ENTREVISTA /JUAN RAMON DE LA FUENTE, RECTOR DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

En tensión con el foxismo, la idea de universidad de masas

CON LA ADMINISTRACION FEDERAL EXISTEN DIFERENCIAS "DE FONDO"

El rector de la máxima casa de estudios sostiene que las instituciones de enseñanza superior públicas se han convertido en pilar de "resistencia" contra los principios "del lucro mayor" en la educación

KARINA AVILES

El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Juan Ramón de la Fuente, denuncia que mantener el proyecto de universidad pública, gratuita y de masas ha generado "tensiones" con el gobierno de Vicente Fox porque entre la administración universitaria y la federal existen diferencias conceptuales "de fondo": hay un choque de ideologías, sintetiza.

Pero frente a un proyecto deliberado consistente en subordinar la educación a los principios "del lucro mayor", que está en boga a escala planetaria, las universidades públicas de todo el mundo se han convertido en pilar de "resistencia" equiparable al de las movilizaciones a escala global que luchan por un proyecto alternativo de desarrollo, afirma.

Advierte que si no se da un contrapeso a este proyecto, el riesgo sería que pudiera redefinirse el "curso de la educación superior en México y, en consecuencia, el curso del país" en el sentido de subordinar y acotar la enseñanza y limitar cada vez más el ambiente de libertades ideológicas.

El rector habla con La Jornada de los inicios de su administración en plena huelga estudiantil, de los costos de la incursión de la Policía Federal Preventiva (PFP), de los avances y los pendientes de su gestión, de las críticas a su equipo de colaboradores más por razones ideológicas, de su relación personal con el presidente Fox y del proyecto que a escala mundial intenta dictar una lógica de subordinación a los intereses económicos.

-ƑHa enfrentado presiones internas y externas por sostener el proyecto de universidad gratuita, pública y de masas?

-Claro que hay presiones y claro que han tenido costos. Hay grupos dentro de la misma universidad que no están de acuerdo y lo expresan de muchas maneras. Pero, a pesar de los desacuerdos, el clima que se ha creado permite que haya expresiones de esa naturaleza y qué bueno que se den. Tampoco pretendemos ser ni totalitarios en nuestra concepción de educación ni estamos buscando unanimidad. Estamos buscando consensos que reflejen el punto de vista de las mayorías en el esquema de la democracia universitaria...

"Hacia afuera han sido todas estas tensiones que hemos tenido con el gobierno, en particular con las áreas de educación y de ciencia... Pero quisiera insistir, la universidad nunca las ha personalizado, ni creo que sea correcto personalizarlas. Son posiciones ideológicas, conceptuales que chocan en un momento dado y generan ciertas tensiones."

-ƑHay un choque de ideologías?

-Sí, hay diferencias conceptuales de fondo, no de forma. Y creo que se han expresado en diversos momentos. También debo decir que la relación personal del rector con el Presidente de la República ha sido cordial, con las distancias, con las funciones que uno y otro exigen, y ha sido respetuoso. No he sentido una interferencia directa.

El ex secretario de Salud destaca la relevancia de mantener posiciones ideológicas diferentes, porque éstas conducen a tomar decisiones en uno y otro sentidos: "Si creemos que la UNAM debe seguir siendo una universidad popular, de masas ya no nos detenemos a revivir un debate que por los hechos está rebasado entre una universidad pequeña para que sea de buena calidad o privada para que sea de buena calidad...

"El debate entonces es cómo logramos que una universidad de masas -que no va a renunciar a ello porque tiene un profundo arraigo popular- puede mejorar su calidad." Pero si se considera que la dimensión de la UNAM es un problema, el planteamiento es que debe separarse el bachillerato de la institución. "Si no crees en eso defiendes el bachillerato en los hechos, no en el discurso, procurándole mejores condiciones y haciendo una defensa pública de éste como parte indisoluble" de la institución, apunta.

La guerra soterrada

El rector habla de ese otro proyecto que tiene un "interés deliberado" y una concepción "estrecha" de lo que debe ser la educación. Dicho plan, indica, se vale de tácticas como la asfixia al financiamiento, campañas de desprestigio contra la educación pública y, en contraste, resalta lo privado como lo "bueno", lo de "calidad", así como las pretensiones de permitir de manera "indiscriminada" la implantación de universidades privadas extranjeras en el país.

