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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 25 de octubre de 2003

DESFILADERO

Jaime Avilés

Tabasco: la buena política

Desolación por la muerte de Vázquez Montalbán

Madrazo recibió un golpe donde más le duele

Paraje San Juan: el "ya basta" del salinismo

QUE DIFICIL ERA SER Manuel Vázquez Montalbán. Escribir novelas, ensayos, artículos y poemas simultáneamente, investigar el pasado y el presente, urdir tramas que aludieran a esas estaciones del tiempo con la vista dirigida al futuro, cocinar con la excelencia que da la sabiduría, viajar sin descanso a pesar de los médicos, militar en todas las luchas urgentes del altermundismo, amar a su esposa y a sus hijos, atender como si cada uno fuera el único a los hombres y mujeres que formaban su legión de amigos eran, quizá, tan sólo algunas de las tareas que llenaban su vida cotidiana y el producto de una inteligencia que se multiplicaba en un sinfín de espejos contrapuestos entre sí.

Hombre infinto, inacabable, inextinguible, lo conocí en enero de 2000, cuando presentó su trabajo sobre la insurrección indígena de Chiapas ante el público de Monterrey. En una casona del Barrio Antiguo, muy cerca de la macroplaza, atrajo la atención de unas 200 personas que lo escucharon con deleite y lo interrogaron sin piedad. Una señora bienintencionada le soltó, por ejemplo: "ƑNo cree usted que es muy peligroso llamar 'señor de los espejos' al subcomandante Marcos, cuando en México tenemos el trauma de los españoles que engañaron a los indios con espejitos?"

No recuerdo bien cómo salió de aquel juego de palabras, pero la gente lo ovacionó con entusiasmo y le pidió que firmara todas las copias que Laura Lara, de Alfaguara, había llevado a la ceremonia. Cuando el gentío se dispersó y quedaron apenas los íntimos y, al acecho, Mika Roll y yo, alguien propuso que el grupo fuera a tomar cerveza y comer algo en uno de los sitios más "interesantes" de la ciudad. Y bajo tal guía la procesión llegó al café Nuevo Brasil, espacio insospechable para mí en los desiertos espirituales del noreste, entre cuya radiola y mesas de formaica iba yo a quedarme para siempre, y en donde, sin otra referencia que ser de La Jornada, le pedí un favor difícil de aceptar (que le llevara a don Samuel Ruiz un documento confidencial y espeluznante de la Secretaría de Gobernación), mismo que aceptó sin chistar y cumplió en San Cristóbal de Las Casas al otro día, cuando llegó a Chiapas.

Tuve la fortuna de verlo nuevamente, ahora en el Zócalo, durante la culminación de la marcha zapatista en marzo de 2001. Me acerqué a preguntarle cómo veía el futuro del EZLN después de aquello. "Ahora lo que falta es mucha movilización popular para obligar al Congreso a adoptar los acuerdos de San Andrés. Es el único camino", dijo hablando a la velocidad de una metralleta, dueño de una mente que trabajaba con la rapidez de una turbina. Y eso fue todo, a eso se redujo nuestra "relación" personal, pero continuó, intensa y perdurable como siempre, nuestra verdadera amistad a través de sus libros. Hace ocho días, cuando supe que le habían fallado los cuatro marcapasos en el aeropuerto de Bangkok, entré en el cuarto donde escribo, saqué un volumen de pastas verdes y lo abrí en la portadilla para llorar ante una combinación de letras impresas y manuscristas que decía: "Asesinato en el Comité Central. Para Jaime, esta novela casi profética. Monterrey 2000", y fue tan aplastante la desolación que me brotaron, sin llegar a caer nunca, las lágrimas.

Vázquez Montalbán queda entre nosotros como un maestro de la buena política. Al abandonarlo tan de repente, tan de sorpresa, tan a la mala, la vida, que gozó y enriqueció de todas las maneras y con todos los sentidos, le negó el placer de enterarse de dos expresiones exitosas de la buena política en América Latina: el triunfo de los indígenas de Bolivia -que propone (óiganlo Fox y Salinas) un camino corto para terminar de una vez con la pesadilla del neoliberalismo- y la insólita victoria electoral de los indígenas de Tabasco que, toda proporción guardada, habla del mismo hartazgo y de la misma esperanza reactualizada por la torpeza de nuestros saqueadores y verdugos.

La luz del dia


Hace ocho días, en vísperas de las elecciones tabasqueñas, alguien me dijo por teléfono desde la Chontalpa: "Nos van a pasar por encima como siempre, hermano. Qué poca la de Andrés Manuel. Como le va tan bien allá en el Distrito Federal, aquí no quiere meter las manos. Y (Roberto) Madrazo está hasta el cogote, repartiendo mierda a manos llenas". Sonaba muy enojado el amigo que así me habló. Ahora debe estar mordiéndose la lengua.

Porque López Obrador, en efecto, no se involucró en modo alguno con el proceso de su tierra natal, pero su liderazgo fue determinante para que en 12 de los 17 municipios de Tabasco la gente sepultara con su voto a los candidatos del madracismo, algo que nadie en su sano juicio creyó que jamás vería. Y sin embargo...

