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México D.F. Lunes 13 de octubre de 2003
TOROS
Existe un peligroso relajamiento de las formas y
del valor ritual de la fiesta brava, afirma
Para plasmar emoción, el pintor taurino debe
haber sido algo torero: Reyes Meza
Vivir del astado, más difícil que vivir
de la pintura Actuó de luces y fue cocinero
LEONARDO PAEZ
"Cuando empiezan a olvidarse la historia y las tradiciones,
empiezan a morir las artes y los pueblos, su vida emocional, la que los
nutre y de la que se nutren", observa el pintor, muralista, diseñador
y escenógrafo mexicano José Reyes Meza (Tampico, 1924), cuya
obra taurina, no obstante su intensidad y riqueza plástica, es relativamente
poco conocida.
"Una vocación define nuestra existencia -añade
el maestro-, y en mi caso esa fue la de pintor, aunque también he
ejercido las de torero y cocinero. Cuando aún no cumplía
los 15 años, al tiempo que me inscribí en la Academia de
San Carlos, comencé en Tacubaya mis andanzas como novillero. Entrenaba
a diario y varias veces actué de luces, como ocurrió con
los pintores taurinos Navarrete, Espino Barros o Raúl Bassó,
muerto trágicamente en una plaza modesta. Anduve con Carlos Vera
Cañitas y Sánchez Armas, viejo torero español
que nos enseñó cuanto hay que hacerle a un toro, y con el
fino Javier Mazeiras, entre otros."
Reyes
Meza sostiene que vivir del toro es todavía más difícil
que vivir de la pintura, ya que por lo menos los pinceles no cuernan, y
que el buen pintor de toros es el que, además de la técnica
y el estilo propios, ha sentido muy cerca un toro. Quizá por eso
sus espléndidos óleos y dibujos de tauromaquia proyectan,
como pocos, la lucha y la fuerza interior del torero y del toro.
Con respecto al arte pictórico enlazado al tema
taurino, el también vitralista y autor de varios libros sobre estética
advierte que "para empezar no es un tema de cotidianidad, es un caso singular,
una actividad en principio extraña por venir de una herencia milenaria
que permanece en el subconsciente colectivo.
"El toreo ha tenido un relajamiento de las formas, de
las reglas, de su hacer tradicional clásico, base de su memoria
histórica que le daba el valor de acto ritual. Para el pueblo, este
acto acentuaba el sentido de lo mágico ante el fenómeno de
la vida y la muerte frente a frente, en una lucha de vida por vida; de
ahí su fascinación catártica, que incluye belleza
en la potente figura del toro que allí, en la arena, se convierte
en minotauro, causa y centro de un laberinto de geometrías en el
ruedo, en el círculo."
Vehemente en torno a otra de sus pasiones, la tauromaquia,
Reyes Meza, cuya agudeza le permite entrevistarse solo, igual que frente
al caballo los toros bravos se pican solos, continúa:
"El toreo es geometría, me decía mi maestro
y amigo David Liceaga, y trazaba en la arena del ruedo líneas que
marcaban la trayectoria del toro y a la vez los giros que correspondían
al torero; eran verdaderamente ritmos armónicos de gran plasticidad
y estética. Estética violentada, adornada con brillantes
colores enmarcados con oro o plata compitiendo con los barroquismos de
la pasamanería. La alegría de los capotes suaviza la apacible
violencia del torero frente a la terrible violencia, fuerza bruta del toro,
y en medio de ellos como elemento neutro, el caballo, casual víctima
pasiva montado por el picador, una especie de moderador."
Sobre por qué resulta tan socorrido en la pintura
el encuentro del toro con el picador, aclara: "Es un momento de crisis
fabuloso por partida triple, toro bravo, caballo y picador, en una conjunción
que no se vuelve a dar a lo largo de la lidia. Todo esto lo he tenido que
condensar plásticamente en mis cuadros y dibujos, sin que ellos,
como en el arte del toreo, causen rechazo por la violencia expresada y
esto se debe a las palabras de David Liceaga: 'El toreo es geometría',
por lo tanto hay estética y, en consecuencia, belleza".
-Entonces, ¿para pintar bien de toros hay que haber
toreado?
-El pintor de temas taurinos tiene que haber sido parte
activa en el toreo. Tiene que ser o haber sido algo torero para que su
obra rebase lo puramente estético y conlleve toda esa emoción
antes descrita, para no quedar en lo ilustrativo, anecdótico, literario
o en la pura forma, como es el caso de Picasso, que si bien sus logros
estéticos son válidos, no contienen la esencia taurina; como
lo calificó Pepe Alameda al decir que Picasso había visto
los toros desde los Pirineos. Pero no importa, porque todo lo que venga
del toro se vale, pues, según José Bergamín, el toreo
es interplanetario.
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