México D.F. Lunes 20 de octubre de 2003
Señala que la comisión de pastoral
social apoya la lucha de los campesinos
Pide la Iglesia católica a feligreses buscar
alternativas al libre comercio
Censura que la política económica obligue
a los mexicanos a migrar hacia el extranjero
PATRICIA MUÑOZ RIOS ENVIADA
Des Moines, Iowa. La iglesia católica de
Saint Peter, en esta ciudad de Estados Unidos, estaba llena de mexicanos
el segundo domingo de octubre, cuando el padre Antonio Sandoval, de la
Comisión Episcopal de Pastoral Social de México, con voz
cálida dijo a los migrantes desde el púlpito que son víctimas
de un sistema económico que los expulsó de su país.
En una inusual homilía para los connacionales,
el sacerdote les habló sobre el libre comercio y sus consecuencias,
que ha llevado a la emigración a millones de mexicanos. Les dijo
que la apertura comercial del sector agrícola no sólo ha
tenido afectaciones económicas, sino también sociales, que
los trabajadores están pagando.
"Tenemos
un mundo con miles de millones de hermanos sumidos en la extrema pobreza,
países en grandes dificultades, y eso demuestra que no estamos viviendo
conforme a la sabiduría de Dios. Hemos preferido la riqueza a la
justicia, que reine el mercado, que los precios determinen la vida de los
hombres", afirmó, y señaló que gobiernos y sociedades
deben voltear los ojos al evangelio.
Con voz grave, que retumbó en toda la iglesia y
dejó pensativos a mexicanos y otros latinos que asisten cada domingo
a ese recinto, les puso una tarea: "desde hoy podemos intentar construir
un mundo distinto. Hay encendidas pequeñas luces que brillan cuando
el mundo se vuelve más obscuro"; se refería, claro, a las
organizaciones que luchan por otras alternativas.
El deber de los inmigrantes
A la misa, que ofició a las 12:30 horas, asistieron
líderes de organizaciones de agricultores de México que participaron
en el Foro campesino binacional. Ahí alentó a la gran cantidad
de feligreses mexicanos que viven en esta comunidad de Iowa, y les dijo
que son ellos, los expulsados, quienes ahora son sostén importante
de la economía de México. Y les recordó su deber de
ser solidarios con el país que los obligó a dejar familia
y tierras, por la pobreza.
Luego de la ceremonia, el padre Sandoval invitó
a los católicos mexicanos a establecer un diálogo con los
connacionales sobre la problemática agraria en México. Los
feligreses le tomaron la palabra y hablaron de todo, desde su vida hasta
la agricultura de sus regiones, en un diálogo insólito con
los miembros de El campo no aguanta más en el mismo recinto católico.
Y es que la Comisión Episcopal de Pastoral Social
apoya la lucha de las organizaciones campesinas, señaló Sandoval
después en entrevista, convencido de que "debe haber alguna manera
de mejorar el mundo".
Al preguntarle qué hace ahora la Iglesia en este
tipo de acciones, respondió que la religión católica
intenta estar atenta siempre a los signos de los tiempos y que ahora "el
Señor nos está invitando a voltear los ojos a la cuestión
agrícola; es decir, a lo que ha pasado en México y en muchos
otros países, ya que los valores del mercado los han puesto en el
centro de la vida de todas las personas y eso está destruyendo comunidades
y vidas de muchas personas". La Iglesia, añadió, como promueve
un mensaje de vida tiene que defender a las personas y sus causas de la
economía.
Este movimiento de la Iglesia se está dando en
todo el continente americano, desde Canadá hasta Argentina y Chile,
apuntó. Hizo ver que "ahora hay gran conciencia entre obispos y
sacerdotes de que tenemos que estar atentos a todos estos procesos sociales".
Desde principios de año los obispos católicos
establecieron tres ejes fundamentales en este trabajo, según explicó
el padre Sandoval: "el primero es cómo afirmar nuestra soberanía
en medio de los tratados comerciales que están destruyendo no sólo
la autonomía de nuestras naciones, sino también la vida y
la cultura de nuestros pueblos.
"El segundo era cómo fomentar caminos para la paz
y la reconciliación, sabiendo que ésta no puede llegar si
no es a través de la búsqueda de la justicia, y el tercero
es cómo permitir mayor participación ciudadana en los procesos
de toma de decisión que tienen que ver con las grandes decisiones
que toma un país", apuntó.
Hay consenso, dijo, en Cáritas, en las pastorales
sociales del continente, en prácticamente todas las conferencias,
en que este es el camino que hoy el Señor está pidiendo para
acompañarlo, para iluminarlo, para alentarlo, desde la misma palabra
del evangelio.
Pero las acciones no se quedan en misa. La Comisión
Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano,
en la cual trabaja este sacerdote, lleva a cabo una campaña de solidaridad
que ha puesto el acento en la cuestión del apoyo a la alimentación
de grupos vulnerables, como los niños, y en 2003 -si lo aprueba
la conferencia de obispos- el tema será "economía solidaria",
para alentar el proceso de producción y comercio alternativos.
No hay intromisión en política
El sacerdote asistió días después
a un mitin en el centro de Des Moines, que realizaban trabajadores del
hierro y el acero de Estados Unidos en contra del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte. A la pregunta de si con estas acciones de
la Iglesia frente a los problemas sociales se criticará que ahora
quiera meterse en cuestiones de política económica, respondió
con voz pausada pero firme: "esta Iglesia no le ha entrado a la política
partidista ni económica, pero sí trata de aportar lo que
le es propio, lo que le viene del evangelio, que son luces para la construcción
de este mundo de manera distinta".
En este sentido comentó que la Comisión
Episcopal de Pastoral Social, que preside monseñor Sergio Obeso,
considera que con esta tarea de solidaridad la Iglesia ha tenido un gran
aprendizaje de las organizaciones democráticas y de su manera de
luchar. Pero lo más importante, añadió, es que "nos
ha permitido reconocer que el lugar en que tiene que estar la Iglesia es
caminando junto a la sociedad civil que intenta reivindicar sus derechos".
Planteó que "muchos de los valores por los que
ahora luchan las personas con las que estamos vinculadas buscan precisamente
los caminos que propone Jesús en el evangelio, que son justicia,
fraternidad, solidaridad y el destino universal de los bienes".
Es decir, un estilo de vida distinto al construido en
los últimos años, en el que pareciera que el lucro, la ganancia
y el afán de riqueza se han puesto en el centro del corazón
del hombre, desplazándose la posibilidad de establecer la comunión,
los lazos y los puentes de la fraternidad humana, dijo Sandoval mientras
seguía con la mirada la manifestación de los obreros estadunidenses.
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