México D.F. Martes 21 de octubre de 2003
Solicitan que dé seguimiento al trabajo
realizado por la fiscalía especial
Organismos civiles presentan a la CIDH informe sobre
desapariciones forzadas
VICTOR BALLINAS
Organizaciones
civiles y familiares de desaparecidos durante la llamada guerra sucia
solicitaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),
en la audiencia sostenida ayer en Washington, que dé seguimiento
a la labor de la fiscalía especial creada para esclarecer los hechos,
y que haga un señalamiento al gobierno mexicano para que el Poder
Judicial aplique los instrumentos interamericanos en materia de derechos
humanos y los criterios de jurisprudencia respectivos.
La Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos
y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos (Afadem), el Centro
de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, la Fundación
Diego Lucero, la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción
de los Derechos Humanos y el Comité de Madres de Desaparecidos Políticos
de Chihuahua presentaron un informe sobre las desapariciones forzadas en
México en el periodo denominado guerra sucia.
Esas organizaciones no gubernamentales (ONG) propusieron
a la CIDH que en los próximos tres meses solicite al gobierno mexicano
un informe sobre la actuación de la Fiscalía Especial para
Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y sus resultados concretos,
las acciones desempeñadas en torno a la reconstrucción de
la verdad histórica, las garantías de no repetición
y el programa de reparaciones.
Además, que dicha fiscalía presente una
propuesta para aplicar una metodología de investigación acorde
con los estándares interamericanos de derechos humanos, por lo que
se puso a disposición de la representación del gobierno mexicano
el protocolo moderno para la investigación forense de muerte sospechosa
de haberse producido por violaciones a los derechos humanos.
En un informe de 28 cuartillas, las organizaciones mexicanas
referidas dan cuenta a la CIDH de que en el periodo denominado guerra
sucia el gobierno se dio facultades para actuar a su completo arbitrio,
prescindió del orden jurídico, creó organismos irregulares
de represión, como la Brigada Blanca y el grupo Jaguar, estableció
cárceles clandestinas y utilizó el equipo y las instalaciones
del Ejército y la policía para perseguir a subversivos. Fue
una política de Estado dirigida "desde la cúspide del poder:
la Presidencia de la República y los mandos militares".
Las ONG sostienen que aunque las cifras de desapariciones
forzadas en México varían, "hoy sabemos que no son menos
de mil".
Hicieron notar a la CIDH que la fiscalía especial,
a cargo de Ignacio Carrillo Prieto, no representa una posibilidad real
de independencia y efectividad para investigar las violaciones de derechos
humanos del pasado, en tanto que se trata de un órgano emanado de
la Procuraduría General de la República.
Advierten que las carencias propias del sistema de procuración
de justicia en México y los alcances limitados que una investigación
ministerial podría tener en torno a la satisfacción del derecho
a la verdad, es una obligación fundamental de cualquier Estado en
casos de desaparición forzada.
Señalan que hay una serie de carencias administrativas:
recursos escasos e insuficiente personal, que además está
poco capacitado para investigar las violaciones del pasado.
Dieron cuenta también de la prevalencia de la jurisdicción
militar para indagar aquellos crímenes de lesa humanidad en los
que intervinieron elementos castrenses. Este hecho, sostienen, es preludio
de impunidad dada la ausencia de independencia e imparcialidad de la jurisdicción
militar al investigar acciones provenientes de la misma institución.
Asimismo, los organismos de derechos humanos presentes
en la audiencia de la CDIH en Washington hicieron notar que la participación
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para determinar la
imprescriptibilidad del delito de privación ilegal de la libertad,
en el caso de los acusados de desaparición de Jesús Piedra
Ibarra, "abre por primera vez la posibilidad de que el máximo tribunal
mexicano emita un fallo sobre los crímenes del pasado, pero eso
no es suficiente para aseverar que el Poder Judicial ha asumido un criterio
progresista como garante de los derechos humanos".
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