México D.F. Martes 14 de octubre de 2003
Justicia social global, plantea en su nuevo libro
Stiglitz: el equipo de Clinton condenó a la economía por su fe en el mercado
REUTERS
Nueva York, 13 de octubre. El equipo económico del ex presidente Bill Clinton puso a la par los intereses de Wall Street con los del país en general, con lo que condenó la recuperación económica. ''Había una fe exagerada, incluso ingenua, en el mercado'', apuntó el economista Joseph Stiglitz en su nuevo libro Los estruendosos noventa.
El premio Nobel, que fue parte del equipo del ex mandatario, criticó las acciones del gobierno estadunidense en el periodo de Clinton: ''Tuvimos la oportunidad de tratar de darle forma a la globalización, de darle forma a un nuevo orden económico con base en una nueva serie de principios. En cambio, terminamos dándole forma para reflejar nuestros intereses comerciales y financieros''.
Peor aún, Estados Unidos exportó una versión más dura y extrema de sus errores a las naciones en desarrollo, con consecuencias desastrosas, dijo Stiglitz, quien presidió el Consejo de Asesores Económicos de Clinton de 1995 a 1997.
''Nosotros, en el gobierno de Clinton, no teníamos una visión de un nuevo orden internacional tras la guerra fría, pero la comunidad empresarial la tenía. Ellos vieron nuevas oportunidades de ganancias'', apuntó el economista en su libro.
Para Stiglitz la pregunta sobre qué filosofía debería apuntalar la economía global va mucho más allá de la batalla teórica entre los mercados libres de restricciones y las regulaciones gubernamentales.
''La batalla es más profunda que eso. Tiene que ver con la clase de sociedad en la que queremos vivir'', dijo. ''Hace 20 años mis mejores estudiantes iban a los Cuerpos de Paz. En los noventa, todos fueron a Wall Street''.
El economista agregó que los funcionarios de la Reserva Federal en lugar de contener los peligrosos excesos que caracterizaron a la década de los noventa, estaban demasiado ensimismados en sus logros como para intervenir en el momento adecuado a fin de moderar los mercados.
El golpe de gracia de los excesos de la década fue la capacidad de los inversionistas por atraer al juego financiero al ciudadano promedio. A los estadunidenses de clase media y baja se les dijo que ellos también podían sacar una tajada del pastel de la nueva economía si estaban dispuestos a arriesgarlo todo en la bolsa de valores, incluso sus ahorros para el retiro y sus pensiones. El resultado fue una caída estrepitosa del mercado, de la que la economía todavía no se recupera completamente.
Como antídoto a la exuberancia del libre mercado, Stiglitz esboza lo que llama un ''nuevo idealismo democrático'', que defiende como alternativa humanista el fervor de los puristas de la economía.
Su propuesta prevé una continua dependencia en los mercados pero también un papel activo del gobierno en la salud, la educación y la creación de empleos.
''Hay una visión alternativa basada en la justicia social global y un papel balanceado para el gobierno y el mercado'', escribió. ''Es por esa visión por la que deberíamos esforzarnos''
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