México D.F. Lunes 27 de octubre de 2003
Dos monumentales rostros se apreciarán
en Tokoro
Escultopinturas de Noé Katz resguardarán
museo japonés
MERRY MAC MASTERS
Para abrir al público, el museo Tokoro de arte
moderno sólo espera que el artista visual Noé Katz (ciudad
de México, 1953) envíe su recién terminado conjunto
de escultopinturas. Las dos caras monumentales, cuyos perfiles parecen
tocarse por las chatas narices, constituirán la entrada y salida
del nuevo museo diseñado por Eimei Yamamoto en la isla de Omishima,
cercana a la ciudad de Hiroshima, Japón. Además se podrá
ver desde la carretera.
El
par de rostros, uno femenino y otro masculino, hechos en estructura de
acero inoxidable y pintados en poliuretano, pesan alrededor de 600 kilos
cada uno. El visitante podrá separarlos a la altura de las bocas,
ya que corren sobre una riel que, a su vez, da movilidad a la pieza.
La experiencia, señala Katz, es similar a la de
entrar a un castillo, con la diferencia de que ''uno lo abre por medio
del arte, que para mí es la gran posibilidad de salvar este mundo.
Sin idealismos ni nada, porque el arte es la imaginación para el
futuro''.
Una vez dentro del recinto, la sucesión de salas
''baja'' hacia el mar; la última casi suspendida sobre el agua.
También encargaron obras al artista pop neoyorquino Tom Wasselman,
compañero de Andy Warhol, y a la escultora venezolana Marisol. También
hay obra de George Segal y Henry Moore.
Hace doce años Katz expuso en la galería
Hasegawa de Tokio, cuyos dueños se fijaron en una escultura que
el artista realizó para el Museo de Arte Moderno, de la ciudad de
México, que años después sería el punto de
partida para la entrada al museo Tokoro.
El encargo se convirtió en todo un reto para Katz,
quien tuvo que partir desde cero, estudiar y experimentar hasta conseguir
los resultados deseados. Pero no se queja: ''Para mí un artista
tiene que aprender a hacer todo esto. Si te cohíbes porque un proyecto
no lo has hecho y no lo quieres hacer porque no tienes la experiencia,
entonces te vas a quedar en la mediocridad. Uno tiene que tener el valor
de lanzarse a investigar, a hacer".
Admirador de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, fue
este último, con sus experimentos, quien le dio la pauta de que
''no hay que quedarse en una sola técnica''. Conocido como pintor
-en 1992 realizó el mural El rapto de la ilusión para
el edificio Forum-, Katz acota: ''Para mí la palabra pintor ya no
existe. La palabra que se debe usar es artista''.
Respecto del color blanco que caracteriza a sus personajes,
Katz explica: "Mis figuras desde hace mucho tiempo son blancas. Es la fuerza
de la neutralidad. No tengo por qué pintarlas de algún color
específico. Adquieren un valor por sí mismas al darles tonalidad;
por ejemplo, color en los labios, en el ojo. No busco algo específico.
Es una forma de expresarme para que no haya tanta obviedad en el personaje,
de decir: 'este es mexicano o peruano'. A través de mi carrera he
admirado mucho a Fernand Léger, y esta forma de presentar de manera
frontal, de perfil, también tiene que ver mucho con la idea de que
para mí la escultura no sólo es redonda. El volumen puede
ser cuadrado''.
Hecho para durar, Katz espera que su par de escultopinturas
siga "paseándose" en diferentes posiciones, durante -por lo menos-
los próximos 100 años.
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