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México D.F. Jueves 5 de febrero de 2004
AZNAR: LA NECESIDAD DE LAS ARMAS
El
todavía jefe de gobierno español, José María
Aznar, afirmó ayer ante el Congreso de Estados Unidos, en Washington,
que las armas de destrucción masiva siguen siendo una "amenaza real",
reiteró su compromiso servil hacia el gobierno de George W. Bush
y aseguró sin rubor que "hoy España es una democracia plenamente
consolidada". Mientras que en Madrid el segundo de a bordo de Aznar, Rodrigo
Rato, admitía implícitamente la inexistencia del arsenal
nuclear, químico o bacteriológico de Irak -armamento que
Londres y Washington usaron como pretexto para invadir, arrasar y ocupar
ese país árabe- y atribuía la elaboración de
esa mentira al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), el gobernante español, en la capital estadunidense,
seguía aferrado a una necedad que ya ni sus autores reales -los
gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra- se atreven a sostener.
Es pertinente recordar, a este respecto, y en momentos
en que los gobernantes estadunidense e inglés se ven obligados a
aceptar investigaciones sobre la falsedad de sus afirmaciones previas a
la guerra contra Irak, que hace poco más de un año, el 2
de febrero de 2003, Aznar no tuvo empacho en asegurar que su gobierno tenía
"información reservada que demuestra que Irak, con armas químicas
y biológicas y conexiones con grupos terroristas, supone una amenaza
para la paz y la seguridad mundial. Tenemos evidencias suficientes en ese
sentido". Hoy, Rato se ve obligado a reconocer que el equipo de Aznar "nunca
fue responsable de la información sobre la que el Consejo de Seguridad
tomó resoluciones" -deslizando, de paso, la falsedad de que esa
instancia de la ONU aprobó la agresión militar contra la
nación árabe- y explica que Madrid definió su postura
de apoyo a la guerra en "una reunión del Consejo de Seguridad, con
unas fotos", en alusión a las pruebas falsas que el secretario de
Estado, Colin Powell, llevó a ese organismo para intentar obtener
su respaldo a la agresión colonial contra Irak.
En otro sentido, resulta sorprendente, por decir lo menos,
la aseveración del gobernante español en Washington sobre
una "democracia plenamente consolidada" en España, justo cuando
las autoridades madrileñas tratan de liquidar la libertad de expresión
y de asociación, y aprueban modificaciones legales para criminalizar
la acción política legal, como la infame disposición
que castiga con cárcel a quienes -con dedicatoria al presidente
del gobierno vasco, Juan José Ibarretxe- convoquen a plebiscitos
y referéndums que no sean del agrado del Partido Popular. Nunca,
desde la transición iniciada en 1976, había estado la sociedad
española tan próxima a una involución totalitaria
como ahora, bajo el gobierno de José María Aznar.
Por lo demás, la presencia del habitante de La
Moncloa en el Capitolio fue una complaciente farsa tercermundista: algunos
medios informativos peninsulares destacaron que el gobernante madrileño
fue ovacionado en múltiples ocasiones por sus oyentes. El dato es
cierto, pero habría que apuntar que a la sesión asistió
menos de 10 por ciento de los miembros del Congreso -50 de 535-, y que
las plazas vacías fueron rellenadas con diplomáticos españoles
destacados en Estados Unidos y con becarios del Poder Legislativo de ese
país.
El mensaje de Aznar fue, al igual que el acto, eminentemente
fársico. Como lo apuntó en Madrid el portavoz parlamentario
de Izquierda Unida, Felipe Alcaraz, "es indecente que aquí se clausure
la democracia parlamentaria, se clausure el control del gobierno y se vaya
a presumir allí de democracia plena", y señaló la
improcedencia de acudir al Congreso estadunidense a hablar de Irak, mientras
el gobierno se niega a esclarecer, ante la oposición española,
sus razones para apoyar una guerra de agresión que, como se sospechaba
desde siempre, y como todo el mundo, menos Aznar, sabe ahora, estaba basada
en mentiras. El vocero del Partido Socialista Obrero Español, Jesús
Caldera, hubo de recordarle al presidente del gobierno que "el parlamento
español está en Madrid, no en Washington". Ojalá que
en las próximas elecciones los ciudadanos españoles se abstengan
de votar por políticos tan ciegos y tan serviles que confunden la
ubicación geográfica de la capital española.
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