México D.F. Viernes 23 de enero de 2004
A mayor preparación, menor posibilidad
de hallar un puesto, revelan cifras del INEGI
Sin trabajo, alrededor de 684 mil personas con estudios
universitarios
JUAN ANTONIO ZUÑIGA Y VICTOR CARDOSO
La educación superior en México se ha convertido
en una inversión improductiva para el país, porque derivado
de la crisis económica y la falta de trabajo, alrededor de 684 mil
personas con estudios universitarios se encuentran en completo desempleo,
revelan cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía
e Informática (INEGI).
Inclusive hay datos del Banco de México que demuestran
un crecimiento de la emigración entre quienes integran este segmento
de la población. Jóvenes con alta preparación educativa,
universitarios, salen hacia otros países en busca de mejores oportunidades.
Los
universitarios sin trabajo representan 47.3 por ciento de la tasa desempleo
abierto identificada en las 32 principales ciudades del país donde
el INEGI realiza sus muestreos. De manera general, se tiene identificado
a un millón 427 mil personas con estudios superiores sin trabajo.
Según las cifras dadas a conocer por el instituto,
el desempleo abierto entre los egresados de instituciones de educación
media y superior representa una tasa de 4.7, porcentaje que se acerca irremisiblemente
a los niveles alcanzados al inicio de la crisis de 1995.
Esto representa casi una década perdida en materia
de empleo y oportunidades para los egresados de las instituciones educativas
de nivel medio y superior, pero particularmente en los anteriores tres
años, cuando el indicador se duplicó. Las tasas de desocupación
abierta entre la población instruida muestran un constante deterioro,
particularmente durante el pasado trienio, periodo en el que se duplicaron.
Al segundo trimestre de 2000 la tasa de desempleo abierto entre la población
con instrucción media y superior pasó de 2.6 a 4.7 por ciento
al cierre de 2003, indican las estadísticas del INEGI.
Los indicadores del organismo revelan un panorama desalentador,
ya que puede observarse que a mayor preparación académica,
menores posibilidades de encontrar empleo. En diez años, el estrato
de desocupados con formación universitaria o equivalente fue el
único que registró un aumento entre la población desempleada
abierta. De 30.3 que representaba en 1993, al cierre de 2003 se elevó
a 47.3 por ciento. Esto implica un incremento de 56 por ciento en el número
de desocupados con instrucción superior en el mismo periodo.
Todavía hasta 1997 la mayor proporción de
desempleados correspondía a personas con secundaria incompleta o
terminada. Pero a partir del año siguiente, el predominio de universitarios
sin trabajo ha ido en ascenso, según se observa en los indicadores
del INEGI respecto de la población en desempleo abierto por nivel
de instrucción.
En 1993 las personas sin ningún tipo de preparación
educativa representaban 1.7 por ciento del total de las personas sin trabajo;
para 2003 pasaron a 1.1 por ciento; con primaria incompleta eran 6.9 por
ciento del total y una década después bajaron a 4.8 por ciento;
con primaria completa se redujeron de 17.3 por ciento a 11.7, y los desocupados
con estudios de secundaria, que eran 43.8 por ciento, ahora representan
35.2 por ciento.
Deterioro laboral
Si de por sí el problema del desempleo en México
es grave, tiene particularidades que lo hacen más dramático.
Es el caso de que 76.1 por ciento de la población desocupada se
encuentra sin trabajo por despido o por insastisfacción con las
condiciones laborales que desempeñaban. En este rango, según
el INEGI, se encuentran 566 mil 519 personas, mientras otras 519 mil 428
decidieron renunciar por las precarias condiciones laborales.
Para quienes permanecen en su trabajo, 44.1 por ciento
de la población ocupada, casi 14 millones de personas, desempeñan
sus faenas propiamente en changarros de entre uno y cinco trabajadores.
Con una ligera tendencia al crecimiento esa proporción se ha mantenido
desde 1993, cuando 42.3 por ciento desempeñaba algún tipo
de actividad en estas condiciones.
La situación es diferente para otro 12 por ciento
de la población ocupada, porque para mantenerse en ese estrato labora
en condiciones consideradas como "críticas", pues ocupa más
de 48 horas a la semana y percibe menos de un salario mínimo como
ingreso. En 1993 ese grupo representaba 4.5 por ciento de quienes tenían
trabajo.
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