México D.F. Lunes 13 de octubre de 2003
Rumbo al Zócalo, Colón fue ignorado; discursos contra la reforma energética
Cien manifestantes en la marcha por la resistencia indígena
MATILDE PEREZ U.
A casi una década del surgimiento público del Ejército Zpatista de Liberación Nacional (EZLN), en un viraje en la lucha indígena de quienes lograron empujar los acuerdos de San Andrés y la Ley sobre Derechos y Cultura Indígenas -aún sin cumplir-, ayer en la ciudad de México se desarrolló la marcha para que la sociedad urbana no olvide la resistencia indígena.
Sin embargo, la convocatoria no tuvo el eco de años anteriores; sólo lograron reunirse cerca de 100 personas de la Coordinadora Nacional de Pueblos Indios (CNPI), quienes se pronunciaron contra la reforma eléctrica y la privatización de Petróleos Mexicanos.
Después de hacer sonar sus caracoles y colocar una ofrenda floral en el monumento a Cuauhtémoc -en el cruce de Paseo de la Reforma y avenida Insurgentes-, el grupo custodiado por casi mil 500 policías se dirigió hacia el Zócalo capitalino; indiferente, pasó de largo frente al monumento a Cristóbal Colón, cubierto con un plástico negro y fuertemente resguardado por granaderos. Ya no hubo intentos de derrumbar el monumento ni tampoco José Carlos Becerra, el Poeta Desnudo, intentó escalarlo.
En 1992, cuando los gobiernos de España, de México y de Latinoamérica celebraron el llamado "encuentro de dos mundos", pueblos y organizaciones indígenas mexicanas alzaron su voz para exigir respeto a su territorio, usos, costumbres, cultura y lengua; le llamaron la fiesta de los 500 años de resistencia indígena.
Dos años después, con el surgimiento del EZLN la lucha indígena volvería a la palestra nacional e internacional. En 1996, una indígena tzotzil hizo vibrar a la sociedad mexicana. "Queremos un México que nos tome en cuenta como seres humanos, que nos respete y reconozca nuestra dignidad. Tener un lugar digno", dijo la comandante Ramona en el Zócalo de la ciudad de México. Allí, destacó que los indígenas -no sólo los chiapanecos- estaban dispuestos a participar en un gran diálogo nacional con todos.
En 1997 y 1998, días antes del 12 de octubre, autoridades y líderes indígenas organizaron encuentros para hacer un llamado a la sociedad civil para que los apoyara en sus exigencias de reconocimiento a la autodeterminación y autonomía; miles se unieron a ellas, y así lo manifestaron en las concentraciones en el Zócalo capitalino. En 1998 los indígenas asentaron: "los acuerdos de San Andrés son nuestra palabra y no desistiremos de ella".
Pero la fecha dejó de tener relevancia para el movimiento indígena. No era -como dijeron en 1992- un día para celebrar ni para festejar, y en los años subsecuentes el número de participantes disminuyó hasta llegar, como ayer, a menos de 100.
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