México D.F. Lunes 12 de enero de 2004
CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Las esposas de Marcelo Ebrard y Rudolph Giuliani
CHUCKY ATACA de nuevo.
EL AFAN insano, tal vez, de provocar escándalos sin importar que el resultado sea bueno o malo para la población en general, ha llevado al jefe de la policía, Marcelo Ebrard, a establecer medidas de relumbrón que muy poco o nada ayudan a contener la criminalidad en la ciudad de México.
EBRARD, QUE según sus allegados busca con desesperación colarse a la contienda por la jefatura de Gobierno, parece actuar continuamente con la mirada fija en las lentes de las cámaras de televisión o de fotografía, mientras la corrupción y la falta de preparación de los cuerpos policiacos se siente entre los habitantes de la ciudad.
AHORA, EN una de sus ocurrencias geniales, pretende imponer el uso de esposas para controlar a las personas detenidas por los agentes de la policía, sin que ninguna de ellas hubiera sido juzgada, algo que sólo podría haber salido de la muy retorcida mente del gringo Castañeda.
MUY PRONTO entonces, desde el próximo marzo, podremos testificar vía televisoras o fotografías de prensa cómo muchos ciudadanos serán exhibidos, en el asfalto, tirados sobre las banquetas, con la pata de un azul encima, infligiéndole el castigo, preventivo, claro está, de las esposas, pero siempre con el humanístico fin de evitar el abuso policial.
PORQUE SEGUN el jefe de la policía, la medida va encaminada a evitar que los preventivos abusen de un presunto delincuente. En el año que pasó esa dependencia recibió hasta 400 quejas por los procedimientos usados por los uniformados en contra de los detenidos.
Y ESE fue el pretexto perfecto, según este jefe, que obviamente no conoce a sus empleados, para cumplir otra orden más del verdadero cerebro de la policía del Distrito Federal: Rudolph Giuliani.
BIEN PORTADO como es, Ebrard está orgulloso de haber servido como se debe a Giuliani. De las 146 órdenes que el neoyorquino dejó de tarea al jefe de la policía de la ciudad, buena parte, la mayoría, ya fueron cumplidas; lo malo es que la percepción de inseguridad entre los habitantes del DF no ha cambiado ni un ápice.
EL MIEDO al asalto en las calles de la ciudad no se ha borrado, los operativos en ciertas partes del DF se han convertido en pasarela por donde desfilan los agentes con nuevos uniformes y las armas de moda, pero nada más.
Y EN lo político, quienes hacen la crítica constante al gobierno de la ciudad, recurren una y otra vez al expediente de la seguridad para descalificar todos los logros de la administración actual.
EN POCAS palabras, el fracaso de binomio Giuliani-Ebrard es evidente, pero esto tiene sin cuidado a estos actores de la vida pública. Total, de lo que se trata es de salir en la foto, de escucharse desde el sonido de la televisión, y nada más.
LA INTENCION es manifiesta. La meta de Ebrard es remitir posibles delincuentes al Ministerio Público. El año pasado se fijó un número -nada difícil si consideramos el tamaño de población que vive o pasa el día en la ciudad de México-: enviar a 18 mil personas ante la instancia judicial, y casi la cumplió. Ahora amenaza con elevar la cifra a más de 20 mil.
LA IDEA es dar pasto al fuego de la información amarilla, y nada más. La corrupción entre los policías, que seguramente dejan en libertad a muchos más de los que aprehenden, no tiene para cuándo erradicarse, pero se pretende levantar un inmenso muro de engaño con medidas como el alcoholímetro o las esposas o los operativos, mientras la gente sigue temiendo ser asaltada a plena luz del día en la calle contigua a su vivienda. Así es la cosa.
ciudadperdida
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