México D.F. Sábado 25 de octubre de 2003
Afirma que 14% de la humanidad detenta 75% de
la riqueza material
Llama Lula a países a comprometerse en la lucha
contra pobreza y hambre
Señala que la única vía para abatir
la desigualdad social es profundizar la democracia
AFP, DPA Y REUTERS
Oviedo, 24 de octubre. "Es necesario que la comunidad
internacional asuma su responsabilidad colectiva comprometiéndose
en la única guerra de la que saldremos todos vencedores: combatir
la pobreza y la exclusión social", dijo hoy el presidente de Brasil,
Luis Inacio Lula da Silva, al recibir el premio Príncipe de Asturias.
El ex obrero metalúrgico, quien fue uno de los
nueve personajes galardonados con el premio, otorgado por el príncipe
Felipe de Borbón, sostuvo que "la cuestión de la pobreza
y el hambre sólo puede ser enfrentada con mucha fuerza por las personas
que comen. El hambre no lleva a ningún pueblo a la revolución,
sino a la sumisión".
Subrayó que el arma fundamental en esta lucha es
conocida y se traduce en profundizar la democracia económica, social,
cultural y política. Añadió que el comercio internacional
debe liberarse de las prácticas proteccionistas, pues se sabe que
privilegia a pocos grupos ineficientes y poderosos.
El mandatario, quien el próximo lunes cumplirá
un año de haber sido electo y 58 años de edad, insistió
en su discurso que el único y verdadero antídoto contra la
pobreza es una sociedad que no produzca exclusión. El siglo XXI,
dijo, debe ser dedicado a combatir las desigualdades sociales, misión
que es, consideró, "un reto humanista y cristiano que todos debemos
asumir.
"El mundo produce alimentos y riqueza suficientes. Hemos
pasado el anterior siglo debatiendo los avances tecnológicos. En
este siglo tenemos que discutir cómo repartir en forma más
correcta los resultados de la riqueza producida por la humanidad", puntualizó.
Mencionó
varias cifras: "la mitad de la población mundial tiene menos de
dos dólares por día para sobrevivir y el 14 por ciento más
rico de la humanidad detenta 75 por ciento de toda la riqueza material".
En uno de los discursos más largos de los pronunciados
en esta ceremonia, en el teatro Campoamor, Lula también abogó
por promover la reforma y el fortalecimiento de instituciones multilaterales
que permitan crear, por ejemplo, una Organización de Naciones "verdaderamente"
Unidas.
Al hablar de su país, el mayor de América
Latina, recordó que ahí 55 millones de los 176 millones de
brasileños "no consumen las calorías y proteínas necesarias
para la supervivencia humana".
Por ello, acotó, su gobierno asumió el compromiso
de lanzar el programa Hambre Cero, encaminado a hacer todo lo posible para
que al final de su mandato (diciembre de 2006) "esa gente pueda por lo
menos desayunar, almorzar y cenar".
El ex líder metalúrgico, quien tiene 70
por ciento de aprobación a su desempeño, aseveró que
la alimentación "es un derecho sagrado que está en la Biblia,
en la Declaración Universal de los Derechos humanos, en las constituciones
de todos los pueblos del mundo". Por tanto, dijo, no habría "nada
que inventar", sino únicamente cumplir las leyes.
Por lo demás, en un gesto que ya había sido
anunciado al enterarse de su premiación, el presidente Lula da Silva
donó los 50 mil euros (aproximadamente igual en dólares)
del Premio Príncipe de Asturias al secretario general de Naciones
Unidas, Kofi Annan, para que utilice el dinero en acciones de combate a
la pobreza.
El mandatario brasileño, uno de los que mayor expectativa
generó en Oviedo, el lunes cumplirá un año de haber
sido elegido por 61 por ciento de los brasileños.
Aunque goza de popularidad, ha sido blanco de críticas
dentro de su propio Partido de los Trabajadores, pues si bien puso en marcha
importantes planes sociales y es líder en la política exterior
de la región sudamericana, aplicó un porgrama económico
con un draconiano ajuste del gasto público.
En Brasilia, en tanto, el ministro de Seguridad Social,
Ricardo Berzoini, declaró que el gobierno podría tener en
noviembre su primera gran promesa de reformas aprobada por el Congreso,
la del deficitario sistema público de pensiones, que promulgaría
ese mismo mes o a principios de diciembre. Esa enmienda provocó
protestas y paros de los sindicatos de empleados públicos.
De su lado, el ministro de Economía, Antonio Palocci,
aseguró que Brasil "está listo para volver a crecer", después
de derrotar la inflación y estabilizar la economía.
Durante un discurso en red nacional de radio y televisión,
sostuvo que el gobierno de Lula asumió el poder con un enorme desafío:
"estabilizar la economía y crear las condiciones para cumplir nuestro
objetivo principal: generar empleos y promover la distribución de
la riqueza".
Para ello el control de la inflación era "indispensable",
expresó Palocci, quien agregó: "ahora, nueve meses y 24 días
después de la investidura del presidente Lula, puedo decir con absoluta
seguridad que vencimos esa batalla".
La prueba de ello, apuntó, es que "la inflación
está finalmente controlada, las tasas de interés están
a la baja y el dólar estable".
Ahora "es preciso que los empresarios respondan con la
inversión de recursos que lleven al aumento de las exportaciones,
de las ofertas de empleo y del consumo", señaló.
En tanto, mientras un alto funcionario del Banco Mundial
en Brasil, David Ferranti, comentó que Brasil, considerado a menudo
uno de los países con la peor distribución del ingreso en
el mundo, se encamina a reducir esa gran desigualdad, el antecesor de Lula,
Fernando Henrique Cardoso, estimó que con el actual mandatario "hay
una sensación de alivio", pero se dijo sorprendido de que no haya
presentado una política social "innovadora".
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