México D.F. Jueves 26 de febrero de 2004
El realizador inglés presentará
hoy Hotel y Time code en el Festival de Cine Contemporáneo
Para Mike Figgis es imposible concebir el cine sin
música
En sus trabajos busca el equilibrio perfecto Gusta
del documental, porque es más sencillo
Muchos cineastas quieren trabajar en Hollywood, pero
tienen que ceder algo a cambio, admite
JUAN JOSE OLIVARES
Mike
Figgis, cineasta y músico inglés, director de cintas como
Adiós a Las Vegas, Time code, Internal affairs,
Stormy monday, Liebestraum, y de documentales sobresalientes
como Red, white and blues (que pertence a una serie de siete largometrajes
sobre este género musical, producidos por Martin Scorsese y que
dirigieron cineastas como Win Wenders y Clint Eastwood) no podría
concebir el arte del cine sin el arte de la música.
Y es que para el director -que está en México
por ser presidente del jurado del primer Festival Internacional de Cine
Contemporáneo de la Ciudad de México y hoy presentará
a las 17 horas en Cinemex WTC su filme Hotel, seguido de la proyección
y mezcla de la cinta video digital Time code-, quien desde los años
60 tocó junto a músicos de la talla de Brian Ferry, en la
banda vanguardista The People Show (cuyo único álbum produjo
el rolling stone Charlie Watts), "lo interesante es explorar los
sonidos; por eso es imposible que cualquiera de mis filmes no tenga un
enfoque especial con la música. Soy músico, soy un adicto
a la música. Estoy orgulloso de hacer uso de la música en
un determinado momento sicológico del filme", explica en entrevista
con La Jornada.
Figgis, que a los 10 años comenzó a tocar
la batería y a los 11 la trompeta, asevera que ahora "es imposible
concebir al cine sin música. Sin embargo, algunos cineastas en la
competencia de este festival han tenido esa característica. La música
es un elemento primordial, pero podría decir que en algunos lados
se abusa de ella".
Figgis se refería a Hollywood como uno de esos
lugares. "Allí la utilizan como elemento de poder para envolver
a la audiencia, algo que se convierte en un gran ruido. Hay que encontrar
una manera sutil de usarla. En lo personal me gusta usarla, pero de forma
que sea poderosa y tenga sentido con la historia. Hay que tener el equilibrio
perfecto. Cuando usas ese poder, das otro contexto a la historia. Encontrar
la forma de conducirla para la cinta es lo importante. Se puede usar de
forma tan simple que se vuelve algo estético, no en cualquier momento".
Posible realizar sin perder el estilo
El realizador, que bien conoce esa maquinaria de producción
luego de filmar bajo este sistema y, más aun, después de
publicar el libro Projections: 10 Hollywood filmmakers on filmaking
(conversaciones con guionistas, directores, mánagers y actores,
entre otros Salma Hayek) y de realizar Hollywood conversations (una
serie para la televisión independiente inglesa), dice: "Se puede
hacer un buen filme en esa maquinaria, pero debes entender que no tienes
que perder tu estilo de trabajo, aunque haya limitantes que puedan afectar
ese estilo, sin contar que puedan alterar tu historia".
-Muchos cineastas de todo el mundo quieren trabajar en
Hollywood, pero tienen que ceder algo a cambio.
-Es cierto, porque es un sistema muy particular. La primera
vez que se llega allí se tiene la posibilidad de hacer grandes cosas
y uno se entusiasma, quizá porque no se sabe cómo es en realidad.
Luego de filmar dos cintas allí, tuve muy claro cómo se trabaja
en ese sistema, en el que se puede construir un gran largometraje, pero
se deben tener claras las limitaciones que te imponen. Hay que considerar
que muchas no permitirán que tu cinta esté en festivales
internacionales de cine, porque siempre dirán: "es una película
típica de Hollywood". En mi caso, tuve la oportunidad de hacer lo
que quería; fue para mí todo un experimento, que resultó
bien. Fue emocionante trabajar con el uso de nuevas tecnologías,
el uso de las cámaras. Y sin duda hay ejemplos de cineastas que
pueden con el sistema.
Figgis se adaptó al sistema, pues en 1996, con
Adiós a Las Vegas, cinta que escribió y musicalizó,
su protagonista Nicolas Cage obtuvo un Oscar como mejor actor. Mientras
que con One night stand (que también dirigió, escribió
y musicalizó), Wesley Snipes ganó como mejor actor en el
festival de Venecia.
"He descubierto el desafío que implica introducirse
en ese sistema. Derrumbar muchas ideas. Los principales problemas que encontré
es que los negocios y las cuestiones públicas de los artífices
de las películas muchas veces son lo principal. Creo que lo público
puede trastornar la experimentación de trabajar allá. Pero
de cualquier modo hay gente que ha sobrevivido a ese sistema y sus cintas
son vistas en festivales y también tiene su gran audiencia en Estados
Unidos. Me refiero a gente como Quentin Tarantino."
Mike Figgis explica ese proceso creativo de escribir y
musicalizar: "Pienso en una historia que pueda ser una película;
comienzo a escribir, que es la labor más intensa. Cuando termino
de escribir visualizo el rodaje, platico con los actores y les pregunto
si se necesita hacer algún cambio. '¿Entendiste?', le digo
a cada uno, porque así al momento de la filmación no se tendrá
ningún problema. Luego viene la sonorización, el elemento
fundamental".
Por esta razón, muchos cinéfilos reconocen
las cintas de Figgis luego de escuchar la banda sonora de la película.
Sin duda, su documental Red, white and blues forma
parte de la videoteca de todo melómano amante del blues. Para Figgis,
hijo de un pianista, su ambición era ser como Louis Armstrong o
Bix Beiderbecke.
"En un festival, Martin Scorsese me dijo que yo era perfecto
para rodar alguno de los documentales, porque era músico y porque
había tocado con algunos músicos importantes, como Brian
Ferry. Esto fue muy importante en mi vida porque volqué mi amor
por la música. Además, fue completamente hecho con toda la
libertad."
Interés por mostrar las repercusiones de la
música negra
Figgis afirma estar interesado en mostrar esa excitación
que causó en los europeos la música negra y la repercusión
que tuvo posteriormente en la llamada invasión inglesa de los años
60. Los europeos regresaron su música a los estadunidenses transformada
en rock, dice el director.
En el documental se aprecian actuaciones de Jeff Beck,
Cream, B. B. King, los Rolling Stones, Muddy Waters, Tom Jones, Big Bill
Broonzy, Van Morrison, y entrevistas con John Porter y Humphreey Lyttelton,
entre otros.
-¿Estás de acuerdo en que los estadunidenses
no reconocían el valor del blues hasta la invasión inglesa
de los años 60?.
-Es verdad, y es una de las cosas que salen a luz en el
documental. Hice esa pregunta y descubrimos que la única verdad
es que el blues fue la base de muchas músicas. Todos los entrevistados,
desde B. B. King hasta John Mayall, coincidieron en las bases de la música
negra.
"Estoy pensando en hacer otro documental y una ficción.
Ahora me gusta el documental porque es más sencillo, se puede usar
una cámara, la producción se reduce, se pueden hacer más
rápido las cosas", concluye el realizador.
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