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México D.F. Lunes 12 de enero de 2004
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Intervención relevante
EL PUNTILLOSO INVESTIGADOR francés Denis Bonnafoux escribe: "Como he comprobado que en vuestro país no ha tenido difusión la interesante ponencia del presidente de los ganaderos mexicanos, Adolfo Lugo Verduzco, en el sexto Congreso Mundial de Criadores de Toros de Lidia, celebrado del 15 al 19 de octubre de 2003 en la ciudad de Arles, le envío una síntesis de la misma, titulada Destino y significación del toro de lidia en México, con la esperanza de que tenga cabida en su prestigiado periódico".
"...DESDE EL 24 de junio de 1526 -señalaba el representante mexicano-, fecha del primer festejo taurino celebrado en la capital de la Nueva España, hasta el día de hoy, casi 500 años de tauromaquia en México dan cuenta de un modo de ser y de sentir que supieron hacer del arte de la lidia otra expresión propia de sus pobladores...
"ESTA MANERA PECULIAR de ser del hombre de México, resultado del mestizaje de sangres y de civilizaciones, habrán de trasmitirla a sus reses, con conocimientos, intuición y sensibilidad, los mejores ganaderos de bravo del país, no para diversión de los públicos, sino para aportar una emoción tauromáquica privativa de la visión mexicana de la vida y de la lidia...
"AVALADO POR LA HISTORIA, a partir de la tercera década del siglo XX, el toro bravo criado en México será invaluable materia prima con la que artistas de los ruedos de ambos continentes habrán de realizar memorables obras de tauromaquia, caracterizadas sobre todo por su atemperado ritmo y emocionante belleza. El toreo en nuestro país alcanza entonces un rango de expresión genuina, comparable a su arquitectura, sus artes o su literatura...
"HOY, EMPERO, UNA notable escasez de figuras taquilleras, una disminuida habilidad empresarial para combinar nombres de ganaderías y de toreros que hagan más interesantes los carteles y más emocionante la función, así como el objetivo de falsa modernidad de criar un toro de lidia para lucimiento exclusivo del torero, mediante un burel excesivamente conformado y dócil, amenazan con dar al traste con el único ingrediente del que no puede prescindir la fiesta, so pena de quedar reducida a ballet sanguinolento: la emoción incomparable que sólo produce la bravura, a partir de una presencia y un comportamiento del toro que inspiren respeto por lo que el torero logre hacer con él.
"POR TODO ELLO, mientras se restablece la verdadera rivalidad taurina entre las nuevas generaciones de toreros, urge recuperar en las plazas al auténtico toro bravo y así volver a la ancestral veneración por la deidad táurica, única presencia capaz de devolverle a la originalísima fiesta brava su grandeza, su misterio y su apasionante dimensión humana", remataba Adolfo Lugo Verduzco ante el pleno del sexto Congreso Mundial de Ganaderos, cuyas importantes conclusiones publicaremos en este mismo espacio el próximo lunes.
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