la Junta de Gobierno, órgano que lleva el desarrollo del mismo.
Su oposición a que puedan modificarse las normas para elegir al rector mediante el voto universal es contundente: "una democratización absoluta de un proceso así llevaría a campañas de carácter político, popular, que no van completamente de acuerdo con la vida académica universitaria".
-Usted ha negado formar parte del grupo sarukhanista. Entonces, Ƒpor qué sus planteamientos coinciden con los del ex rector?
Grupos o camarillas
-Lo que rechazo es que haya grupos o camarillas así entendidas en la universidad.
-Pero las hay, Ƒ o no?
-Yo no participo en ninguna. No digo que no existan. Por supuesto, José Sarukhán me parece una personalidad universitaria muy respetable. Si coincide uno en algunas propuestas o proyecto tampoco me sorprende. Hay cosas en las que puede uno coincidir y otras en las que no, y eso va más allá de amistades, de discusión en grupos o no, de planteamientos o preferencias políticas. Lo que yo creo que no es adecuado es que se manejen algunas coincidencias académicas como descalificatorias.
-ƑEn qué más lo ha influido Sarukhán?
-No, yo me siento independiente en mis puntos de vista tanto académicos como políticos. Muestra de ello es que en el congreso de 1990, cuando Sarukhán era rector, yo fui catalogado -en esa época se ponían etiquetas como se ponen ahora- como "independiente".
-A usted lo identifican con la derecha de la universidad.
-Esa etiqueta me da un poco de risa, porque toda la vida me he sentido y me considero de izquierda.
-Entonces, Ƒpor qué cree que se le identifique como de derecha?
-Creo que las etiquetas de derecha, en general, son puestas malintencionadamente como una descalificación fácil a la cual son sensibles grupos sobre todo de estudiantes o algunos maestros que no necesariamente conocen las trayectorias de las personas.
Por ejemplo, refiere, el secretario general del STUNAM, Agustín Rodríguez, "descalificó mi proyecto". Por ello, dice que hablará con el líder de los trabajadores para que conozca su propuesta, integrada por dos conceptos claves: fortalecimiento de la vida académica y modernización de la institución para adaptarla mejor a las exigencias sociales, al avance del conocimiento y de las tecnologías.
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