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México D.F. Miércoles 29 de octubre de 2003
LA IMPUNIDAD DE ESPINOSA VILLARREAL
Pocas
circunstancias ilustran en forma tan clara la vasta corrupción que
imperó en los dos sexenios pasados y la ausencia de una voluntad
real del actual gobierno para erradicarla como la impunidad de que disfruta
Oscar Espinosa Villarreal, funcionario financiero en el salinato, último
regente de la ciudad de México y ex secretario de Turismo en tiempos
de Ernesto Zedillo, acusado de peculado por 420 millones de pesos en el
penúltimo de esos cargos, prófugo, encarcelado en Nicaragua
con fines de extradición, traído al país para ser
procesado y actualmente beneficiario de una libertad condicional que ofende
el más elemental sentido del decoro jurídico.
Ayer, la Secretaría de la Función Pública
(SFP) halló a Espinosa, además, responsable de un desvío
de recursos por casi 10 millones de pesos, perpetrado cuando Zedillo dio
refugio en su gabinete al ex regente desempleado. No es extraño
que en la carrera de este personaje emblemático de la privatización
indebida de recursos públicos se sigan descubriendo enjuages presupuestales.
Lo incomprensible es que la sanción impuesta por la SFP ante el
escamoteo referido sea una inhabilitación de cinco años para
ocupar cargos públicos y una multa de 354 mil pesos, es decir, menos
de 4 por ciento del dinero desviado: una multa ridícula, pues, que
de ninguna manera resarce el perjuicio a las finanzas públicas,
y una inhabilitación irrelevante para cualquier efecto práctico,
porque la propia fama pública de Espinosa le impediría ocupar
cualquier cargo de elección popular, y porque ningún gobernante
con un mínimo de sentido político cometería el disparate
de designarlo para ejercer un cargo oficial.
El que el ex regente siga libre a pesar de las imputaciones
en su contra, y pese a haberse dado a la fuga cuando éstas fueron
formuladas, es una vergüenza para las instituciones de procuración
e impartición de justicia del país y una burla a quienes
pensaron que con la mera alternancia en la Presidencia de la República
sería posible establecer la plena vigencia de la legalidad, la transparencia
y la justicia. Por lo demás, habla muy mal del Poder Judicial el
hecho de que Espinosa pueda pasearse libremente por las calles gracias
a amparos que parecen salir del sombrero de un mago en cada episodio procesal
en que el ex funcionario está a punto de pisar la cárcel.
Casos como el de este exponente del estilo personal de
administrar que fue común en los sexenios de Salinas y de Zedillo,
así como los de los ex banqueros defraudadores también impunes,
reactivan las sospechas de pactos de protección y de encubrimiento
entre el actual grupo en el poder y sus antecesores priístas. Por
último, con sanciones complacientes y risibles como la aplicada
ayer a Espinosa Villarreal, la Secretaría de la Función Pública
pone en entredicho su propia credibilidad.
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