México D.F. Miércoles 25 de febrero de 2004
La historia que viví, de Martínez Corbalá, se presentó en la feria de Minería
El Nobel Pablo Neruda estuvo a punto de pasar sus últimos días en México
Relató a los asistentes la muerte del poeta, capítulo no incluido en ese libro
CESAR GÜEMES
El testimonio es el valor del trabajo de memoria que Gonzalo Martínez Corbalá ejerce en La historia que viví, libro publicado por La Jornada Ediciones y El Colegio Mexiquense que se presentó la tarde del lunes en el contexto de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
En la validez testimonial del escrito coincidieron el también diplomático mexicano Omar Martínez Legorreta y José Steinsleger, articulista de La Jornada, mientras Martínez Corbalá narró un capítulo que no se incluye en el libro: la muerte del Nobel Pablo Neruda y lo cerca que estuvo el poeta de pasar sus últimos días como visitante distinguido de México.
La historia que viví, afirmó Martínez Legorreta, ''tiene su valor en el testimonio que representa; es un libro muy importante para reconstruir momentos tan singulares como su trabajo en Chile durante los días aciagos del cuartelazo contra el presidente Allende, así como la misión que le fue encomendada como embajador de México en Cuba. En la obra, el embajador señala que esto le dio oportunidad de conocer de primera mano a tres figuras señeras de tres formas de revolución.
''Una, Lázaro Cárdenas, gran personalidad de nuestra historia que se encargó en su periodo de reconstruir los principios de la Revolución, luego de que parecían empolvados. Esta parte la considero importante por lo que hace a su preparación: vivir durante varios años cerca de una figura como Cárdenas es aprender de primera mano para una carrera posterior."
Neruda, viaje que no pudo ser
Dividido en tres partes, Los años con Cárdenas, Los últimos 400 días de Allende y La misión en Cuba, La historia que viví ''es algo más que memoria", estableció José Steinsleger: ''habla de la dignidad no solamente de México, sino de una dignidad de México inserta en la historia de América Latina, y también es un libro que habla de la soberanía, no meramente de México, sino de nuestra América".
Los personajes que aborda el libro, Cárdenas, Fidel Castro y Allende, ''serán en el siglo que arranca -dijo Steinsleger- referentes indispensables para saber dónde estamos parados como latinoamericanos. No es casual que el embajador haya sido designado en dos países que tienen a los máximos exponentes del decir latinoamericano: Pablo Neruda y José Martí''.
Martínez Corbalá explicó que su idea era llegar sólo hasta la muerte de Allende, por eso en el volumen no relata la de Neruda. El diplomático narró para el público que cuando en México se tuvo noticia de la delicada salud de Neruda, el presidente Luis Echeverría le encomendó buscarlo en Chile y ofrecerle la hospitalidad mexicana.
''Luego de ir a Isla Negra, donde no se encontraba, acudí a La Chascona, su casa en Santiago. Y lo vi muy enfermo. Consigno aquí que le hice el ofrecimiento encomendado en nombre de México, que Neruda aceptó y acordamos que el sábado siguiente saldríamos para acá."
El día señalado para el viaje ya Martínez Corbalá tenía en su poder las maletas del poeta, así como el manuscrito de sus memorias, Confieso que he vivido. El embajador acudió por el poeta, pero Neruda respondió: ''No me quiero ir todavía. Salgamos el lunes".
El diplomático empleó el tiempo en arreglar asuntos de su cargo y al día siguiente recibió una llamada de México pidiéndole confirmación sobre la muerte de Neruda.
En la Clínica Santa María, en efecto, Neruda había muerto. ''Acompañé a los familiares de Neruda al Cementerio Civil de Chile para el entierro. Y recuerdo con emoción que por las calles las personas coreaban 'Pablo Neruda vive', y más adelante, 'Salvador Allende vive'."
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