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México D.F. Martes 24 de febrero de 2004
''¡Ya bájale, Pinocho!''
y ''¡Hace falta gobierno!'', reclamos obreros al mandatario
Rechiflas y abucheos, respuesta de cetemistas a las
cifras de Fox
Dos líderes sujetos a proceso, Carlos Romero
Deschamps y Enrique Ramos, los encargados de dar la bienvenida al Presidente
a su llegada al congreso de la Confederación de Trabajadores de
México
ROSA ELVIRA VARGAS Y FABIOLA MARTINEZ
De nada valieron las advertencias tempraneras de Joaquín
Gamboa Pascoe, los llamados al orden de Leonardo Rodríguez Alcaine
o la rigurosa selección de los delegados sindicales. Miles de cetemistas
lanzaron ayer fuertes rechiflas al mensaje del presidente Vicente Fox.
A las cifras del mandatario sobre el desarrollo de la
economía, o los avances en el terreno social, los trabajadores respondieron
con incredulidad y hasta ofendidos: ''¡Ya bájale, Pinocho!'',
gritó alguien cuando Fox presumió la ''recuperación
real del salario''. Otro más espetó: ''¡Hace falta
gobierno!'', cuando aludió al desafío de crear los empleos
''que tanto necesitamos''.
En
la cuarta ocasión que durante su mandato acude a una cita con la
Confederación de Trabajadores de México (CTM), el discurso
optimista que ha repetido el jefe del Ejecutivo desde que se inició
2004, y que tan buenos resultados le ha dado en otros foros, se topó
con el franco rechazo de aquellos a quienes intentó persuadir de
la eficiencia de su administración e incluso de la bondad de sus
medidas de austeridad. ''Ahora el IMSS ya está abasteciendo el 95
por ciento de las recetas y ese es un gran avance certificado de manera
independiente.'' Y la rechifla fue prácticamente unánime.
Tan estruendosa, que Fox dijo:
''... Pero si hay dudas invito a la CTM a certificar ese
avance en el Seguro Social. En el gobierno federal no se crean ni se crearán
nuevas plazas que no estén aprobadas en el presupuesto, ni se otorgarán
incrementos salariales a los servidores públicos de mandos medios
y superiores. Así, en tres años hemos ahorrado algo más
de 40 mil millones de pesos de los impuestos que pagan muchos de ustedes.''
La respuesta no se hizo esperar: ''¡Para qué,
si ya ganan un chingo, Pinochos!''
Hay que decir, sin embargo, que los descolones al Presidente
no provinieron sólo de las bases. La propia dirigencia de la CTM
hizo lo suyo y, una vez más, nombró en la comisión
de recepción del mandatario, entre otros, al líder petrolero,
Carlos Romero Deschamps, y al dirigente azucarero, Enrique Ramos, ambos
sujetos a procesos penales.
Antes de que hablara Fox, el secretario del Trabajo, Carlos
Abascal, había recibido, él sí, el habitual e ininterrumpido
abucheo de los miembros de la Congreso del Trabajo. Se desconoce si el
empeño en que él tomara la palabra durante la apertura del
congreso cetemista fue una estrategia catártica, pues los propios
dirigentes de la central comentaron más tarde que el funcionario
nunca estuvo considerado en el programa original para intervenir, y que
a punto de iniciar la ceremonia, tras bambalinas, prácticamente
se ordenó a Gamboa Pascoe anunciarlo como orador.
Abascal inició su intervención con una evocación
a su amistad con Fidel Velázquez. Pero no le funcionó. Ni
tampoco centrar todo su discurso en loas y reconocimientos al papel clave
que ha jugado la Confederación de Trabajadores de México
''en la paz laboral de la que México goza'' , y que ya en un gesto
extremo lo llevó a decir que ''si alguien piensa que la cantera
de liderazgos sindicales... está agotada, se equivoca; aquí
están ustedes para pasar lista de presentes en el compromiso con
la dignidad de las personas y del trabajo....''
