México D.F. Lunes 8 de diciembre de 2003
Los pescadores resienten efectos de cambios
promovidos por Salinas de Gortari
Caen la captura y el precio del camarón ante
la feroz competencia internacional
MATILDE PEREZ U. /II
Hace 30 años, los pescadores ribereños de
Sinaloa entregaron 70 millones de pesos al ex presidente José López
Portillo para el pago de la deuda externa sin que eso dañara su
economía. Hoy cargan sus deudas personales ante la caída
de 70 por ciento de su ingreso, debido a la disminución de la captura
de camarón y el declive de los precios del producto ante la feroz
competencia nacional y su desplazamiento del mercado de Estados Unidos
por los asiáticos, brasileños y ecuatorianos.
Pero su ánimo no decae y así lo demuestra
Agustín Álvarez López: "Los pescadores tenemos que
ser atrevidos para enfrentar el temporal en la pesca y en nuestra economía".
Fundador y dirigente de una de las 38 cooperativas agrupadas en la Federación
Regional de Sociedades Cooperativas de la Industria Pesquera Norte de Sinaloa
y Sur de Sonora, Agustín y los 4 mil 500 pescadores de la organización
pretenden crear una marca para comercializar el camarón que capturan,
empujan para consolidar su proyecto de producción de cayo de hacha
y buscan en la maricultura la oportunidad para producir tilapia y otras
especies comerciales de escama.
"Queremos
seguir siendo pescadores", explica Agustín, originario de la comunidad
pesquera Lázaro Cárdenas, en Topolobampo. No olvida el golpe
que dio el ex presidente Carlos Salinas de Gortari a las cooperativas al
quitarles la exclusividad de la captura de camarón y el cambio en
1994 a la ley en la materia: "Lo que hizo fue favorecer intereses políticos
y económicos de la iniciativa privada que dañaron la organización
y fomentó la simulación de cooperativas pesqueras. El resultado
es la sobrexplotación de camarón y una competencia ruinosa".
La decisión de dejar el acomodamiento de la pesca
de camarón al mercado no terminó con la corrupción
ni los abusos, fracturó el espíritu del cooperativismo y
se impuso el "a ver quién agarra más y más rápido.
El desorden continúa", asienta.
El lamento no es la salida a las dificultades, abunda
José Alfonso Chaparro Bojórquez, presidente de la citada
federación regional de cooperativas pesqueras, pero se suma al señalamiento
de corrupción que prevalece en las aduanas y a la falta de respuesta
del gobierno federal para detener el comercio ilegal.
"Por un pago de 10 mil pesos por tráiler, los aduaneros
permiten la entrada de contenedores de contrabando de Tailandia, China,
Brasil y Ecuador. Nos dimos cuenta porque teníamos clientes en Monterrey
y Tijuana que nos compraban camarón piojo, pero en septiembre
cancelaron los pedidos porque llegó de esos países producto
de mejor tamaño y a precios muy bajos." Parece que a las autoridades
no les preocupa esa situación ni tampoco evitar la entrada de enfermedades
virales que pueden dañar la producción nacional.
La situación se torna más difícil,
ya que desde hace dos años los productores de esos países
son sus principales competidores en el mercado de Estados Unidos, además
a partir de diciembre entra en vigor la ley de bioterrorismo, lo que complicará
más las relaciones comerciales.
"Durante años fuimos los principales proveedores
de camarón con buen precio y tamaño; ahora estamos en una
posición muy difícil. Brasil está vendiendo a 2.15
dólares la libra de camarón. En cambio, nosotros le metemos
4 dólares a la pesca del crustáceo para que sea rentable",
comenta Chaparro Bojórquez, y adelanta: "si no nos actualizamos,
fracasaremos. Pero necesitamos el apoyo del gobierno para revertir esas
circunstancias adversas y empezar a ganar más terreno en el mercado
interno con una marca propia y nuevas presentaciones de camarón.
Estamos dando los pasos para avanzar, pero necesitamos apoyo del gobierno
para conformar las figuras financieras y llegar al consumidor final. Trabajamos
un año en constituir una empresa integradora para autofinanciarnos,
pero sólo hemos logrado que sirva para comprar redes y vender nuestro
producto".
Estos pescadores son parte de los miles de familias que
se dedican a la pesca ribereña (se estima que son 74 por ciento
del total de pescadores del país). La mayoría ligan su ocupación
con otras actividades económicas. Aportan 73 por ciento del consumo
nacional de pescados y mariscos, y son poseedores de 102 mil 807 embarcaciones
menores registradas. En cada una de ellas se emplean, en promedio, de una
a 15 personas, y su distribución está vinculada directamente
al valor de las pesquerías.
En el Pacífico norte, en donde las pesquerías
de camarón, atún y otras especies son de alto valor económico,
está asentado 35 por ciento de los pescadores ribereños;
en el Golfo de México, 40 por ciento; en el Pacífico sur,
25 por ciento, y el resto en aguas interiores.
Un estudio realizado por investigadores del Instituto
Nacional de la Pesca puntualiza que el ingreso promedio de los pescadores
del Pacífico norte es cercano a 3 mil pesos mensuales. La mitad
de ese monto obtienen los de aguas interiores, mientras los de Golfo y
Pacífico sur logran 500 pesos mensuales.
Datos de la extinta Secretaría de Pesca (1994)
reflejan dónde se quedan las ganancias. Los márgenes de diferencia
entre pescador y acopiador son de ciento por ciento; con el mayorista de
casi 93; con el detallista de 55, y con el consumidor de 40 por ciento.
Del ingreso total generado, el pescador sólo recibe 9.4 por ciento.
A pesar de la contribución de la pesca ribereña
y sus actores a la economía y alimentación del país,
las autoridades no han realizado investigaciones a fondo respecto a esa
actividad. Alejandro Nadal, en su libro Esfuerzo y captura. tecnología
y sobrexplotación de recursos marinos, incluye un ensayo de
Perla María Lobato González sobre la pesca ribereña.
Menciona que esa actividad "es reconocida por su importancia como productora
de especies de escama destinadas al consumo humano directo en el mercado
nacional; pero se trata poco su aportación a la producción
de especies de alto valor comercial, en gran medida destinadas a la exportación".
En la pesca ribereña, destaca, las pesquerías
de especies que no son de escama son muy importantes. "En 486 de los 871
sitios de desembarque que hay en las costas del país (sin incluir
los puertos), las principales especies que se descargan son: camarón
(386 sitios), langosta (56 sitios) y abulón (26 sitios). Por ello
es simplista la idea de que la pesca está dividida en dos sectores:
uno de carácter industrial y altamente rentable, que correspondería
a la pesca de altura, y otro técnicamente atrasado y poco rentable,
que correspondería a la pesca ribereña." Por esa visión,
que no valora la importancia y potencialidades de la pesca ribereña,
se mantiene un carácter asistencial a los proyectos de apoyo a la
actividad, acota.
También advierte que "la disminución de
la captura ha creado o avivado muchos de los innumerables conflictos que
se han dado entre los pescadores por acceso a los productos del mar", y
señala: "ya no se puede seguir simulando que se combaten los problemas".
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