En esta formidable batalla nada tuvieron que ver los miembros de la directiva estatal del PRD, y mucho menos la quintacolumna del madracismo infiltrado en ese partido bajo el disfraz de oveja negra y amarilla de Humberto Mayans Canabal. Y desde luego se equivocó el afiebrado columnista que una semana atrás, desde su indicadora tribuna maicera, escribió que "el pueblo de Tabasco le dio la espalda a López Obrador". šQué distorsionada percepción de la luz del día!

Los candidatos lopezobradoristas que hoy son presidentes electos en 11 (y pronto en 12) municipios de Tabasco, fueron escogidos por la gente en un proceso de consulta popular a mano alzada (con la excepción de Centla y Tenosique, donde el PRD se alió con el PAN). Y una vez convertidos en abanderados de la gente, no del PRD, salieron a visitar pueblos y ranchos ofreciendo básicamente los puntos más exitosos de la política social de López Obrador: ayuda económica para los ancianos, desayunos escolares gratuitos para los niños, libros de secundaria gratuitos para los jóvenes y plebiscitos anuales para confirmar la autoridad de los alcaldes.

Esa fue la receta: un compromiso de lucha en favor de los pobres en un estado donde el madracismo ha llevado a la ruina a la inmensa mayoría de la población; un estado donde nadie escuchó las voces de las mujeres de Jonuta que, hace un año, vinieron a la ciudad de México para denunciar que en algunas aldeas de aquel municipio había madres que le ponían gotitas de alcohol al biberón de sus recién nacidos para que durmieran y cesaran de llorar porque se estaban (y se están) muriendo de hambre.

Ahora, al fin, las cosas deben empezar a cambiar en Tabasco, porque además de los triunfos municipales -y falta que se confirme el de Tenosique, en donde por la alianza PRD-PAN la mayoría tachó los escudos de ambos partidos provocando la anulación de las boletas, yerro que será impugnado ante los tribunales competentes-, además de todo eso, decía, la corriente de López Obrador conquistó el control del Congreso del estado (20 diputados contra 15). Eso, por una parte, le permitirá examinar los "gastos" (eufemismo para decir despilfarros, sobornos, rapiña ilimitada del erario) perpetrados por el "gobernador" Manuel Andrade Díaz en los dos primeros años de su gestión. Y por la otra garantizará que el presupuesto del trienio que viene ponga el acento en las necesidades más dramáticas de la gente, las que exigen atención inaplazable.

ƑQué harán los diputados de Madrazo desde el Congreso federal? ƑReducir el presupuesto destinado a Tabasco para asfixiar a los alcaldes perredistas, aunque ello signifique poner a dieta al "gobernador" y agudizar la crisis terminal del priísmo? He allí un buen dilema para el principal testaferro del salinismo en el sureste. Pero las cosas tal vez puedan simplificarse cuando principie el examen de la cuenta pública y aparezcan las predecibles transas de Andrade, cuyo volumen será tan ancho como la cintura de los pantalones de su autor, mismo que en algún descuido podría verse obligado a renunciar, incluso a fugarse del país para no dar con sus huesos en la cárcel.

Vieja casa de citas


Todo sugiere a primera vista que, de seguir las cosas como van, en diciembre de 2006 López Obrador saldrá de su oficina, atravesará el Zócalo y asumirá su nuevo puesto en el palacio de enfrente. Sin embargo, el salinismo prepara ya un mecanismo para impedirlo. Ha comenzado a mover sus hilos para que, en complicidad con los diputados federales de Madrazo, de Elba Esther Gordillo y del PAN, llegue a la presidencia del Instituto Federal Electoral un abogado como Diego Valadés, o algún otro de la misma calaña, con la instrucción de organizar desde ahora el fraude en las elecciones presidenciales.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, a su turno, está a punto de quitarse la toga "democrática" que se puso para asistir a la asunción del gobierno del cambio... de siglo, y vestirse como antes, como siempre, con la minifalda, las medias caladas y el escote audaz, propio de la vieja casa de citas que fue a lo largo de la dictadura priísta. Su injustificada, escandalosa obstinación en que los habitantes de la ciudad paguemos mil 810 millones de pesos a una banda de traficantes de influencias para que se derrumben los programas sociales de López Obrador huele a "ya basta" del salinismo.

Pero el asunto se complica porque, gracias a la Ciudad Perdida de Miguel Angel Velázquez, ahora sabemos que hay dos ex salinistas del equipo de López Obrador (Manuel Camacho y Marcelo Ebrard) vinculados aparentemente al fraude en el Paraje San Juan de Iztapalapa. No obstante, la razón está del lado del gobierno de la ciudad y de la gente que lo eligió. Y las "hectáreas cuadradas" que los ministros del Poder Judicial dieron por buenas para fijar el monto de la monstruosa indemnización sólo revelan cuán largo parece aún el camino para que lleguemos al estado de derecho que merecemos. Bolivia nos ha mostrado que, cuando se vuelven muy tercos los poderosos, el pueblo es capaz de tomar un camino más corto. Pero el salinismo se encoge de hombros pensando que México, todavía, está muy lejos de Bolivia. Qué tontería: son apenas 7 mil kilómetros y aunque el universo se expande la distancia se reduce cada vez que Fox habla de entregar la industria eléctrica a Estados Unidos.

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