México D.F. Lunes 13 de octubre de 2003
TOROS
Triunfo de Tenorio
Humillada, la afición canjea sus derechos de apartado
LUMBRERA CHICO
Allí están: cabizbajos, obligados por la insólita alianza entre el Gobierno del Distrito Federal y Rafael Herrerías, los dueños del derecho de apartado de la Monumental Plaza Muerta (antes México) empezaron la semana pasada a realizar el trámite de renovar sus abonos, sabiendo que si no lo hacen los perderán.
No importa que el cartel de la temporada grande 2003-2004 sólo les ofrezca un puñado de toreros mexicanos en decadencia y algunas promesas que todavía no se han convertido en figuras. Los aficionados forman filas ante las mesas de canje, sin tener siquiera el estímulo de un descuento que se compadezca de la pobreza del espectáculo.
De lo que se trata es de que Herrerías recupere, gracias a ellos, el crédito que le dio un banco de Texas, Estados Unidos, con el aval de Miguel Alemán Magnani, para pagar por un año más la renta del embudo de Insurgentes. Una vez que haya esquilmado a los indefensos taurinos, se burlará de ellos, como siempre, dándoles corridas de pésima calidad, violando el reglamento cuando se le antoje y actuando de acuerdo con sus caprichos, única ley que respeta.
En este contexto, el enterrador de la tauromaquia mexicana montó este fin de semana dos pachanguitas, una el viernes por la noche con tres novilleras y otra el día de ayer. En la función nocturna, la ex becerrista Hilda Tenorio demostró su clase extraordinaria y su evolución sostenida, parando, templando y mandando a un astado de más de 400 kilos de peso, al que mató al volapié, sepultando el acero hasta la empuñadura, para cortar su primera oreja en la plaza que algún día fuera la más importante del continente americano.
Ayer, ante un pésimo encierro de Joselito Huerta, que salió manso y débil, el colombiano Christian Restrepo conmovió a la escasa concurrencia por su toreo estatuario, y el amenazado y octogenario Ricardo Balderas, juez de plaza, le negó una muy merecida oreja.
Por su parte, los mexicanos Rodrigo Merino y Pablo Samperio hicieron simplemente el ridículo. El primera está de lo más verde, pero no tiene pizca de hambre ni ganas de decir nada. Estuvo muy precavido en todo momento, como si alguien lo hubiera obligado a vestirse de luces.
Ojalá pudiera decirse lo mismo acerca de Samperio, lo que ya sería mucho. Sin embargo, el jovenzuelo es todavía peor que su compatriota. No sólo carece de afición, entusiasmo y valor, sino que no sabe caminar por el ruedo, desconoce los terrenos que pisa y no oculta la repulsión que le causa la cercanía de los bureles.
Tras las dos rechiflas que cosechó en sus dos turnos, un aficionado dijo lo más sensato que el muchacho pudiera escuchar: "šSamperio, córtate la coleta ahoritita mismo y dedícate a otra cosa!" La sentencia es en realidad un consejo amistoso que no debería echar en saco roto.
Dada la pésima calidad del ganado, el público dedujo que la viuda de Joselito Huerta envió un encierro débil y abecerrado, sin casta ni trapío, ofendida quizá por el escaso monto del cheque que le entregó Herrerías a cambio de sus bovinos. Quién le manda.
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