-ƑSe podría hablar de una guerra contra la educación pública, tomando en cuenta el contexto internacional?

-Sí, no sé si llamarlo guerra, es un término muy fuerte, pero hay ciertamente una concepción de lo que debe ser la educación subordinada a intereses económicos, a principios de lucro mayor y a una productividad estrictamente económica.

"Pero a ese proyecto, la mayoría de las universidades en todo el mundo están dando una gran resistencia. En la Asociación Internacional de Universidades -que agrupa a poco más de seis mil en todo el mundo- ha sido tema recurrente en las últimas reuniones y se abordará en la conferencia general en Sao Paulo el año próximo.

"Si se celebra allí es precisamente porque en Brasil, con el gobierno del presidente Lula, hay toda una serie de planteamientos que debemos seguir de cerca, son propuestas novedosas y planteamientos alternativos al desarrollo, en los cuales está incluida la educación."

Así, De la Fuente indica que para "contender" con las "presiones" que derivan de ese proyecto es urgente contar con una política de Estado en educación superior para evitar que vía financiamiento se "asfixie" gradualmente a las universidades públicas.

Por ello es importante "indizar el presupuesto de la educación superior al producto interno bruto o al gasto programable o al gasto social, o a los tres, de manera que esto nos permita tener mayor certidumbre, hacer una planeación que pueda ser efectiva y, entonces sí, todos estos planes que la universidad y otras instituciones educativas han venido posponiendo puedan tener viabilidad".

Pero si no existe una política de Estado avalada por los poderes públicos y por las universidades "caemos en estas respuestas simplonas" de dividir el presupuesto de la universidad entre el número de estudiantes para decir que el costo por alumno en la UNAM es "altísimo".

Dichas fórmulas simplistas, dice, "puede que sean por falta de información y no por mala fe; yo me temo que la mayoría, más bien, no son con buena fe y tratan de distorsionar el ambiente y de generar reacciones para eludir la responsabilidad del Estado".

El Estado tiene que mantener y fortalecer la rectoría y el mandato constitucional en materia educativa, sintetiza.

El pasado-presente

Tras ocupar el cargo de secretario de Salud, De la Fuente llegó a dirigir la universidad en medio de un paro estudiantil que para entonces llevaba siete meses. Hoy, a cuatro años de distancia, indica que inició su administración en un ambiente casi de "atomización" con comunidades muy divididas.

"Nuestra pluralidad se había convertido en una polaridad y había que intentar esta restitución del tejido social y encontrar mecanismos que nos permitieran superar esos enconos para restituir un ambiente de pluralidad."

Sobre los efectos que tuvo para su administración la entrada de la PFP, responde que fueron "muy graves". Y reconoce que la incursión policial representó "una enorme frustración de no haber podido en esos momentos encontrar una salida" mediante el diálogo, democrática y más propia de una institución universitaria. "Yo diría que la frustración para todos fue alta."

Expresa que en el momento en que se "recompuso el tejido social" recomenzó un gran impulso a la vida académica: la UNAM restableció su presencia nacional e internacional, volvió a ser el espacio para discutir y dirimir los grandes problemas nacionales y para el libre intercambio de ideas.

Las asignaturas pendientes son las relacionadas con las grandes reformas estructurales administrativa, jurídica y académica. Sin embargo, añade, se sentaron las bases para avanzar en este sentido y se privilegiaron los consensos sobre decisiones que pudieran ser verticales, "porque el riesgo de volver a polarizar la universidad era a mi juicio muy alto".

Considera que, independientemente de quién encabece la universidad, sería importante avanzar sobre las bases construidas. Destaca que los esfuerzos realizados han tenido consecuencias positivas para la institución.

Una de ellas, apunta, es haber incorporado en su equipo de colaboradores a "universitarios muy distinguidos que por razones de su ideología habían tenido pocas posibilidades de participar en la toma de decisiones".

Por ello, afirma: "sigo y seguiré apoyando a aquellos colaboradores que proviniendo de ideologías diversas" han mostrado gran solvencia académica, gran responsabilidad y, sobre todo, capacidad de anteponer los intereses de la universidad a los de otro tipo, ya sea de partido político o de algún grupo de la sociedad civil organizada.

Apunta que de continuar al frente de la UNAM no habría cambios en su administración: "En mis concepciones fundamentales no; éstas no cambian por el hecho de entrar en un nuevo ciclo".