En algunos momentos elevaba tanto la voz, que parecía
en realidad que el titular del Trabajo trataba de imponerse a los gritos
que le llegaban a granel. Más tarde, en sucesivas entrevistas los
calificaría de meras expresiones ''de un grupo del sector obrero
del PRI''. Y justificaba: ''Si en un salón para 10 mil personas
mil chiflan, pues es ensordecedor... ¡De todo hay en la viña
del Señor!''
Vino luego la intervención del presidente Fox.
Comenzó con un reconocimiento al trabajo de 68 años de la
CTM para hacer de México un país de libertades. Reiteró
que su gobierno ha mantenido con el sector obrero un diálogo respetuoso
y franco, y que la Presidencia de la República ha sido interlocutora
respetuosa de la autonomía sindical y de la libre expresión
de las ideas.
El estribillo de ''¡Petroleros, CTM!'', surgido
desde la parte central de las butacas de la zona preferente del auditorio,
fue rebasado muy pronto por las rechiflas que ya se oían de todos
lados, en especial desde las filas superiores, que ocupaban los delegados
de Michoacán, Durango y Chihuahua.
En el presídium, mientras tanto, Rodríguez
Alcaine iniciaba sus infructuosos llamados al orden con manoteos y apremios
a Gamboa Pascoe para que interviniera en su condición de presidente
de la mesa, pero que éste simplemente dejó pasar. Los integrantes
del gabinete foxista -Energía, Economía, Salud, Trabajo,
Seguro Social, Infonavit-, los gobernadores de Durango, Sinaloa y Colima,
el líder del Senado y los otros invitados se miraban entre sí,
incapaces de generar una reacción.
Antes, el relecto líder de la central, Rodríguez
Alcaine, utilizó la tribuna para cobijar al dirigente petrolero,
Romero Deschamps, y de paso exigir que los conflictos entre trabajadores
y patrones sean resueltos ''exclusivamente'' en los tribunales laborales.
Descartó el lenguaje incendiario del pasado domingo, cuando advirtió
sobre un inminente estallido social ante la ''falta de rumbo y efectividad
del gobierno'', y esta vez pidió a los patrones que, ante la imparable
caída del empleo, signen con los sindicatos un "pacto de estabilidad".
Otra vez, como cada año, repasó la lista
de pendientes para los trabajadores, en particular la unificación
del salario mínimo. Pero ante todo, frente al presidente Fox, insistió
en su velada advertencia: la CTM lo mismo puede ser factor de "cordura
política" y "compromiso con los intereses estratégicos del
país" que una central ''con capacidad de movilización social''.
Fox
Quesada, por cierto, en el tema del empleo no tocó las cifras ni
los distintos métodos para medir su crecimiento, como ha hecho recientemente,
al grado de confesar que ''se hace bolas''. Esta vez sólo aseguró
que se logró sortear el vendaval de los últimos tres años,
''protegiendo nuestra planta productiva (y) evitando que se colapsara el
empleo''.
Y así fue como a cada ''logro'' que reseñaba
el mandatario, como la baja inflación, la recuperación real
del salario, el presupuesto para desarrollo social, el crecimiento de la
economía, la inversión en vivienda y otros, la respuesta
era una rechifla, y casi siempre algún grito que lo resumía
todo. Así fue cuando habló del crecimiento que registraron
varios sectores durante 2003: ''¡Ya bájale, Pinocho!'',
''¡Son puras mamadas!'', le respondieron.
Aprovechó para señalar lo preocupante del
descenso del producto interno bruto y el alza en la tasa de desempleo en
el Distrito Federal, una de ''las más altas del país''. Y
mencionó su preocupación por aquellas familias que ''siempre
se han apretado el cinturón''. Tampoco ésta la dejaron pasar:
''¡Todos!''
Cuando terminó, el Presidente se despidió
de prisa. Pocos fueron los trabajadores que se movieron de su lugar para
acercársele; apenas algunos de la federación de Nuevo León,
colocados cerca del pasillo central, le tendieron la mano.
Minutos después el secretario de Trabajo restaría
importancia al incidente y achacó la rechifla a un ''problema de
comunicación" entre el gobierno y aquellos que, a su juicio, no
conocen las cifras en materia de empleo y salario.
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